Detener el tiempo

Cual rompecabezas, como dos piezas que encajaban a la perfección…

Se fundieron inconscientemente en una pasión que los abordó hasta que la aparición del sol les recordó que se acercaba la hora de partir.

Se observaron por eternos segundos, el sobre ella sosteniendo sus manos lado a lado de su cuerpo acorralándola contra sofá. Miradas que delataban incertidumbre, deseo y pasión. Por segundos que parecían ser horas se mantuvo esa escena inmóvil, como si ninguno se atreviera a dar un paso más hacia aquello que era evidente que ambos querían. Separados por apenas unos pocos centímetros podían percibir sus respiraciones cada vez más aceleradas. Cada vez más próximos el uno del otro, fue la inercia de la situación y la evidente química y atmósfera existentes las que terminaron por unir a ambos en un beso desesperado, agobiador y de los más apasionantes, como si lo hubiesen estado esperando hace años. Sus cuerpos se convirtieron en uno solo, procurando cada cual abrazar lo más fuerte posible al otro, ejerciendo una presión que aclamaba un “por favor no te alejes, no quiero volver a perderte”. Ese deseo desenfrenado y frenético se transformó lentamente en un abrazo que reflejaba amor y cariño.

Todo se sentía tan igual que ayer….entre ellos el tiempo se congeló. Parecían haber ingresado a un plano externo en el cual ya nada importaba, los errores, los resentimientos, el tiempo que los había separado, y todas aquellos elementos que marcaban un abismo entre ambos en la actualidad parecían haberse esfumado para dar paso a los sentimientos y dejarse llevar por lo que los envolvía.

Ella se negaba a soltarlo, porque sabía lo que ello implicaba; dejarlo ir, poner fin a esa mágica situación que los envolvía asumir que si lo soltaba, todo volvería a ser lo mismo; como aterrizar a la realidad, despertar de un gran sueño o romper una perfecta fantasía. Eran conscientes de que todo aquello no podía ser más que algo efímero, porque si bien los unía un amor muy fuerte, lo suyo nunca funcionaría. Y como ya ambos sabían; para ser dos se necesitaba mas que amor, y de eso otro ellos no tenían.