A partir de una publicación que realicé en Facebook, donde cité a Sartre con la frase: “El hombre es un esclavo de su libertad, es eternamente libre”, leí variados comentarios, unos lúdicos otros más serios, y me invite a reflexionar sobre la libertad, ese concepto abstracto que se ha adoptado como bandera de lucha de la raza humana en variadas épocas y en regiones de casi todo el planeta.
Hemos perseguido la libertad históricamente, ya que la humanidad siempre se ha encontrado en diversas medidas bajo el yugo de su archienemigo: la esclavitud. A lo largo de la existencia del homo sapiens (nombre que muchas veces dudo que este acorde con nuestros comportamientos, aunque nos lo pusimos nosotros mismos, como los parlamentarios cuando legislan sobre su sueldo), hemos vivido la mayor parte del tiempo bajo un imperio, es decir, una forma de dominio de proporciones inmensas, donde se impone la economía, las decisiones políticas, el idioma y la cultura en general del grupo dominante. Históricamente hemos sido esclavos de distintas maneras, por eso el concepto de la libertad a resultado trascendental como idea madre de la justicia.
Y encontramos muchos ejemplos connotados: la rebelión de los esclavos gladiadores liderada por Espartaco contra el imperio romano en el año 73 AC, Mandela como opositor a la segregación racial en Sudáfrica, la revolución rusa en 1917, la revolución mexicana de 1910, la revolución cubana en 1959 con Fidel liderando y el Che como símbolo de la inconformidad americana, y obviamente la muchas veces recordada revolución francesa, entre otras, con su proclama «Libertad, igualdad, fraternidad» tan glorificada por las «democracias» contemporáneas.
Ahora bien, ¿cuál es la libertad que realmente buscamos?, el escritor George Orwell dijo «Si la libertad significa algo, es el derecho de decir a los demás lo que no quieren oír», particular manera de definirla; Voltaire, filósofo francés del siglo XVIII, dijo que «el pobre no es libre, en todas partes es un siervo», tal vez los nobles adinerados eran los únicos libres en esa época; su contemporáneo y coterráneo Jean-Jacques Rousseau tenía algunas ideas similares, una apreciación fue que «la libertad no es fruto que crezca en todos los climas, y por ello no está al alcance de todos los pueblos«, claramente bajo esas perspectivas la libertad no le corresponde a toda la raza humana; el escritor y político cubano José Martí manifestó que «la libertad cuesta muy cara y es necesario o resignarse a vivir sin ella o comprarla a su precio«; el «gran» Napoleón Bonaparte señalo que «bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los gobiernos para adormecer a sus gobernados«, y mi querido Mijail Bakunin postuló que «yo soy libre solamente en la medida en que reconozco la humanidad y respeto la libertad de todos los hombres que me rodean«. Es la propuesta de Bakunin obviamente la que más me atrae, pero para los otros grandes personajes salvo Orwell, la libertad es una virtud que no nos corresponde a todos, a mi me parece que es un derecho inalienable y no un bien de mercado privilegiado solo para algunos, aunque muchas veces dudo de esta idea mía.
Lo dudo especialmente al subirme a la locomoción colectiva, en micro o metro, y ver a todos los humanoides con todos sus sentidos atentos a sus celulares, esclavos de las redes sociales virtuales, yo me siento y abro mi libro, me considero bicho raro, aunque me he topado con otros bichos raros, entonces comienzo a cuestionar si son ellos esclavos de sus celulares o yo esclavo de mi libro, no puedo salir de casa sin un libro, ya se transformó en vicio para mí la lectura, en cuanto cierro el libro y comienzo a mirar el mundo un rato, me doy cuenta que soy más libre que aquellos, ya que me puedo dar la oportunidad de cerrar el libro, aunque sea por 5 minutos. Vi un video de personas que por estar hipnotizados en sus celulares mientras caminan se caían en agujeros, en piletas y chocaban con murallas o postes, esos sí que están esclavizados, ese video lo vi en mi celular…pero yo estaba sentado.
Hasta que punto podemos sentirnos y definirnos como libres, de una manera u otra las necesidades nos transforman en esclavos, debido a la manera que encontramos para solventar esas necesidades, trabajar toda la vida para luego recibir una pensión miserable es la tónica de este país llamado Chile, jubilación se llamaba antes, tuvieron que dejar esa definición porque el júbilo ya no llegaba a nuestras ancianas y ancianos, aún no llega.
La libertad debemos comenzar buscándola en solventarnos económicamente haciendo lo que nos apasiona, ya eso es algo importante para ser libres, y no inventarnos necesidades que no lo son, que son consumo inútil, que alimenta nada más que a los esclavistas de esta sociedad, eso podría ser otro asunto importante, otra cosa es hacer estallar la estructura económica y política imperante y comenzar a gobernarnos nosotros mismos, sin autoridades y empresarios ocupados en enriquecerse y engañarnos con sus discursos enredados y sin sentido, pero eso ya es más complejo.
En el libro «Homo Deus» de Yuval Noah Harari, lo recomiendo, parte de su contenido expone que tan real es el concepto de libre albedrío, se supone que nuestras decisiones son la respuesta de un conjunto de relaciones electromagnéticas que ocurren en nuestro cerebro, todas ellas provocadas a partir de nuestra herencia genética, de la educación que recibimos tanto familiar como social, de las experiencias vividas, de nuestra alimentación, de nuestro trabajo, etc.; es decir, cada elección vendría predeterminada, incluso existe una maquina que puede mostrar lo que alguien elegirá antes que lo haga. Eso me trastornó un rato, hasta que fui a una chocolatería y no supe que dulce elegir, eran todos demasiado tentadores.
¿Qué tan libres somos entonces?, ¿Existe realmente el libre albedrío?, tal vez la verdad es que somos todos títeres de un grupo de iluminatis reptilianos que nos controlan, estamos condenados a la esclavitud, la libertad no es real, solo un concepto más para darle otro sentido a nuestras vidas.
Aunque prefiero no rendirme a esa idea apocalíptica, y continuar en mi búsqueda de la verdadera libertad, y…¿cuál es la verdadera libertad?, puede que Andrés Calamaro tenga razón en su canción con ese nombre, la verdadera libertad es esa que conoce el preso, o es una forma de practicar la verdad….salvaje.
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