Tú, mi entelequia

Te extraño, amado mío.

Te extraño, pero no a ti.

Extraño a ese que por mí luchaba,

y cual caballero encantada me dejaba.

Por él, mil mares y ríos cruzaría a nado,

no seamos anticuados, la caballerosidad ya es pasado.

Pero ese, compañero, no eres tú.

Ese nunca me dejaba en soledad,

con él, afloraba mi amor, mi bondad.

Pero tú sólo eras él cuando te era conveniente.

Tú y yo, vieja costumbre,

más dolores y penurias que alegrías,

esa se ha vuelto nuestra techumbre.

¡Qué desperdicio de lágrimas, sonrisas, besos y desvelos!

No te quiero a ti, pero espero que él vuelva

con ansias, hundiéndome en la locura.

Pero deberíamos saber que hay heridas que el tiempo no cura.

Quizá si espero un poco más…

Ahora sólo vivo de recuerdos

recordando vívidamente el cálido roce de tu cuerpo.

Albergando esperanzas, ¡a mí misma engaño!

Si fuera real, el por mí ya hubiera regresado.

Te extraño.

Extraño al antiguo tú, amado príncipe.

Pero esto no es una película y, tristemente, él no existe.

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