PARTE I.
SORPRESA DE ÚLTIMA HORA
Después de estar casi un año sin trabajo y haber preparado todo para marcharme a Inglaterra con mi hermana me notifican que debo incorporarme como profesora titular de Biología en el I.E.S. El Almirante situado en un barrio conocido del sur de Tenerife.
-El lunes la esperamos sin falta-, ha dicho el jefe de estudios en su llamada de teléfono sin darme tiempo a reaccionar. Tal vez, eso haya sido lo mejor, no pensar donde me voy a meter.
Tras meditarlo detenidamente descuelgo el teléfono y marco el número de Fran, amigo y antiguo compañero de la Universidad.
-Sí, ¿quién es? -, preguntan desde la otra línea.
-Hola Fran, ¿qué tal estas?, soy Marta-, respondo.
-Anda Marta, de ti estaba hablando ahora mismo. Te han asignado el Instituto El Almirante, ¿verdad? -, me dice como si quisiera felicitarme.
-Por esa razón te llamó-, le digo un poco decaída.
-Me puedes hablar del centro-, le pido.
-Por supuesto- comienza, -aunque ten en cuenta que yo estuve hace tres años y puede que haya cambiado. De hecho, cuando me marche la dirección del centro estaba pendiente de que la Consejería de Educación aprobará por segundo año consecutivo su programa de Integración para Inmigrantes. Este es su programa estrella porque como sabes a esa zona de la isla llega gran cantidad de inmigrantes-, me dice mientras pienso lo difícil que va a ser trabajar en un Instituto tan peculiar. -Verás que algunos profesores opinan que estos chicos inmigrantes son fuente de problemas y otros de enriquecimiento cultural, pero tú no tienes por qué ser de ningún bando-, comenta. -El director se llama Antonio, lleva muchos años en el centro y se portó muy bien conmigo cuando estuve. Sin embargo, como es mayor no puede evitar ser un poco machista así que no se lo tengas en cuenta. Es bueno con los profesores y con los chicos-, me explica Fran.
-Prosigue-, le pido.
-El centro se amplió hace quince años así que vas a diferenciar enseguida cual es la zona nueva de la zona vieja. Lo cierto es que nunca estuve en la parte vieja, creo que estaba reservada para el programa de integración de inmigrantes. De hecho, seguramente tendrás que dar clase en la parte
nueva así que no te preocupes porque el edificio es moderno, incluso tiene ascensor para los alumnos de escasa movilidad-, termina por decir. – ¿Qué curso vas a impartir? -, me pregunta Fran.
-Pues el jefe de estudios me ha dicho que trabajaré con tercero de la ESO-, respondo.
-En ese caso es probable que tengas clase en la segunda planta ya que la tercera está reservada para bachillerato y la primera contiene las dependencias para administración y uso de profesorado-, me informa. -En el patio es donde confluyen los dos edificios principales; el nuevo y el anexo o zona vieja. Este último tiene tres plantas que están dedicadas a los programas educativos y las actividades extraescolares no deportivas porque para eso usan la cancha cubierta situada delante del nuevo edificio. La biblioteca y el salón de actos creo que están en construcción, pero eso ya lo descubrirás cuando te incorpores-, me dice como si mi trabajo fuera el de inspector de instalaciones. -Creo que eso es lo esencial del centro-, me asegura. -Como puedes ver tiene muy buenas instalaciones y recursos suficientes así que no te preocupes, seguro que te va a ir muy bien, de hecho, a mí me trataron muy bien-, afirma Fran.
-Muchas gracias por tu ayuda-, le respondo. -Si quieres podríamos quedar un día después de mi incorporación al Instituto y te cuento que tal va todo-, le propongo sin muchas esperanzas.
-Perfecto, cuando quieras-, me responde.
Cuelgo el teléfono e inmediatamente me invade una pregunta que me acompaña hasta la hora de dormir; – ¿por qué no me ha hablado más sobre los alumnos?
PARTE II
PRIMER DÍA DE CLASE
I
Cuando llego al centro me sorprende lo grande que es y la cantidad de alumnos que hay en el patio, aún faltan treinta minutos para que empiecen las clases, y casi no queda espacio libre. Hay tantos alumnos inmigrantes que empiezo a entender porque el programa de integración de inmigrantes es el programa estrella del Centro.
-Buenos días, ¿está perdida? ¿A qué curso vas? -, me pregunta amablemente un hombre alto y moreno.
-Juraría que esa voz se parece a la del jefe de estudio-, pienso en voz baja mientras me doy cuenta de que me ha confundido con una alumna. -Buenos días-, contesto. -Me llamo Marta, empiezo hoy como profesora de Biología y Geología en tercero de la ESO-, me presento.
-Lo siento, te he confundido con una alumna, pareces muy joven para ser profesora. ¿Tienes experiencia? -, me pregunta.
-Bueno en docencia reglada no-, confieso mientras pienso lo mal que empieza el día.
-Disculpa mi comentario- me dice al ver la expresión de incomodidad que transmite mi cara.
-Acompáñame, te presentaré al resto de profesores y te mostraré tu clase-, me dice. -Por cierto, mi nombre es Antonio y soy el jefe de estudios-, termina por decir.
– ¿En serio vas a llevarme a mi clase sin hablar conmigo antes y explicarme cual es el programa educativo del centro? -, me pregunto mientras entramos al edificio principal y dejamos atrás al patio lleno de alumnos. -Dudo mucho que este Centro sea igual al resto-, sigo pensando.
Una vez en la sala de profesores me presenta a todos mis compañeros que parecen amables, pero son tantos que me es imposible retener sus nombres. Sin embargo, recuerdo a María Ángeles, la profesora de inglés, que se ofrece a acompañarme hasta la segunda planta para mostrarme mi aula. Una vez allí me explica lo básico sobre mis futuros alumnos y sobre el programa de integración de inmigrantes, algo que agradecí.
II
Faltan diez minutos para mi primera clase, -menos mal que soy una persona responsable y he preparado algo para hoy-, pienso mientras saco de mi bolso unas tarjetas en blanco que coloco encima de mi mesa.
Dan las 8:40 cuando llega el primer alumno, y pasan cinco minutos más hasta que al fin entran todos. Tengo 30 alumnos y ahora que están delante de mí, empiezo a ponerme nerviosa.
-Parecen mayores-, pienso mientras espero que tomen asiento. Entonces se quedan mirándome en
silencio hasta que una joven empieza a explicar el motivo por el cual habían llegado tarde. Al parecer uno de los obreros que trabaja en el nuevo edificio del centro es su exnovio, y suele meterse con su actual novio, un alumno del centro.
-Me puedes decir tu nombre, por favor-, le pido con voz cordial y amable.
-Me llamo Ana-, responde.
-Hola Ana y hola a todos, mi nombre es Marta. Voy a ser vuestra profesora de Biología y Geología durante todo este curso-, digo. -Hoy es el primer día de clase y entiendo que podáis llegar unos minutos tarde, pero me gustaría que no se repitiera-, añado.
Entonces les propongo dos actividades, por un lado, establecer unas normas básicas para la convivencia en el aula y así evitar que como hoy la clase empiece media hora tarde y otra actividad más lúdica que me sirva para conocerlos. Finalmente nos ponemos de acuerdo y comenzamos con la actividad más lúdica.
-Comencemos entonces-, les digo a todos.
-Como casi todos os conocéis de otros años me gustaría que me ayudarais a conoceros-, les explico.
Tras esta corta introducción les reparto a todos una de las fichas en blanco que coloque antes sobre mi mesa y les pido que escriban en ellas lo que más les guste; música, cine, teatro, persona, objeto, comida, etc., lo que quieran.
-Yo también lo haré-, les digo.
Después de cinco minutos todos han escrito sus fichas y pido un voluntario. Para mi sorpresa se ofrece toda la clase, pero escojo a Tony que se encarga de recoger y mezclar todas las fichas escritas. Tras lo cual pasa por cada sitio para que sus compañeros escojan una de ellas. Al terminar Tony y yo nos quedamos con las últimas dos fichas.
-La actividad consiste en relacionar lo que pone la ficha con una de las personas de la clase-, explico. -Es decir, hay que leer en voz alto lo que pone la ficha y decir a que persona puede pertenecer-, aclaro por si acaso alguien tenga dudas. – ¿Alguna duda? -, digo para asegurarme.
Todos responden que no así que comenzamos. El primer voluntario para hablar es Tony que describió al dueño de su ficha como “el mejor colega”, se trataba de Andrés que había escrito el nombre de su videojuego favorito. Él y Tony son amigos desde la infancia y pasan mucho tiempo jugando a videojuegos.
La actividad continua, parecía que los chicos se lo pasaban bien. Apenas les costaba averiguar
quién era el dueño de las fichas, llevaban tanto tiempo estudiando juntos que todos se conocían muy bien y lo cierto es que parecía que me había tocado un grupo bueno. Sin embargo, cuando le tocó el turno a Javier, todo se torció.
-No sé quién es y tampoco quiero saber a quién pertenece esta ficha-, fueron sus palabras.
En ese momento me alarme y le pedí que leyera lo que ponía su ficha.
-Por favor, lee lo que pone-, le dije.
-Islam-, respondió Javier.
Se hizo el silencio absoluto en la clase. Y por primera vez caí en la cuenta de que mi clase estaba formada por un 50% de inmigrantes y un 50% de españoles, y comprobé que existía algún problema entre alumnos inmigrantes y locales, lo que me llevo de nuevo a percatarme de lo importante que era el programa de integración de inmigrantes.
Nadie sabía quién era el dueño de la ficha así que pedí a la persona que la había escrito se presentará. Se trataba de Ameera, nombre árabe que significa princesa. Ella y su hermano comenzaban hoy en el I.E.S El Almirante.
-Me llamo Ameera y soy nueva en el Instituto al igual que mi hermano-, dijo con una voz muy dulce.
– ¿Como nadie me había prevenido? – pensé. Si lo hubiera sabido habría propuesto otra actividad.
-Lo que faltaba dos moros más-, soltó de repente Javier.
Esta reacción inesperada de Javier me confirmo que algunos alumnos no están cómodos con los inmigrantes. De hecho, María Ángeles se refirió a Javier como “el repetidor de la clase”. -El año pasado tuvo que ser expulsado por un comportamiento racista-, dijo. En realidad, yo lo que veía era un joven con algún problema personal que no alcanzaba a adivinar.
Debido a ese comentario de Javier la clase dio un giro de ciento ochenta grados. Ahora estaba delante de un grupo segregado, los que defendían a los nuevos alumnos por un lado y los que defendían a Javier por otro.
-Al final se ha salido con la suya-, pensé refiriéndome a Javier mientras miraba el caos que había interrumpido en la clase.
-Ya sois demasiados aquí- dijo Tony en defensa de Javier, refiriéndose a los nuevos alumnos.
En ese momento me acerque a Tony y mirándolo con expresión de sorpresa le pregunte – ¿a qué viene eso? -. Me parecía mentira que el joven educado que me había ayudado con la actividad estuviera diciendo algo así.
-Es la verdad-, dijo Tony. – ¿Qué han hecho para que los rechacéis sin ni siquiera conocerlos? -, le dije con la esperanza de que reflexionará sobre sus palabras.
-Siempre se les ofrece más ayuda y más de todo-, dijo mientras se encogía de hombros.
De repente me di cuenta de que Javier había sacado a la luz algo que algunos de mis alumnos ya pensaban desde hacía tiempo sobre el colectivo inmigrante.
-Está bien, voy a tener muy en cuenta lo que has dicho Tony-, le dije. -Pero para mí todos vosotros sois iguales, así que aquellos que crean que hay algún trato de favor en este centro tanto a inmigrantes como a no inmigrantes, por favor levantad la mano-, dije. Y de los 30 alumnos solamente tres levantaron la mano; Javier, Tony y Andrés. -Muy bien, creo que sería bueno que entrarais un tiempo a formar parte del programa de integración a inmigrantes porque podréis comprobar de primera mano si tenéis o no razón. ¿Qué os parece mi propuesta? -, dije. Y al parecer aquello les gusto porque los tres respondieron con un -de acuerdo-.
III
-Creo que ya nos hemos conocido suficiente por hoy, así que ahora vamos a pensar en las futuras normas de clase-, dije dirigiéndome a todos y sin poner importancia a lo que había sucedido en los últimos 10 minutos en clase.
Opte por introducir la segunda actividad mediante una lluvia de ideas en la pizarra. Al principio los chicos no estaban muy entusiasmados con la actividad, pero al final la mayoría aportaron muchas ideas sobre las futuras normas de clase. Este no era el caso de Ameera y su hermano que prácticamente no hablaban. No me sentía bien como profesora porque todos estaban disfrutando y riendo con las ocurrencias de algunos mientras ellos parecían estar sufriendo. – ¿Que opináis vosotros? -, pregunte a Ameera.
-Creo que sería bueno tener un delegado que represente al grupo-, dijo con su español.
-Sí, es una gran idea, además podría rotar y responsabilizarse del cumplimiento de las normas que finalmente decidamos-, dije. Lo cierto es que era una gran idea y creo que le hizo bien compartirla
con todos porque después esbozo una sonrisa y todos halagaron su idea.
Tras la votación elegimos dos normas: Ser puntual y pedir turno de palabra para hablar. Ambas serían gestionadas por el delegado de clase que se elegiría el próximo día de clase así que ya tenían tarea, una tarea diferente a la que estaban acostumbrados. Además, antes de que la clase terminará hubo tiempo para negociar las sanciones que se aplicarían en caso de no cumplir las normas. -Es necesario que nos pongamos de acuerdo en las sanciones para los que no cumplan las normas-, recuerdo que dije.
– ¿Qué os parece si la persona que incumpla las normas se queda sin recreo? – propuso Andrés.
-Pues Ana ya puedes ir llegando temprano mañana porque no te vamos a esperar-, dijo su compañera Alejandra.
Ese comentario me hizo deducir que todo el grupo había llegado tarde esta mañana para esperar a Ana y que no la castigarán.
-Están muy unidos-, recuerdo que pensé antes de que comenzará a sonar el timbre para el cambio de clase.
ANEXO
En este relato se recoge la labor de un profesor que intenta en su primer día de clase hacer una gestión adecuada del aula a pesar de su corta experiencia. El contexto social y escolar en el que están envueltos profesores y alumnos afecta sin duda al clima del aula, así como las características personales y comunicativas de ambos.
En esta gestión del aula el profesor propone dos actividades que serán claves para la enseñanza-aprendizaje en el aula:
1) Una actividad que ayude a desarrollar un clima afectivo. El docente quiere crear un clima distendido para reconocer las características comunicativas intra e interpersonales de los alumnos: quienes son los habladores, los callados, el líder, hay cohesión grupal, nivel de participación, etc.
En este momento del relato se comprueba que a pesar de la buena intención del docente las particularidades de algunos alumnos pueden hacer que surja un conflicto en clase. Nos referimos a Javier que en el relato demuestra un rechazo importante hacia sus compañeros inmigrantes. Javier representa a un chico dos años mayor al resto de la clase, que se ha visto obligado a renunciar a la compañía de sus amigos porque está repitiendo 3º de la ESO. Tiene gran dificultad para comprometerse con cualquier cosa, por esa razón le asignamos una identidad difusa. Esta característica intra-personal le hace rechazar a sus compañeros sin pensar demasiado en las consecuencias de sus palabras. Necesita apoyo para darse cuenta del error que está cometiendo. Lamentablemente en un conflicto siempre hay víctimas y en este relato se trata de Ameera y su hermano que representan a dos jóvenes inmigrantes. Este tipo de adolescentes tienen que enfrentarse a cambios importantes en su vida: de país, colegio, costumbres y familia. Todo ello dificulta su capacidad comunicativa y la posibilidad de alcanzar una identidad propia. Se ven obligados a compatibilizar los valores de su cultura con la del país de adopción. Si a eso se le suma el rechazo de un compañero de clase entonces es posible que la integración de este colectivo sea muy complicada. Por ese motivo es muy importante que los centros educativos cuenten con herramientas útiles que promuevan la aceptación, la eliminación del rechazo y los prejuicios sociales. En el relato el programa de integración para inmigrantes es la herramienta que el Centro utiliza para mejorar la convivencia entre todos los que integran el entorno escolar.
En el relato también se ha intentado destacar la importancia que tiene el docente en la resolución de un conflicto. En concreto se considera que las recomendaciones de Thomas Teepe (2011): acercamiento, hablar con voz calmada y lanzar pregunta, son las pautas más adecuadas para iniciar la resolución de un conflicto en el aula. Asimismo, se ha intentado reflejar que la negociación con los alumnos es clave para manejar adecuadamente la situación. Los alumnos bajan la guardia y son más fáciles de manipular en sentido positivo. Ignorar el conflicto y más aún a los alumnos podría comprometer el clima afectivo para el resto del curso.
2) Una actividad que ayude a desarrollar un clima efectivo en el aula. Cualquier docente debe saber que es muy importante transmitir a los alumnos desde el primer día que pueden confiar en él. Asimismo, es esencial que el profesor sea visto por los alumnos como la autoridad y que el orden y el respeto nunca falten. Evitar situaciones de impuntualidad por ejemplo puede mejorar la eficacia y el uso del tiempo en el aula.
Los docentes democráticos como el que se muestra en este relato tienen normalmente más éxito en la gestión del aula. Conseguir el cumplimiento de normas por parte de los alumnos a veces no es fácil pero cuando ellos las eligen y gestionan su cumplimiento es más sencillo que las respeten.
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