ensayo sobre la soledad 1

ensayo sobre la soledad 1

[el] Etna

07/06/2020

¿Qué es la soledad cuando no es una opción más, sino una realidad no elegida?

Es un absoluto opresivo y apremiante. Como un abismo de sombras del que no puedo despegarme.

Cuanto más crezco más cuenta me doy de lo difícil que resulta alejarse de la propia forma de ser. Lo que sucede es que estamos tan inmersos en nuestra personalidad que es imposible vernos bien. Intentamos ver nuestros mecanismos para modificarlos, pero solo percibimos a través de ellos; somos ciegos cuando intentamos mirarnos.

Nuestros ojos no pueden ver nuestro cuerpo como él mismo es visto desde afuera. Esto nos imposibilita tener una percepción objetiva de nuestro aspecto. (Por otro lado, bastante cuestionable es esta «visión objetiva», porque, ¿quién puede vernos objetivamente? Simplemente nadie. En otros, incluso nuestro cuerpo será imagen de sus propios mecanismos.)

De manera análoga a lo que sucede con nuestro cuerpo como punto ciego, tampoco podemos conocernos internamente. No importa cuánto buceemos en nosotros mismos y creamos reconocer estructuras submarinas; somos un ser oculto.

¿Quién puede asegurarnos lo que somos? ¿Quién puede conocernos, volvernos reales? ¿Quién puede saber alguna verdad sobre mecanismos para hablarnos de ellos, si son invisibles?

Resumo: no hay escape de la propia naturaleza. Nadie puede escapar de sí. Aún huyendo de nosotros mismos, correremos con nuestra forma propia de locomoción, ¡de la que no podemos desprendernos!

El estar combatiendo conmigo para no ser yo, ¡es lo que me hace ser yo! El tener errores de los que me quiero salir, el querer salirme de esos errores, incluso la cantidad de fuerza que ponga en la tarea de evitarme… son todos condimentos que me hacen continuar siendo lo que soy.

Y en mi naturaleza encuentro la soledad. Jamás entendí que la origina (y hasta el hartazgo repito: ¿cómo podría hacerlo desde mis mecanismos constitutivos?). No encuentro el centímetro cuadrado de laberinto encefálico en el que se encuentra esa sanguijuela, pero sé que vive allí. Es una lagartija negra que me aparta de la «realidad», de lo falso y de lo que usa máscaras, de la fiesta… Pero en última instancia de la gente; del amor.

Esto parece un grito adolescente
en el solipsismo de mi mente.

¿Todos somos infantes ignorantes? ¿O todos saben algo que yo no sé?

Me muevo alegre por el mundo, y de repente veo que no estoy en el mundo; que el mundo está muy lejos de mí. Que lo veo desde afuera. Que hay gente riendo y amándose, y yo no estoy ahí. ¿En dónde estoy entonces? ¿En dónde es que estuve todo este tiempo -bueno y revelador sería saberlo-, que no pude percatarme de que algo lindo, bueno, sano, se formaba y crecía en donde no me encuentro? …Y entonces ya no camino tan alegre.

Como un perro huérfano observo el calor desde una ventana que me mantiene apartada. Yo no pertenezco ahí. ¿Yo no pertenezco, o no hay nada a lo que pertenecer, todos somos huérfanos y lo que veo es pura ilusión? Porque de concluir aquello, se seguiría la mentira infernal a la que nadie hace frente: el mundo/la sociedad/»la gente» no sabe lo que quiere, no sabe querer, no sabe conectar, no sabe actuar en pos del amor… Pero no puede ser, porque muchas veces hablé con gente que me parecía sincera, sensible, empática, agradable. Gente que está contenta, y bien con sus afectos y seres queridos. «Así que, debe ser que me esquiva a mí».

Entonces descubro que estoy sola y me movilizo: ejecuto un plan de acción en el que interacciono con otras personas. Y hay risas, hay diversión, hay momentos compartidos, hay apoyo moral y consejos, hay secretos… Son estructuras de amistad, pero desde donde yo siento, es solamente eso. Una estructura: un nombre con sus respectivas (y agradables) actividades. Pero la soledad no muere.

Conozco mucha gente que se percibe sola o aislada. Lo cuál aumenta mi impotencia. Si ambos nos sentimos solos -y nos quejamos de ello-, ¿no deberíamos unir fuerzas y trabajar para combatir el dolor? Con un claro objetivo, lo demás se vuelven simples contratiempos, ¿no? Una así lo creería…

Quizás soy yo… ¿Soy estructuralmente incompatible con mi entorno? ¡Dónde está la sanguijuela que me habita! ¿Dónde? ¡Debo aplastar a ese maldito gusano que me aleja del ser común!

¿Y qué la mata?

En mi idealización, hay tres puntos que se combinan para cambiar dicha problemática y hacerme sentir real:
Contacto físico: dulzura y cariño, mimos y abrazos.
Apertura emocional y psicológica: alguien con quién podamos hablar y existir.
Compromiso y lealtad: saber que somos entes inacabados e imperfectos, que necesitamos explorar y crecer, pero siempre de la mano de unx compañerx que esté cerca, con el que podamos confrontar nuestro ser y objetivarnos, volvernos alguien.

Nota 1: Sobre el segundo ítem, la apertura emocional y psicológica, y la sospecha de una falla de estructura que va en contra de mis deseos:

Este vendría a ser el núcleo de la soledad.

Me refiero a que nos definimos en nuestros pensamientos. Nos conocemos a nosotros mismos a través de la auto-percepción, y ésta última se vuelve consciente cuando la pensamos. Así que si nuestra esencia no es comunicada-realizada nos embarga el sentimiento de desaparecer ante nuestros propios ojos.

¡Por eso me lastimaste tanto! No es tan sencillo conocer a alguien con quién se pueda abrir la verdadera esencia que guardamos dentro. Necesitamos de otros para existir, así como los árboles que caen en el bosque necesitan de oídos para hacer ruido. Y hay formas de estar-siendo que se sienten como un puro desenfreno y libertad del alma. Al irte me dejaste sin un canal a través del cual vivir de forma verdadera.

Mi esencia se esconde, se reprime, como un río tras la presa. Se llena – y a veces es rico, se puede bucear allí – pero no fluyo… El arroyo no está vivo. Y en última instancia, jamás puede llegar al mar.

No importa todo el esfuerzo que ponga, no entiendo en dónde se quiebran los lazos que deberían atarme a mis pares. No lo puedo ver. Jamás podremos -todas las personas y yo- verme.

Sin ojos, ¿estoy acá? Yo me siento. Pero no hallo nada más… He de estar sola.

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