Acostumbrado a comer desperdicios me he acostumbrado; de los basurales me alimento desde que lo perdí todo; al principio enfermaba, pero luego mi cuerpo se fue volviendo mas inmune a los organismos vivientes que subsisten en estos vertientes de basura. Ahora ya no enfermo; de un delicado snob en alimento me he convertido en un fortalecido miserable comelón de desperdicios. No soy capaz de pedir limosna porque el orgullo de no pedir se ha quedado arraigado hasta lo mas profundo de mi ser; de lo poco que aprendí para subsistir sin depender de nadie aprendí algunas cosas, como el destilar agua pura de los impuros ríos. Duermo bajo el puente de un río al que nadie se quiere acercar. Mi cuerpo se ha acostumbrado al exceso de frío y calor durmiendo bajo cajas de cartón. Vivo el día a día para subsistir sin preocuparme por un futuro. Sin nada de cosas materiales como antes, pero libre de las angustias por obtenerlas. Sin embargo algo extraño esta pasando últimamente, las gentes ya no salen a las calles y hay mucha vigilancia en la misma. Lo bueno de esto es que el río se ha purificado y ya no necesito el destilarla. Quizás deba cambiar un poco mis hábitos alimenticios y dirigirme mas a la naturaleza, igual me sirve de alimento. Seguiré con vida hasta donde se pueda.
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