Carta nunca enviada a una preciosa de ojos color a sus emociones

Carta nunca enviada a una preciosa de ojos color a sus emociones

Imelda Verdugo

29/07/2017

Fue un tiempo fatigoso en mi caso, pero todo sea por el apoyo incondicional a mi viejo amigo a quien me referiré como V. Un joven de poco romance quien me incitó escribir esta historia un tanto real.

La suavidad y delicadeza del frote de su mano fueron las últimas sensaciones segundos antes para despertar. Con ojos confundidos se mostraba erguido y pensativo, podría deducir que simplemente una pesadilla le ataco; lo que para mí fue común, se trataba de una gran confusión. Siendo tal listo, probablemente lo resolvería, solo que para asuntos del corazón V. carecía de intuición.
Sus primeras palabras al dirigirme la mirada describían aquel sueño confuso, describían aquella dama de rostro difuso aunque esencia conocida. Me conto sobre lo curiosamente feliz que era con aquella joven, el desinterés hacia todo lo ajeno. De ver sus ojos brillar al hablar, la duda enmarco su rostro al mencionar que loso su brazo delgado, la presión de su mano tomando la suya y esa brillante piel, fueron lo único que alcanzo a percibir, mientras su rostro jamás le fue revelado.

Le percibí tristeza al terminar su relato, no cuestione más y el tema quedo cerrado. Secretamente el sueño se había hecho diario, lo sabía pues su mirada perdida esta, le delataba su curioso amor. Nunca le cuestioné hasta que la dama volvió a nuestras conversaciones. Como de costumbre su reacción tan espontanea, acelerada y un tanto despistada me hacían ver que aún le inquietaba; tan romántico y seguro en el amor aunque si demostrarlo, se encontraba por vez primera en total incertidumbre, un poco ilusionado, enamorado de un sueño que, ni siquiera le fue claro.

Tan fascinante se expresaba de su preciosa soñada, afirmando eufóricamente el encontrarla algún día en esta vida; yo le veía con asombro y tristeza pues de algo irreal se trataba, de algo invisible se enamoraba. Gran sorpresa me lleve al saber su confesión: el nunca haberla soñado más desde aquella primera ocasión. ¿Cómo entonces podía hablarme tan intensamente sobre ella? Ya temor me causaba llamarle ella, pues solo en su mente al parecer habitaba.

Él no mostraba alguna locura, aunque podría ser que para mí no lo era, que se mostraba tan pacífico y soñador, crenado un sentimiento, haciendo crecer un amor por alguien inexistente. En cierta ocasión, en uno de sus tantos desvelos lanzo una pregunta haciéndome afirmar su demencia por falso amor, por malos amoríos. La cuestión era buscar a su soñada con sólo aquellas pocas características como punto de partida, tomando las manos de tantas damiselas esperando sentirlo que al dormir.
Yo estaba atónito, angustiado, ¡V. se encontraba obsesionado con un brazo delgado, una piel tersa y un apretón de manos lleno de vida y paz! Realmente lo había perdido. Siempre he estado a su lado, apoyo mutuo incondicional, no le dejaría aunque fuere a estar mal; no tuve más lección que ceder frente a sus ojos esperanzados, seguridad inquebrantable y contagio luchador. Ahí me encontraba, a punto de una extraña travesía en busca de una dama entre cientos, miles de ellas. Salvo que ya se sabía perfecta y curiosamente por donde comenzar. La búsqueda no sería eterna.

“Tan fuerte es la mentalidad y tan anhelada necesidad por usted que, con solo pensarla a diario, quede enamorado.

Quede pasmado en aquel sueño inesperado, una frágil dama a mi lado, sosteniendo yo de su mano caminando entre las calles sin interrogante alguna o pensamiento ajeno.
Paz impregnada en mis sentidos al despertar, gran confusión pues todo en misterio quedo. Dispuesto a su alma genuina encontrar, me adentro a mis ojos sin mirar. En una esquina de mis recuerdo le tengo, precisamente ayudándome aquello a mi sueño volverlo real. ’’

V.

Encontré aquella rima en cajones de V. sintiéndome un tanto mal por violar su privacidad, la cual luego esfumo al compartirlo dispuesto.
Había unas cuantas más expresando lo mucho que le dolía su ausencia, en otras, pude enterarme que tantas días en silencios de mi compañero, nunca la dejo de pensar, incluso soñado varias veces más. El rompecabezas completándose estaba, no había tanta participación por mi parte, solo compañía y oídos para las sugerencias de V.
repentinamente al amanecer freso, las habitaciones se encontraban vacías, asumí soledad acertando en ello, ya que sobre su escritorio una carta sin sello saliendo por debajo de su portapapeles. Con dedos temblorosos asustado la tome y leí:

Estimado colega:

Debido a mis anhelos inexistentes denominados así por usted, me tomo la libertad de continuar mi búsqueda en solitario.
Agradezco su atención, silencio y confidencialidad para mi objetivo. Le pido no se tome esto de modo personal, puesto que volveré. Continuo el trayecto por mi cuenta para mejora de agilidad y no inmiscuirlo en ningún extraño peligro.

No debe preocuparse pues mi ausencia será más breve de lo que sospecha.

Enviare anotaciones. Con afecto su leal amigo y colega.

V.

Al menos dos ocasiones leí esa nota para digerir lo escrito. Naturalmente preocupado me sentí al comienzo, tranquilo después, ya que es ingenioso, hábil e inteligente; yo sabía que su ‘’viaje’’ no se trataba más que de un aislamiento que le ayudaría a encontrar la calma necesaria que le haría recordar completamente a esa dama quien poco a poco llegaba a nuestra realidad.
Transcurrido apenas un corto tiempo, unas horas quizá, la primera nota llegó. Aunque no le acompañara en su ‘’guarida secreta’’, no podría dejarme de lado, siempre ha gustado de compartir sus teorías y tonterías.

La nota taquigráficamente decía:

Fue un ocho de enero. Llegue a esos escalones donde la vi sentada, cuando la vi por vez primera en mi vida; un abrigo rojo y negro cubriendo un delgado cuerpo, gafas oscuras negando unos ojos deduciblemente verdes; una piel brillante, blanca al contraste de un color negro intenso en su cabello.
Sentada tan estrecha, abrazando sus piernas a su pecho. Sus labios rosas delataban la seriedad que sus ojos no podían mostrar.

V.

Aquello era solo uno de sus escritores instantáneos que le alumbraban el pensar, con esas rimas podía descifrar la verdad; y yo intuí al fin, tan claramente como mencionaba ahí, que aquella era la señorita que su inconsciente buscaba. ‘’…un delgado cuerpo, una piel brillante…’’ no eran necesarias más pistas, solo era cuestión de esperar.

Pasaban tantos días ya sin recibir dichas notas, y de hacerlo, solo describir su bienestar para yo estar en paz; mas nada sobre la señorita. Una noche fresca al descansar en mi alcoba, un ruido característico de la puerta principal logro hacer mis sentidos activar. Salí inmediatamente, entonces ahí de pie bajo el umbral de la puerta, con aspecto decaído se encontraba, o al menos lo que quedaba de V. sin emitir palabra le ayude a entrar pues le notaba inconsolable.
Un joven tan duro y estricto para sí, controlaba fuerte sus lágrimas cargadas de coraje. Sabía yo que le costaba trabajo expresar su sentir. Evidentemente no termino bien.

Sorprendido escuché su relato, más aun al saber el contacto logrado con la dama, ella era ya demasiado lejana, alguien que jamás espero se adentrara en su corazón. Luego de tanto sentimentalismo comenzó el análisis de la reacción pésima de la joven. En la penumbra de su habitación, algo característico de mi amigo, su preferencia a las tardes donde el sol ya comenzaba a ocultarse, así como las noches y madrugadas.
Esta ocasión, no atine a su comportamiento pensando que furtivamente analizaba la última situación aún, aquello había quebrantado su corazón. Se alejó de su objetivo, lleno de coraje decidió no indagar más. Meses grises pasaron para que volviera en sí, algo en lo que yo no me equivocaba era en percibir una gran y sincero sentimiento por parte de V. a su dama soñada.
En una ocasión reuniendo valor, entablaron de nuevo conversación; curiosamente las cosas surgieron distinto, ella correspondió al saludo cortésmente, feliz, como si le hubiera estado esperando. Parecía ya haber terminado la travesía. Con el tiempo volvió a ser breve, las miradas vueltas distancia, y el brillo opaco en sus ojos. Había algo perturbando, un intruso en la vida de su amada, a quien por felicidad de la joven, V. toleraba lo más posible. No permitiría ni el mínimo acto desgraciado en aquella preciosa.

El tiempo paso y la distancia creció, yo lidiando con su dolor, importancia y frustración. Confundido él estaba pues la apreciaba bondadosamente, sin crueles intenciones, ni pretensiones osadas, como a una perfecta amistad, aunque muy en su interior guardara con recelo un creciente secreto.

Una madrugada V. me compartió uno de sus escritos:

Diario le extraño mi muy bella amiga.
Sin darme cuenta entró a mi cabeza más de lo permitido.
Sin darme cuenta la defiendo aún más.
Diario le recuerdo, rio sus momentos compartidos.
Sin darme cuenta todas las noches en mi último pensar se volvió.
Sin darme cuenta le fui queriendo cada vez más.
Se vuelve todo tan marcado ya en mí, intentando negarme su presencia se vuelve demandante, y es que, yo de usted mi dama, me he enamorado.

V.

Sin escapatoria ya, aceptó con creces el amor sutil por dicha dama, meses de extrañarla desesperadamente, noches donde solo quería recordarla volviéndose el último pensamiento nocturno…eran la obviedad de la situación.
La importancia crecía, sofocaba; contarle mil mentiras para el corazón de la joven calmar, pues nada de lo pronunciado era la principal razón del abandono. Esta vez, V. era el cruel.

La conciencia carcomía la tranquilidad, el saber la rotunda realidad sin poder confesar, le destrozaba el alma. Perdió toda su esencia, la catatonía se apoderaba de él. Vacío, rencor, indiferencia y malos tratos, era su característico ser ahora. La carencia de valor lo alejaban de su amor, as saber que siempre fue el perdedor.
Acepto con resignación el haberla perdido, incluso hasta de sus sueños; molesto estaba pues no comprendía el porqué de su regreso mental, el porqué de la premonición. Apagado, afligido, muerto en vida; nunca le vi así, siempre con su agresividad pasiva, arrogancia e indiferencia. Tratando de seguir viviendo como el solía ser, pero no, no fue para nada como solía ser. Grotescamente su dolor se manifestaba. Incluso las rimas habían secado.
Por meses el tema cayo olvidado, decía tenerlo superado, era evidente que no.

Volviéndose tan callado, un silencio inusual en V, delataban la falsedad de su voz. Únicamente le notaba revivir al hablar tiernamente sobre ella, el describirla, el decir su nombre. Recuerdo su exaltada respuesta a la pregunta sobre el ser de la joven, sobre su belleza. El color volvía a su piel.

¿Qué si es linda? ¡Es hermosa!, bella, la niña más preciosa que mis ojos jamás vieran.
¿Qué cómo es? Sumamente clara, linda. Guarda gran delicadeza, paciencia y cariño. Unos ojos dulces de todas tonalidades, que de apartar quien fuera la mirada, seria castigado en no verle más. No llegan palabras ni todas las poesías bellas para cubrir su presencia.

Aquellas eran sus respuestas enamoradas.

Meses transcurridos, las presión y cargo de conciencia lo mataba, pues había recibido indirectamente una posible y definitiva despedida. Yo le entendía, el ya reafirmado su amor lo tenía; de modo que su idea era dejarlo mejor flotando. Temía de confesar que la joven le repudiara más aún. Prefería entonces dejar en recuerdo, ser enterrado con ello.

El corazón se desgarro al leer tal petición, fue peor que en la primera ocasión; aunque de mucho sirvió pues el coraje le impulso a confesar todo su amor. Reuniendo todo su valor para en un directo mensaje con todo terminar. Esperaba paciente y nervioso.

Muy en el fondo conocía a la joven, no podía imaginarle como una cruel persona. Consiente estaba de todo su propio daño. La respuesta llego apurada.
Respetuoso del aquel mensaje, sintió un gran peso esfumarse. Tranquilo estaba pues percibía la respuesta, los sentimientos no correspondieron igual, pero eso fue lo menos pues buscaba de su aprecio a pesar de la verdad.

Una mañana calurosa me encontraba solo nuevamente, y como de costumbre una pequeña nota en su alcoba:

Dos años y mi corazón ha sanado, no le tengo como alguna vez anhelé, mejor aún, le sigo teniendo. La respeto pues jamás vi esto verdadero.
Un placer el hablar con usted como solíamos ser.
El corazón volvió a su latir fuerte y la vida pude sentir correr por la piel. Caminar por vez primera en este par de años con seguridad interna, cabeza en alto y vista al frente; a paso firme y fuerte…con vida nuevamente.
Ahora ya sintiéndome libre, podre irme.

La tranquilidad rondo sobre mí, tal cual lo leí. Finalmente había terminado, realmente encontró a su preciosa de ojos color a sus emociones, a su dama en sueños recurrentes, belleza de ojos verdes.
Realmente conocía su bondad, su alma noble, pues ella nunca dalo le causo. Al guardar la nota, observe curioso un cuadernillo gris que nunca V. había mostrado. El filo de una hoja salía desordenado y este callo; no pude evitar leer esta conmovedora y nunca entregada carta, una que, posiblemente con el tiempo seria despintada junto con los recuerdos y ese amor siniestro.

Todo cruza por mi mente al sujetar esta pluma, la tinta se transforma en recuerdos veloces que no sabría cómo iniciar, el papel me absorbe para que al parecer todo esto quede solo en mi pecho.

No hay inicio preciso más aquel en primeras líneas mencionado en esto que intento sea una carta. Aquel fue un inicio ignorado, tomado de otro modo que no fuera malo, solo distinto; lo verdadero surgió teniendo que pasar por pesadumbres leves que fueron superadas y aun así, sin percatarme realmente hasta en meses sentir romperme. Antes de ello con emociones confusas, preguntas internas, atención especial a sus actos más comunes; tantas cosas como si fuesen dichas desde muy lejana distancia. Apenas tomándole importancia. Así transcurrieron cientos de días felices.

Ahora no quiero mencionarla, no pienso describirle, solo pretendo que conozco su cometido. La extraño, y no pienso escribir todo de cómo fue si ya lo sabe perfectamente.
Rompí por vez primera en mi vida una importante promesa, la cual yo firme con el alma y ante sus ojos lagrimosos de felicidad. Sí, habrá sido una usada promesa, pero es cuando pienso que para cada persona el significado e intenciones son realmente valiosos. Prometí jamás dejarle sola, siempre cuidarle y quererle, valla que así fue, con toda la pureza de mi persona como jamás de mí se habría esperado; sin el más mínimo cargo de conciencia, pasando a ser tan natural.
Aprendí de aquello ser realmente es una responsabilidad aunque con el tiempo todo fluya tan sincero y agradable, que de romperla es un castigo opresivo doloroso. Po lo tanto, comprendí lo real de esas palabras, tan reales que deben ser tomadas con seriedad pues no sabes por todo aquello que un ser pasara, si tantas falsas esperanzas le han dado, si ha quedado sola; pues podría ser uno quien la deñara una vez más, podrías ser tu quien nuevamente incumplió después de alguien más, podrías ser tu quien de nuevo la hunda en decepción, donde por más que intentes ser disculpado, para esa persona fue tan especial que la decepción en ella mató.

Así leo su pensamiento. Reconozco plenamente mis equivocaciones hacia usted, a quien le partí el corazón. Necesitaba de mi cuando mi mente viajaba lejos pues alguien gano su corazón haciendo de este modo no soportar verla sufrir, mi ira crecía y no querría callera en usted.
Tranquila debe de estar, pues no era nada jamás contra su persona, sino para tu persona que podía hacer lo que yo no, quien mi lugar transformó.

Podría sonar esto emotivo para usted de leerlo, es que preciosa, no se percató de lo fundamenta; sencillamente para usted esto fue amistad, algo grande, lindo y sincero al igual que para mí; a diferencia de usted señorita, yo le apreciaba de una manera especial, precipitándose a un año de perderla, y con más fuerza a semanas de recibir su por siempre aparente despedida.

Yo veía en usted mi bella dama, la ternura más grande en esos ojos tornasoles la paciencia más eterna en su estar y para los demás, todo un manjar de los más sensibles y delicados emociones. Una delicadeza y una gran cualidad al detalle al ver sus manos crear o cualquier cosa realizar. Todo aquello percibía desde conocerla, era que yo no descifraba el enigma.
Recuerdo al ver sus ojos, cuando vi dentro de ellos en toda su expresión, se encontraba usted sentada sobre el pasto, una gran sonrisa salió en su rostro, dejando ver el brillo intenso de sus ojos como si fueran un par de flores al abrirse, así crecían al mismo tiempo que pasaban de un verde dulce y claro, al tono esmeralda con un leve gris apenas asomándose. Podría decir que vi el invierno reflejado. Lo que la hacía feliz, tan radiante igualmente me hacía feliz; pues el causante poseía mi entera confianza.

Deduzco un poco lamentable que desde aquel momento ignoré lo que ahora me provoca su recuerdo y encías por su regreso.

Con todo el aprecio de mi alma.

V.

Mi corazón latió con fuerza, las lágrimas no tardaron en deslizarse; siempre tan emotivo. Desconocía rotundamente la idea de su partida.

Los días entre tristes y felices transcurrían pues erro al suponer sencilla su partida; que nada afectaría, que solo las cosas serían aclaradas y nada retomado…no fue así. Ignoraba ya asuntos románticos con la joven, aun así la dificultad crecía al tener que despedirse. El momento de partir ya no fue eterno.

Recuerdo la última nota de su letra:

Resulta evidente por lo que prefería hacer tardía esta despedida, que ni segundos permitirían un retracto. Pero no lo he conseguido así; tenía que ser de un solo fragmento, sin oportunidad de mirar atrás…para solo continuar. Pero no lo he conseguido así, aunque tampoco sin permitirme partir.
Logró sin pretenderlo señorita, hacerme dudar de mi travesía; me aferro fuerte a entender que eso no es perderla nuevamente.

V.

Consiente de la cercanía de su partida, algo debía dejar a su amada amiga. Inquieto estaba pues el decidir en dejarlo todo en blanco le abrumaba, escribir una breve nota al marcharse era otra opción.
El tiempo corría y tal vez la última mirada a esos ojos podría esfumarse igual. En cualquier momento V. partiría.
No se preocupó más, y dejando esta sencilla aunque clara nota el siguió su rumbo.

Mi muy querida dama y apreciada amiga, es momento de continuar mi camino; conozco ahora de su nuevo amor, por lo cual me marcho en paz. Siempre le apreciare como la buena amistad que fue, le agradezco sanara mi corazón aun en mutua distancia.

Sepa usted, querida mía, estaré aquí con el corazón abierto a sus anhelos.

V.

Frio, nervios y adrenalina; el tren aguardaba ya y por su cabeza rondaba aquella frase de la joven dicha antes, ‘’al menos todo paso’’.
Secreto que V. se guardó, claramente la apreciaba como siempre, tanto que su respeto hacia ella era ya más fuerte, prefería entonces dejarla ir con su propia vida, estar siempre con su corazón abierto.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS