Todo comienza en primavera, cuando te miro a lo lejos, acercándote a mi con tanta peligrosidad que todo el frío en mi cuerpo tiembla. Prendes el sol con tu sonrisa y, cuando estás cerca, comienzan a crecer las flores. Todo es más bello.
Al pasar los minutos, el roce de tus manos, las miradas de amor, eclipsan el tiempo. Paralizan todo al rededor; de pronto ya es verano y un calor de amor me inunda al grado de desbordarme.
Pero el tiempo no se detiene. Poco a poco las gotas de lluvia comienzan a desprenderse de mi alma, cuando tus labios, con tanta crueldad me dicen que te vas. Al horizonte, tu cuerpo comienza a transfigurarse, se vuelve lejanía. Me convierto en un aguacero de tristezas. Las hojas de los árboles se caen, al igual que tus dedos se desprenden de los míos. Comienza la tormenta.
Ahora que tu cuerpo se encuentra lejos, que piensan en otras cosas, que andas por allí sin preocupaciones. Mi cuerpo lucha por sobrevivir al invierno de tu ausencia, a las tormentas de nostalgia. Se me congela el corazón.
En esos momentos solo quiero, deseo con cada fibra de mi helado cuerpo, ver tu sonrisa resurgiendo por el horizonte y que se prenda el sol, que me regrese la primavera al cuerpo.
A.D.XI
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