Es capaz que mis ojos de atardeceres viejos

te miraran cuál golondrina inquieta,

y tu vida voraz y plena

me invitará a surcar cielos olvidados.

Y desde los olvidos secos

seguiré tus auroras abiertas,

tus sueños nuevos,

tu alegría descarada y sincera.

Y tal vez sea feliz desde tu óptica,

tu óptica plena, viva, bella.

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