Si mi abuelo viviera

Si mi abuelo estuviera vivo podría mirarme y hacer que la tristeza se fuera, y encontraría en sus ojos motivos para sentirme amada. Y existiríamos los dos en ese amor que no necesitaba de palabras, un amor que entendió que él ya no quería hablar, y que yo estaba dispuesta a interpretar y descifrar otros modos de decir «te quiero».

Si mi abuelo estuviera vivo, sonreiría al ver que entro por su puerta, levantaría lentamente sus manos, y esperaría por las mías, recostaría su cabeza en mi pecho, y yo le haría preguntas que me responde solo con gestos.

Si mi abuelo estuviera vivo, yo aun me convencería de no ser egoísta, y le diría a Dios que cuando decida llevárselo, puede hacerlo, que no me voy a molestar, después de todo, eso es lo que él esperaba ansiosamente, el descanso de una vida que ya no tenía ganas de vivir.

Si mi abuelo estuviera vivo, me daría todo lo que tiene. Aunque nunca tuvo demasiado, siempre compartió lo poco que tenía. Si le quedaba solo un poco de interés por la vida, me lo dio todo. Si le quedaba algo de ilusión, me la regaló entera. Si le quedaba un gramo de fuerza, me la entregó en cada intento por abrazarme y por apretar mis manos.

Si mi abuelo estuviera vivo, haría que me sorprendiera por su generosidad, su inteligencia y su serenidad, como lo hizo hasta el último instante.