Era muy pequeña de estatura; después de una larga lluvia había árboles a medio morir, sus raíces sobresalían del cemento y un poco de tierra que los miserables «Plantadores conscientes» le pudieron haber dejado, la rama caía un poco y yo solo como una niña pequeña jugando a no pisar las líneas bajaba mi rostro mientras me cubría con mis manos la cabeza.
Era un día como cualquier otro, había charcos, y yo cargaba mi mochila que solo contenía mi cuaderno de escritura personal.
Era muy pequeña de edad; después de todo, me gustaba escribir lo que sentía, aunque en sí, no era por nadie en especial más que por mí. Así continúe caminando mientras en cada esquina alzaba mi mirada hacia el cielo nublado que yacía bajo mi mente distraída. No obstante luego de haber pasado algunos minutos decidí voltear hacía atrás… ¿A dónde me estaba dirigiendo? Había olvidado hacia donde iba.
Era una situación un poco complicada, pero fui y me senté en una banca, me recosté por un rato y me dispuse a pensar. Si la vida tiene dichos, y los dichos son hechos escritos; ¿Entonces los dichos son vida mientras los vivimos?, Si la agonía es el disfrute de unos, pero el placer de otros el amar, ¿Para qué disfrutar de amarlo si conmigo no ha de estar?, Si la felicidad es la familia, pero la familia solo eres tú, ¿Entonces la felicidad es otra cosa, es un objeto, es mirar el cielo azul?.
Entonces mi mente divago solo unos momentos, haciéndose preguntas sin sentido, cada pregunta no tenía respuesta y cada respuesta carcomía mi pereza. De pronto cerré los ojos con fuerza e impulsé mis manos para levantarme, pero cuando abrí los ojos me di cuenta… de que ya era muy tarde.
Íbamos los dos recargados en nuestros hombros, mientras tu ibas muy callado, entonces volteé y pregunté que había pasado. Tú solo me miraste y con una sonrisa me abrazaste. ¿Qué había pasado? ¿En realidad estuve presente? Entonces tomaste aire y me susurraste: «Vaya, que tu me has besado» Entonces de la pena tuve que abrazarlo, mientras yo me acurrucaba en sus brazos.
Era muy pequeña para pensar. Era muy pequeña para soñar.
Sin embargo yo pensaba mientras te veía, y mientras te veía yo soñaba, y cuando de frente te tenía… ahí comprendía que te amaba.
-Kristel Luna.
OPINIONES Y COMENTARIOS