Yo soy Patrick Harrison, este es mi diario y empezare a deciros que tengo diecinueve años, no sé que hacer con mi vida, llevo vagando por el mundo un año, mi padre me pagaba mis viajes y todos mis caprichos.

He decidido aceptar su propuesta de trabajo, voy a trabajar en su fábrica de cosméticos, pero debo de escribir primero mi primer asesinato y de momento es mi único asesinato, empezaré por donde me encontraba y seguiré con el por qué le mate.

Estábamos en un crucero, un hombre de diecisiete años estaba maltratando a su novia, cuando la mujer se fue, mire para todos lados, estábamos solos, no había nadie más, me saque un pañuelo del bolsillo, me acerque a una mesa, envolví un cuchillo con cuidado de no tocarlo y se lo clave por la espalda, se lo clave dos veces, me acerque a la proa y lo tire con cuidado de que nadie me viera, mire al suelo para ver si había gotas de sangre y una vez cumplida mi misión, me fui a mi camerino, nadie sospechaba de mí, pero nadie fue a la cárcel, estoy feliz porque hice justicia, debo reconocer que sentí un gran placer al acabar con su vida, me hervía la sangre de la emoción.

Cuando el barco llego al puerto, mi padre me abrazo al ver que yo no había muerto, a los familiares les dijeron que había un cadáver en el barco, pero no les dijo de quien se trataba y eso asusto a todos, vi cómo los padres de ese muchacho lloraban y yo sonreía al pensar en cómo le mate, estoy feliz al no ser uno de los sospechosos.

Todos suponían que el cuchillo seguía en el barco, que el asesino lo había lavado y que lo había guardado en su lugar, pero yo sé que no es así porque lo tire al mar abierto, me deshice del arma, no hay pruebas y sin pruebas, no hay crimen, bueno lo hay, pero no hay culpables.

Le mate en el comedor, yo estaba afuera, viéndoles a través de una ventana, si no llega a ser así, no hubiera matado a ese maltratador de mujeres.

Ahora estoy en la fábrica, todos trabajan mientras les observo, espero que aquí no haya ni un solo problema o tendré que actuar de nuevo, pero a esta vez me tomaría mi tiempo, disfrutaría al matar a un idiota, pero nada de hacerlo rápido, quiero suplicas, ver cómo se retuerce de dolor, que chille en silencio, que me suplique que le mate de una vez, ese sería mi crimen perfecto.

Mi padre me pone a trabajar y yo le obedezco sin rechistar, tengo que soportar que una mujer me dé órdenes, como lo odio, pero tengo que callarme y aguantarlo.

Salgo de la fábrica, veo a un grupo de menores bebiendo alcohol, emborrachándose hasta perder el conocimiento, tengo que soportarlo porque si no tendría que matar a todos y me quedaría solo en este mundo donde existe tanta injusticia y del que empiezo a hartarme por tanta injusticia, ¿cómo puede existir tanta injusticia?, parece que nadie se da cuenta.

Pongo música en mi móvil tras haberme puesto los auriculares y me voy a mi casa con la cabeza agachada para no hablar con nadie y tampoco para ver cómo los adolescentes se matan poco a poco por culpa del alcohol, sé perfectamente que no soy nadie para juzgarles y menos para prohibírselo, que para eso ya están sus padres y que si no hacen nada, es problema de ellos.

Nadie nos dijo que la vida es aburrida, pero que por el camino encuentras cosas buenas, que hay que abrir los ojos para darnos cuenta, no se trata de beber alcohol para disfrutarla, ver quién es el mejor deportista para compararnos o quien triunfa más porque tiene valor a demostrarnos de lo que es capaz de hacer, todos somos iguales ante los ojos del planeta y debemos abrir los ojos para verlo.

Al llegar a mi casa, enciendo la televisión, pongo las noticias y escucho como hablan del asesinato del barco, no hay culpables porque nadie vio algo, sonrió cuando escucho como uno dice que es un maltratador porque pegaba a su novia y la humillaba delante de todos, que se merecía su muerte y que ojala saliera ileso de aquel crimen cuando sepan quien le mato.

La periodista se queda sin palabras tras aquella aclaración y no le vuelve a preguntar, seguro que pensó de que estaba loco por decir aquello y a saber que pensaran los padres cuando vean las noticias, seguro que no piensan nada bueno, hasta podrían pensar que aquel hombre le asesino por decir la verdad, pero a mí me da igual, nadie sospechara de mí por dos motivos, el primero porque se supone que no le vi en todo el viaje y el segundo por ser millonario, por eso no sospecharan de mí, cuando me preguntaron que si le vi caminando por el barco, les respondí que no, que solo le vi antes de que el barco zarpara, que después no le volví a ver.

Vuelvo a prestar atención y dicen que sospechan que el asesino se tiró al mar después de cometer el crimen porque uno de los pasajeros ha desaparecido, otro punto más a mi favor, seguro que si le pillan, le detienen.

Los días pasan, siguen buscando al supuesto asesino, pero no dan con su paradero, ese debe de estar lejos o se habrá ahogado en el mar, a saber dónde anda, dudo que este aquí, en Londres, no querrá que le encierren por un crimen que no ha cometido.

Estoy pasando por un callejón, un hombre intenta a robar a una señora de la tercera edad, cuando consigue su propósito, corre hacía mí, luchamos, me clava su navaja en el brazo derecho, yo agarro su mano y se la clavó en el corazón, me rompo mi camisa y me tapo la herida, cojo la navaja y la tiro en un contenedor, pero lejos del lugar del crimen, ni si quiera vuelvo para darla su bolso, sé que tendría que habérselo dado, pero me hubieran descubierto demasiado pronto y no quiero eso, aunque fue en defensa propia, él me lo clavo a mí primero.

Me voy a mi casa, me curo la herida y me la coso, pongo las noticias y hablan del asesinato, dicen que no han encontrado la navaja que la señora dice que llevaba encima, piensan que se trata del mismo asesino, que lo buscaran sin perder el tiempo porque los crímenes no se quedan sin resolver, pero yo sé que no lo encontraran porque le he matado, se lo merecía por ladrón.

A la mañana siguiente en las noticias dicen que el asesino está herido y que no tienen antecedentes, que seguro que es un novato y que pronto le encontraran, que cometerá un error al ir a un hospital para que le curen, piensan que soy tonto, que no he visto películas o series policíacas, sé dónde van a mirar primero, podrían cambiar un poco.

Me rió a carcajadas como nunca antes me había reído, ni si quiera en mi niñez me había reído tanto, ahí era serio, tímido, callado… pero ya no soy así, casi no me rió, pero ya no soy tímido porque es imposible callarme cuando me da por hablar, mis padres se sorprendieron de mi cambio.

Debo confesar que hay algo que me duele, mi madre murió hace cuatro años, mi padre no lo ha aceptado, pero se hace el fuerte delante de mí, me ve como un niño que aún no ha crecido, creo que en cierto modo no he crecido, sigo pensando cómo ese niño al que todos hacían la vida miserable, ese niño que nadie quería, todos me insultaban, me odiaban porque decían que era un niño raro, pero los niños raros son ellos porque yo intentaba a ser mejor persona y ellos seguían con sus insultos, los odio.

Volviendo al tema de mi madre, creo que yo tampoco lo he superado, la mataron porque la querían robar y no dejo que la quitaran lo poco que tenía, la gente se pasa con las injusticias, puede que por ese motivo, sea el que soy ahora.

Me voy a la fábrica, escucho como hablan del asesinato de anoche y dicen que tienen miedo por si son los siguientes, yo paso entre ellos escuchando lo que piensan sobre el asesino, dicen que es un hombre sin corazón porque mata a aquel que se le cruza, ya sea por un delito leve o uno grave.

Llego a la oficina de mi padre, me cuenta su opinión y cuando termina, le digo que no le dé importancia, que ese debe de estar loco para matar a esos dos hombres sin tocarse el corazón antes de hacerlo, que debe de pensar en su familia antes de matarles.

-Evita no meterte en líos, no quiero que seas el siguiente.

-Lo haré, no quiero morir, soy muy joven –le respondo para que no sospeche de mí.

Después de estar dos horas hablando con mi padre, me pongo a trabajar, estoy feliz porque no sospecha de mí, todos creen que le cogerán pronto, pero no va a ser así, a mí no me pilla ni Dios, esos se merecen morir por ser unos delincuentes, mi historial de asesinatos, subirá como sigan así y no pienso tocarme el corazón ante un crimen.

Estoy harto de tantas injusticias, esos dos se merecían la muerte que han obtenido, no me arrepiento de haberles arrebatado sus vidas, se merecían que los matara y que den gracias de que no han sufrido porque podría haber sido peor.

Sigo pensando en atar a alguien a una silla, matarle poco a poco, ver como salen sus lágrimas por el miedo, ver como la sangre le acaricia el cuerpo, su sudor aterrador y que supliquen que les suelte mientras me rio a carcajadas, deseara no haber nacido, suplicara que acabe con su vida de una vez y yo disfrutare al ver cómo sus ojos gritan lo que su boca calla porque estará tapada por un pañuelo, ese pañuelo que le pondré para que nadie le escuche.

Después de esos pensamientos malignos que salen del fondo de mi corazón, me meto bajo la ducha, el agua está helada, la puse así para despejar mi mente durante unos minutos.

Siento que me congelo, no paro de tiritar, tengo los pelos de punta a causa del frío, mi pene está encogido y mi pelo de la cabeza no se puede ni mover, salgo de la ducha, me seco bien y me visto, me suena el móvil, me están invitando a una discoteca los borrachos de mis amigos, se tiran toda la noche allí, aunque yo no siento que me consideren su amigo, solo se acuerdan de mí cuando necesitan dinero, yo ni si quiera tengo ganas de ir y estar con ellos.

Hace media hora que llegue a mi casa y solo pienso en dormir, en cerrar los ojos y no abrirlos hasta que la luz del Sol entre e inunde mi habitación, pero ellos no piensan así, piensan en ligar, en acostarse con cuanta mujer se les cruza y dormir hasta la hora de ir a la próxima fiesta, no sé cuándo comen o cuando van al baño, pero tampoco me interesa saberlo, que se pierdan y me olviden, yo trabajo para no pensar en los crímenes que he cometido porque entonces, volvería a matar sin dudarlo dos segundos.

Me asomo por la ventana, los coches pasan haciendo un ruido atroz, la gente camina por la acera sin importarles que haya un asesino suelto, creen que a la luz del día no les puede matar, que solo lo hace por las noches, pero un criminal lo hace a cualquier hora y yo actuare de nuevo si veo otra injusticia.

Me viene a la mente una de las frases que mi madre me decía cuando yo era niño, siempre me decía que las injusticias te perseguían haya donde fueras o miraras, también me decía que matar te llevaba a la cárcel o alguien te mataba antes, creo que en el fondo sospechaba que yo sería un criminal, que mataría a quien fuera sin que me temblara el pulso, que no tendría compasión por nadie, que no me escondería a la hora de atacar, pero debo esconderme de la policía y mirar que no haya nadie cerca o será mi perdición, podrían meterme en la cárcel y no quiero, aún me queda enseñar a todo el mundo que deben ir acordes a la justicia.

Hace años un adolescente no paraba de molestarme, todas las mañanas me dejaba una carta en la puerta de mi casa diciéndome que me mataría si seguía mirando a su novia, pero de repente dejo de hacerlo, desapareció y me sentí aliviado, todos comentaban que le habían matado, que le habían encerrado en un psiquiátrico o que huyo de la policía, eran suposiciones, nadie sabe qué paso realmente con ese cretino y yo menos o tal vez pueda que sepa lo que le paso, una vez le vi hablando con un señor, iba con un traje y una medalla de oro, hablaban de dinero y de droga, ese hombre le decía que le había robado, el otro se lo negaba y de un día para otro, desapareció, seguro que le mato por deudas del dinero.

Sigo observando, un coche gris se para en la acera de enfrente, un hombre con un traje negro y unas gafas se baja, camina hacía mi portal, suena el telefonillo, lo cojo y me dice:

-No preguntes nada, abre.

Abro la puerta del portal y dejo la de mi casa entonada, el hombre al entrar, me mira y me pregunta:

-¿Qué hacías en ese crucero?

-¿Quién eres?

-Un amigo del que mataron, se lo merecía, lo admito, pero prometí a sus padres que investigaría por mi cuenta, supe que casi no te interrogaron, así que busque tu dirección y aquí estoy.

-Estaba pasando el rato, quería pensar sobre mi vida y yo no le mate, solo le vi cuando subimos a aquel barco, no le volví a ver, te lo juro, te juro que no tengo nada que ver en ese asesinato, me gustaría poder ayudarte más, pero no sé nada, íbamos más de doscientas personas.

-Siento venir a molestarte.

-No te preocupes, yo en tu lugar, estaría haciendo lo mismo que tú estás haciendo para saber quién le asesino.

El hombre se va más tranquilo y las palabras de mi padre en el entierro de mi madre me vienen a la cabeza, me dijo:

“Me alegro que seas distinto a tu madre, eres agradable, simpático y sincero, a través de tus ojos veo que ocultas algo, pero no te pareces a ella, se la pasaba mintiendo y ocultándose de sus padres como si tuviera doce años, estábamos casados y a veces sentía que estaba con una adolescente.”

Lo bueno es que él no sabe que yo también me ocultaba, no quería estar en sus fiestas lujosas, prefería la calle antes que escuchar a sus amiguitos, antes de soportar como hablan del maldito trabajo, parecía que no sabían hablar de otra cosa, odio a mi padre por no estar a mi lado cuando le necesitaba, en cambio, mi madre siempre estaba dispuesta a alegrarme el día, me cuidaba y me quería con todo su ser, me quería más que a su propia vida, por eso y mil cosas más, la admiraba sin importarme que mi padre pudiera pensar que me consentía demasiado o lo que quisiera pensar.

Me tumbo en mi cama y me quedo dormido de inmediato.

A las siete de la mañana me despierto por culpa de la alarma, no sabía que iba a sonar un domingo, la desactivo, doy mil vueltas en la cama, pero no consigo conciliar el sueño, así que me pongo mi chándal gris y salgo a correr, pongo la radio y escucho como hablan de los asesinatos que no han resuelto, eso me hace sonreír, nadie me atrapara, estoy muy bien en la calle, respirando el aire de la libertad.

Lo único que me alegra es que la herida no me duele y se está curando sin ningún problema, pero debo prepararme si quiero evitar de que me pillen, tengo que evitar que me vuelvan a herir o dejar sangre de algún animal para despistarles y así burlarme un rato de los tontos que son a veces.

Me paro en un bar y me pido un café para llevar, me encuentro con el joven que vino ayer a mi casa y me habla como si me conociera, estoy confuso, me acusaba de la muerte de su amigo y ahora me habla como si nada, debería de ponerle una bomba en el trasero para hacerle añicos y que se dé cuenta que no me interesa hablar con él, mate a su amigo y no le entra en la cabeza, aunque no lo sabe, si lo supiera, me echaría de cabeza, me mandaría directo a la cárcel sin compasión y tendría toda la razón del mundo.

Después de estar hablándome más de media hora, se despide y se va, creo que me está espiando, tendré que evitar lo de matar a alguien hasta que se dé cuenta que no soy un asesino, pero necesito alimentar estas ganas locas de matar a alguien, pero tengo que contenerme hasta que me deje en paz, aunque esos se lo merecían por estar en contra de la justicia, por no estar acorde con la ley, tendrían que haber estado en el lado de la justicia.

Me voy a mi casa, pongo las noticias y siguen hablando de los chicos que asesine, parece que no hay nada más de que hablar, que es de lo único que se debe de hablar, solo saben hablar de esos asesinatos, son unos criminales y parece que no se dan cuenta, que no les importa nada, solo piensan en encontrar al asesino, pero jamás me pillaran, estoy harto de tanta injusticia y por ese motivo, acabe con sus vidas, pero aún me queda más personas a las que matar, mi madre murió por culpa de uno de esos criminales que anda suelto, por eso y muchas más cosas, estoy acabando con esa clase de personas, aunque me estoy convirtiendo en un asesino, pero merece la pena.

Me voy a la casa de mi padre para comer, está feliz de que trabaje en su fábrica, sabe que algún día la heredare y por eso está feliz, cree que me gusta estar viéndole la cara todo el día, pero no me interesa verle, él tendría que haber muerto, es un ladrón, le robo la vida a mi madre, no la dejaba en paz ni un segundo, se sentía agobiada a su lado, la atosigaba, creo que la maltrataba, pero nunca lo he podido comprobar.

Tras una comida que me ha parecido una eternidad, nos despedimos y me voy a mi casa, cree que soy un niño, no se da cuenta de que he crecido, que soy un hombre y un criminal, pero para mí mejor si no sabe que soy un asesino, así podré seguir matando a todos aquellos que violan, roban, maltratan… me deshago de los que no cumplen la ley, pero sé que si me pillan, voy directo a la cárcel, ni si quiera el dinero podrá ayudarme a salir.

No debería ser así, pero los policías cumplen con las leyes sin importarles nada, tienen que cumplir con sus obligaciones y yo debo cumplir con las mías, pero ahora mismo mi obligación es matar a los que no cumplen la ley.

Debo aprender a controlar mi furia, dejar que la policía cumpla con su trabajo, pero no puedo dejar de matar, esto es algo que me llena por completo, me hace sentir un hombre de pies a cabeza sin importarme de que algún día puede que me pillen y que me encierren hasta el último día de mi miserable vida.

A las nueve de la noche me voy al bar, saludo a mis amigos y nos ponemos a hablar de todo un poco, con ellos me siento en libertad, puedo hablar en confianza, pero no les puedo contar que soy un asesino o me denunciaran, por suerte no han encontrado ninguna de las dos armas y van a seguir sin encontrarlas, yo mismo me voy a encargar de que sea así, no quiero ir a la cárcel o por lo menos por ahora y me da igual si piensan que me estoy volviendo loco, que voy a acabar en un psiquiátrico, esos se lo buscaron y punto, no hay que dar más vueltas al asunto de los crímenes que he cometido.


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