Artículo Científico: Educación y Pensamiento Económico.

Artículo Científico: Educación y Pensamiento Económico.

EDUCACIÓN Y PENSAMIENTO ECONÓMICO.

Mag. Econ. Juan Carlos Lara Carreño

Artículo Científico Publicado

Revista Electrónica: https://clubdeescritura.com

ABSTRAC

En este artículo se analiza uno de los temas centrales del área de economía de la educación que es el de la formación de recursos humanos con el propósito de responder la siguiente pregunta ¿porqué es importante la educación para los economistas?. Para lograr este objetivo, se hace una revisión de la obra de autores representativos de los mercantilistas, fisiócratas, clásicos, neoclásicos, keynesianismo, teóricos del capital humano, del mercado dual del trabajo, de la segmentación del mercado de trabajo y de la CEPAL.

INTRODUCCIÓN

En el contexto actual -en el que sobresalen la globalización de los mercados, la reestructuración de los proceso productivos, la tercera revolución científico tecnológica y la consolidación de lo que muchos autores han denominado como el sector cuarto[1]– el conocimiento tiene particular relevancia[2] y debido a que gran parte de éste se crea y se transmite en el sistema educativo, uno de los temas que está en el centro de la discusión es el que se refiere a el papel de la educación en la economía.

En la literatura reciente, autores como Porter, Drucker, Kodama, Piore y muchos más han planteado que para que los países puedan competir en el mercado internacional se requiere que, entre otras cosas, tengan la infraestructura y las condiciones necesarias para preparar cuadros humanos calificados así como para generar adoptar y adaptar la ciencia y la tecnología a fin de apoyar la reestructuración de sus aparatos productivos[3].

La importancia de la educación no es un tema nuevo en economía, por el contrario el reconocimiento de que ésta repercute en el crecimiento económico y en el bienestar de la población ha sido tratado por economistas en diferentes momentos e incluso ha dado pie a la conformación del área de economía de la educación[4].

Cabe señalar que si bien es cierto algunos economistas reducen a la educación con escolaridad, otros reconocen que la educación es un concepto más amplio que se relaciona con la escuela, el trabajo, la familia, el entorno social y otros espacios; Desde nuestro punto de vista, la existencia de diferentes definiciones más que ser producto de reflexiones apresuradas, tienen que ver con el desarrollo de aspectos teóricos y metodológicos[5] y con la preocupaciones económicas y sociales que ha habido en diferentes momentos y sociedades. Así pues, el concepto de educación en el campo de la economía de la educación es un concepto histórico.

Antes del siglo XVIII, el término con el que se hacia referencia a las destrezas, habilidades y adiestramiento técnico era el de <<skill>> o <<arte>>. En diferentes obras, los mercantilistas mencionan que uno de los propósitos más importantes de la política estatal consistía en aumentar el <<arte>> de la nación a fin de que ésta pudiera exportar mercancías y con esto obtener una balanza comercial favorable que se traduciría en metales preciosos, expresión de la riqueza de un país.

En particular, autores como John Hales, Thomas Mun, Edwards Misselden, Nehemias Grew, William Petty, Malachy Postlethwayt, Pedro Rodríguez Campomanes y Gaspar Melchor de Jovellanos señalaron la necesidad de la aplicación directa de los conocimientos a la solución de los problemas económicos y la importancia de la educación en el crecimiento económico[6].

1.A. LOS CLÁSICOS

La incorporación de la educación, en la economía como un tema trascendente se debe a los clásicos, quienes en los siglos XVIII y XIX, señalaron la importancia de ésta en la economía. Otros temas incorporados en el análisis económico fueron la calificación, las habilidades y destrezas de los trabajadores,

Así, para A. Smith (1723-1790), uno de los factores que influye de manera importante en el crecimiento económico es la calificación de la fuerza de trabajo. En particular, sobre la educación, A. Smith señaló que:

“La diferencia de talentos naturales en hombres diversos no es tan grande como vulgarmente se cree, y la gran variedad de talentos que parece distinguir a los hombres de diferentes profesiones, cuando llegan a la madurez es, las más de las veces, efecto y no causa de la división del trabajo. Las diferencias más dispares de caracteres, entre un filósofo y un mozo de cuerda, pongamos por ejemplo, no proceden tanto, al parecer, de la naturaleza como del hábito, la costumbre o la educación” (A. Smith; 1958: 18).

Por otra parte, A. Smith al definir el concepto de capital, diferenció al capital físico del capital humano y otorgó al trabajo humano un papel relevante en la creación de la riqueza:

“Cuando se construye una máquina muy costosa, se espera que la operación […] hasta su total amortización, responderá al capital invertido y procurará, por lo menos el beneficio corriente. Un hombre educado a costa de mucho trabajo y tiempo, en uno de aquellos oficios que requieren una pericia y destreza extraordinarias, se puede comparar con una de esas máquinas costosas. La tarea que él aprende a ejecutar hay que esperar que le devuelva, por encima de los salarios usuales del trabajo ordinario, los gastos completos de su educación y, por lo menos, los beneficios correspondientes a un capital de esa cuantía […] la diferencia entre salarios del trabajador corriente y los del calificado reposan en este principio” (A. Smith; 1958: 99)

Un número importante de economistas, coinciden en señalar que en la obra de Adam Smith se encuentran los primeros antecedentes de la teoría del capital humano al poner énfasis en 1) el trabajo como fuente de la riqueza; 2) la existencia de diferentes calificaciones de los trabajadores; 3) la consideración de la educación y otras formas de aumentar la calificación de la fuerza de trabajo como inversión de los trabajadores; y 4) como estas inversiones se reflejan en los salarios.

A diferencia de Adam Smith, Thomas R. Malthus puso más énfasis en las repercusiones de la educación en los problemas sociales que en el ámbito económico. En 1806, Malthus escribía:

“Hemos prodigado enormes sumas de dinero en socorrer a los pobres, los cuales tenemos razones para creer que han tendido siempre a agravar su miseria. Pero, en cambio, no nos hemos ocupado de educarlos y de inculcarles aquellas importantes verdades políticas que les tocan más de cerca, que forman quizá el único medio de que disponemos para elevar su situación y para hacer de ellos hombres más felices y súbditos más pacíficos” (Malthus; 1806: 463).

Jean Baptiste Say (1767-1832), hizo referencia a la educación cuando analizó el papel de los empresarios, a quienes definió como hombres educados. Para Say, los empresarios juegan un papel central en el proceso de producción ya que son ellos los que la dirigen. Además, señaló que las destrezas y habilidades deben ser consideradas como capital ya que se adquieren a un costo y éstas tienden a aumentar la productividad del trabajador.

Por su parte, David Ricardo (1772-1823), si bien es cierto estableció una escuela lancasteriana, hizo poca referencia a la educación. Para él, el precio natural de las mercancías (excepto las materias primas y la fuerza de trabajo) tiende a disminuir debido a las mejoras en la maquinaria, división del trabajo, distribución de la mano de obra y la creciente habilidad científica e industrial de los productores.

Carlos Marx, por su parte, es uno de los teóricos que analizó con mayor profundidad al sistema capitalista. En su obra diferenció al trabajo de la fuerza de trabajo y se refirió al papel de los trabajadores en el proceso de trabajo y en los mercados de trabajo. Otro aspecto que sobresale en sus análisis es la importancia que da a las características de los trabajadores.

Las reflexiones sobre la importancia de la educación en la economía no sólo fueron abordadas en Inglaterra, en Alemania Adam Müller (1779-1829) y Johann H. Von Thünen (1780-1850) señalaron la importancia de la educación, la cultura y las características de la población en las economías de los países. Así, para Müller, los factores que inciden en la producción son la naturaleza, el hombre y el pasado entendido como el capital físico y el capital espiritual. Por su parte Von Thünen señaló que un trabajador mejor educado y entrenado por un periodo más largo de tiempo producirá una cantidad superior de trabajo que el no entrenado además de que la mejor instrucción aumenta el costo de la educación. En Estados Unidos, Friedrich List (1789-1846), alemán nacionalizado norteamericano, coincidía con Müller.

Otro economista que mostró gran interés por las repercusiones de la educación en la economía fue Nassau W. Senior (1790-1864). Este autor, al analizar la definición de capital, incluyó el concepto de <<capital inmaterial>> para indicar las habilidades y destrezas desarrolladas en el individuo mediante la educación.

Senior propuso que se incluyera en el análisis económico el concepto de <<abstinencia>> y consideró que era en las escuelas donde se debía enseñar al pueblo a abstenerse de consumir en el presente con el objeto de poder consumir más en el futuro. Para lograr este objetivo, el gobierno debía intervenir en la educación, la cual debería ser obligatoria. Además, de lo anterior, la educación permitiría controlar el crecimiento de la población.

Un planteamiento similar al de Senior lo hizo John Stuart Mill (1806-1873) al considerar que la educación era el mejor medio para inculcar hábitos de prudencia y superación:

“Con el fin de alterar los hábitos del pueblo trabajador… una educación nacional efectiva de los hijos de las clases trabajadores es lo primero que se necesita… Se puede afirmar sin escrúpulos que el fin de toda instrucción intelectual para la masa del pueblo debe consistir en cultivar el sentido común, prepararla para formar un juicio práctico verdadero de las circunstancias que la rodean. Cualquier cosa que en el campo intelectual se añada a esto es principalmente ornamental… Una educación dirigida a difundir el buen sentido del pueblo, dándole unos conocimientos que le capaciten para juzgar las tendencias de sus acciones, elevaría sin duda, incluso sin intervención directa, una opinión pública para la cual la intemperancia y la imprevisión de todas clases serían consideradas como vicios ignominiosos” (Mill; 1909: ).

1. B. LOS NEOCLÁSICOS

Alfred Marshall (1842-1924) al analizar el éxito industrial de los países hizo referencia a: la importancia del carácter[7]; las facultades artísticas[8]; las repercusiones de la especialización[9], las habilidades[10], la educación y eficiencia de la población así como a las consecuencias de la división del trabajo, de la maquinaria y a las economías externas e internas.

Alfred Marshall consideró a la educación como una inversión nacional y señaló que una buena educación repercutiría positivamente en la industria. La conveniencia de invertir en fondos públicos y privados en la educación no debe medirse sólo por sus frutos directos. Dicha inversión deberá ser uniforme, enfocados específicamente sobre los sectores marginados, en que el cual existe el mayor porcentaje de desaprovechamiento debido a impedimentos económicos. El valor económico de un gran genio industrial es suficiente para cubrir los gastos de la educación de una ciudad, ya que basta una idea nueva para aumentar la potencia productiva como el trabajo de los hombres.

Sin embargo, a pesar de que Marshall dio gran importancia a la educación, debido a que centró el concepto de capital en lo material, no estimó práctico valorarla en términos monetarios, como lo hizo con el capital físico, aduciendo que ésta al igual que el concepto de capital humano, enfrenta serios problemas en términos de medición.

Por su parte Irving Fisher (1876-1947) dio un valor económico a los individuos, incorporándolos en el concepto de capital. Esto amplió su concepto respecto al de Marshall ya que incluyó al <<capital humano>> (Moreno; 1995: 4). Así pues, el concepto de capital de Fisher incluye todas las fuentes de ingreso pudiendo ser materiales (tales como los recursos naturales y la maquinaria) o abstractas (como la calificación de los trabajadores). Cabe señalar que las ideas de Fisher, si bien es cierto, se vieron opacadas por las de Marshall, más tarde fueron retomadas junto con muchos de los supuestos de la teoría neoclásica por los teóricos del capital humano.

1. C. LA EDUCACIÓN EN LA PERSPECTIVA KEYNESIANA

A partir de la década de los treinta, el contexto económico internacional, pero sobre todo Estados Unidos, se enfrentó a graves problemas que cuestionaron el pensamiento económico prevaleciente:

“La pobreza, hambre, desempleo, despilfarro de recursos, quiebras industriales, comerciales y bancarias, debilitamiento del capitalismo competitivo, predominio del monopolio, proceso de concentración y centralización, etc., hicieron que el pensamiento social evolucionara en nuevas direcciones.

El contexto de la época dejó claro para los economistas la necesidad de formular políticas económicas y sociales de planificación, contra el individualismo y contra el socialismo. Se abría una larga época de un cierto tipo de inversión estatal global, en economía” (Moreno; 1995: 5)

Los supuestos clásicos sobre la “mano invisible” como regulador de la actividad económica, la existencia de la competencia perfecta y el equilibrio económico fueron cuestionados por John Maynard Keynes(1883-1946) quien hizo nuevos planteamientos sobre la participación del Estado, la producción global y el empleo. Por otra parte, cabe señalar que si bien es cierto algunos de los supuestos fundamentales de los clásicos fueron abandonados, también lo es que otros, como el concepto micro del capital humano, fueron retomados e incorporados en esta perspectiva.

“Las inversiones educativas, al repercutir en el desarrollo como parte de las inversiones sociales, quedaron incluidas en la programación financiera del gasto social estatal, justificadas en su orientación, fines y roles para el desarrollo y la llamada nueva economía del bienestar.

Como la magnitud del gasto en inversión depende de la tasa de rendimiento o ganancia esperada y de la tasa de interés (costo), entonces, bajando la tasa de interés, sube la inversión y se produce un efecto multiplicador sobre el gasto total. Estos principios fueron aplicados a la inversión educativa mediante un vasto programa de obras públicas y gasto social financiado con préstamos.

Las inversiones y gastos educativos quedaron dentro de la política de planeación y administración macroeconómica, convirtiéndose en un gasto privilegiado del sector gubernamental”. (Moreno; 1995: 5)

La permanencia del concepto de capital humano en la teoría económica, particularmente en la keynesiana no fue gratuita, ya que en Estados Unidos y en muchos países europeos las repercusiones de la crisis del 29 y los efectos de la primera y segunda guerra mundial pusieron en primer plano todo lo relacionado con los recursos humanos. Este interés desembocó en el surgimiento y desarrollo de la teoría del capital humano y en la consolidación de un nuevo campo en la ciencia económica: la economía de la educación.

2. ELCAPITAL HUMANO Y LAS CRÍTICAS A ESTA TEORÍA

2. A. LOS TEÓRICOS DEL CAPITAL HUMANO

La consolidación de la teoría del capital humano esta relacionada con el trabajo de economistas como Solow, Denison, Griliches, Jorgenson, Schultz, Harbison Y Myer, quienes centraron su atención en la educación como insumo del crecimiento económico y el <<factor residual>>. Y de Hansen, Becker, Hanoch, Blau, Gounder, Duncan, Maso, Hause, Carnoy, Blaug, Mincer, Eckhau y Chiswick quienes pusieron énfasis en la relación educación-productividad (Moreno; 1995: 6). Cabe señalar que muchos de estos economistas se apoyan teóricamente en la teoría del capital y crecimiento que incorpora la importancia del capital humano:

Robert Solow, en diferentes trabajos, analizó las variaciones en el producto per capita debidas al cambio técnico y la disponibilidad de capital per capita e incorporó el “residual” en la medición de la productividad.

Solow definió a la función de producción agregada como: Q = F ( K, L, t) donde: Q = producción, K = insumo de capital, L = insumo de mano de obra, K y L en unidades físicas, y t representa el tiempo y aparece en F para considerar el cambio técnico.

Solow utiliza el concepto «cambio técnico» para referirse a cualquier clase de desplazamiento de la función de producción. Los retardos, las aceleraciones, las mejoras en la educación de la fuerza de trabajo, y toda clase de cosas, aparecerán como «cambio técnico». Así, el «cambio tecnológico» representa la parte del crecimiento del producto que no es «explicable» por el incremento de los insumos. Como ya se señaló anteriormente, Solow incluye el mejoramiento en la educación de la fuerza de trabajo en el «cambio técnico».

Con respecto a la contribución de la mejor calidad de la fuerza de trabajo, Solow sugiere que podría manejarse introduciendo diversos niveles de mano de obra calificada como insumos separados.

Edward Denison, por su parte, centró su atención en la educación como insumo del crecimiento económico y señaló que al hablar de progreso tecnológico incorporado en capital físico no se estaba haciendo otra cosa que referirse a cambios en la calidad de los bienes de capital. Una analogía puede hacerse en relación con los seres humanos, las destrezas y habilidades adquiridas están incorporadas al ser humano y posiblemente aumentan su calidad como productor.

Denison, en su trabajo sobre el crecimiento económico de los Estados Unidos, señaló que el crecimiento de la producción potencial depende de los cambios en la cantidad y la calidad de la mano de obra y el capital disponibles, del adelanto de los conocimientos y de factores similares. Mientras que la razón de la producción efectiva a la potencial está gobernada, sobre todo, por la relación entre la demanda agregada y la producción potencial.

Por otra parte, Denison señaló que la estimación de la contribución del avance de los conocimientos se obtiene como un residuo teniendo la debilidad acostumbrada de los residuos. Sin embargo, después de realizar las pruebas econométricas, encontró que este «residuo» no explicado por ninguno de los dos factores de la producción se entendía si se consideraban las mejoras cualitativas en la fuerza de trabajo proveniente de la educación.

Las conclusiones de Denison fueron corroboradas por los resultados de Schultz, quien en 1963 realizó una comparación entre las tasas de retorno de un dólar invertido en educación y de uno invertido en capital físico. La conclusión fue que la rentabilidad del dinero invertido en recursos humanos es tan o más grande que la rentabilidad del capital físico. Por lo tanto, Schultz propuso que la educación no debería considerarse como una actividad de consumo sino como una inversión que obtiene tasas muy altas de retorno, comparables con las del capital físico.

Con T. W. Schultz, se establece la rama de la ciencia económica denominada economía de la educación, la cual tiene como concepto fundamental al capital humano:

“Propongo tratar la educación como una inversión en el hombre y tratar sus consecuencias como una forma de capital. Como la educación viene a ser parte de la persona que la recibe, me referiré a ella como capital humano” (Schultz; 1981: ).

T. W. Schultz señaló que los factores decisivos para el mejoramiento del bienestar de la población, en especial de los pobres son el mejoramiento de la calidad de la población y los adelantos en el conocimiento. Para este economista el hombre tiene la capacidad y la inteligencia suficientes para reducir su dependencia de la tierra y de las fuentes de energía.

“En tanto que la tierra per se no es el factor crítico en la cuestión de la pobreza, el agente humano si lo es: la inversión en el mejoramiento de la calidad de la población puede aumentar significativamente las perspectivas económicas y de bienestar de los pobres. La atención a los niños, la experiencia laboral y doméstica, la adquisición de información y de habilidades mediante la escolarización, y otras formas de inversión en sanidad y escolaridad pueden aumentar la calidad de la población”. (Schultz, 1981: 17)

Para Schultz el factor trabajo no es homogéneo, los recursos humanos tienen diferentes características que se reflejan en diferentes calidades. Y la calidad consiste en diversas formas del capital humano. La calidad de población tiene un valor económico, por lo tanto su adquisición impone un coste. En ese sentido el tipo y monto de calidad adquirida a lo largo del tiempo depende de la relación entre las ganancias obtenidas de la calidad adicional y el coste de adquirirla.

Dado que la contabilidad del capital humano incluye las inversiones que significa el adiestramiento en el lugar de trabajo, que son grandes, además de los costes y rendimientos de la migración y las inversiones destinadas al mejoramiento sanitario, la educación es probablemente el factor más importante en este contexto. (Schultz, 1981: 79).

Myer Fritz Machlup, publicó en 1962 un estudio sobre la producción y distribución del conocimiento en los Estados Unidos. Para este economista <<conocimiento>> e <<información>> presentan pocas diferencias, y en su obra toda información es conocimiento.

“La producción del conocimiento es una actividad económica o una industria, si se quiere” Fritz Machlup, (1962) The production and distribution of knowledge in the United States, Princeton University Press, Princeton N. J., Pág. 9.

El estudio de Machlup descansa en la proposición de que el conocimiento es un componente importante y creciente en la actividad económica de los Estados Unidos; que este conocimiento afecta la productividad de los factores de la producción, y que los efectos de tal conocimiento pueden ser identificados y medidos, analizando las industrias y ocupaciones apropiadas.

En 1970 publicó su obra Education and economic growth, University of Nebraska Press, Lincoln. En ella plantea que la educación puede considerarse como consumo, inversión, pérdida de tiempo o estorbo. Cuando se disfruta de la lectura o de la observación de una obra de arte, la educación es consumo; cuando la educación sirve para mejorar la posición económica o social, es una inversión; cuando no sirve para el disfrute o mejoramiento, es una pérdida de tiempo; y cuando la educación recibida hace incompatibles los gustos y preferencias con las oportunidades de empleo, es un estorbo o impedimento.

Machlup señala que cuando se comparan grupos con distinta cantidad de educación, hay que tener en cuenta un gran número de variables que pueden alterar los resultados. La edad, el sexo, el color, el origen étnico, el origen social, la experiencia son fáciles de apreciar por los datos censales; pero hay otros factores que son más difíciles, como son los antecedentes familiares y relaciones y conexiones con personas influyentes. Pero el factor más difícil de considerar es la separación entre las habilidades natas e impulso personal, con las habilidades y actitudes adquiridas por la educación.

Gary S. Becker, profesor de Economía de la Universidad de Columbia, señala que el origen de su investigación se debe a la comprobación de que tras tener en cuenta el crecimiento del capital físico y del trabajo aún queda por explicar una parte importante del crecimiento de la renta en los Estados Unidos y al énfasis con que algunos economistas insisten en la importancia de la educación como factor de desarrollo económico.

Becker, en su libro Human capital: A theoretical and empyrical analysis, with special referente to education, publicada en 1964, desarrolla la tesis de que la inversión en capital humano ha producido una importante tasa de beneficios individuales y ha sido un factor de gran fuerza en el aumento de la productividad del pueblo americano. Para llegar a sus conclusiones, Becker analiza distintas clases de capital humano, tales como educación escolar y educación en el trabajo, y su análisis produce una teoría general de amplias aplicaciones que cubre desde la distribución personal de las ganancias, hasta los efectos del desempleo entre las personas de poca educación. También se presenta la acción del capital humano sobre las ganancias y la productividad en Norteamérica.

En este mismo texto, Becker se propone explicar fenómenos empíricos como: a) el típico aumento en las ganancias personales, de acuerdo con la edad, pero a una tasa decreciente; b) la tendencia negativa de las tasas de desempleo en relación con el nivel de habilidad; c) la actitud de paternalismo hacia los empleados que parece prevalecer en las empresas de países en vías de desarrollo; d) La tendencia de los jóvenes a cambiar de empleo más frecuentemente que las personas de edad; e) la desviación positiva de la distribución del ingreso, particularmente entre profesionales y otros trabajadores calificados; f) el hecho de que las personas más capaces reciben más educación y, g) el hecho de que la división del trabajo está limitada por la extensión del mercado (Becker; 1983: 28).

Partiendo del supuesto de que los mercados de trabajo y de bienes son perfectamente competitivos, Becker señala que en empresas que contratan trabajadores por un período específico de tiempo y en las que no existe formación en el trabajo, los salarios se determinan fuera de la empresa. Sin embargo, cuando existe formación en el trabajo (y, por lo tanto, interrelación entre los ingresos y gastos presentes y futuros) se puede dar una reducción de los ingresos actuales y un incremento de los gastos actuales; no obstante, las empresas podrían proporcionar capacitación y obtener un beneficio si los ingresos futuros aumentaran, o los gastos futuros disminuyesen, en la medida necesaria.

Este autor también señala que si el producto marginal es igual al salario en cada período, el valor actualizado de la corriente de productos marginales tendría que ser igual al valor actualizado de la corriente de salarios. Por lo tanto, si la formación tuviese lugar solamente durante el periodo inicial, los gastos durante ese período serían iguales a los salarios más el gasto de la formación, los gastos durante cada uno de los períodos restantes serían iguales únicamente a los salarios, y los ingresos de todos los períodos serían iguales a los productos marginales

Para Becker, la formación general es útil tanto a las empresas que la proporcionan como a muchas otras ya que da lugar a incrementos de la productividad marginal futura de los trabajadores. Además de la formación general, Becker se refiere a la formación específica. Respecto a la disposición de los trabajadores o de las empresas a costear los gastos de la formación específica ésta dependerá de la rotación laboral[11] y de los beneficios que se obtengan como consecuencia del incremento de la productividad.

Además de la formación en el trabajo y en las escuelas, los individuos tienen otros espacios y formas de obtener conocimientos que repercutan en un incremento de sus ingresos; la información de agencias de empleos o de anuncios, la comunicación con personas informadas, las visitas a empresas constituyen una inversión en información sobre oportunidades de empleos, que proporcionaría un rendimiento en forma de retribuciones superiores a las que en otro caso se hubieran obtenido.

Finalmente, la productividad de los empleados , señala Becker, depende no sólo de su aptitud y de la inversión que se realiza en ellos, tanto dentro como fuera del puesto de trabajo, sino también de su motivación y de la intensidad de su esfuerzo.

Por su parte, Héctor Correa en su libro Economía de los recursos humanos señala que los hombres intervienen en la economía como factores de producción y como objetivos finales de los procesos socioeconómicos. Al igual que otros autores, Correa considera que uno de los insumos de la función de producción es el trabajo y que entre los factores que influyen en éste se encuentran el tamaño de la población (la que a su vez se relaciona con la natalidad, la mortalidad y la migración), la salud, la edad, el sexo y la educación.

Respecto a la importancia de la educación, Correa señala lo siguiente:

“… existe una relación entre el nivel educativo de la fuerza de trabajo y el volumen de la producción.

… Cuando trabajan personas con capacidades diferentes, sus productos difieren. A estas diferencias de producto, en la medida en que se deben a la educación, las llamaremos el producto directo de la educación. Este producto depende de la interacción del trabajo educado con otros factores de producción; por lo tanto, las mediciones deben hacerse teniendo presente esta interdependencia, y considerando la función de producción de bienes donde el trabajo educado es un factor” (Correa; 1970: 171)

El libro de Correa es importante porque al analizar la oferta y demanda del trabajo, aborda el papel de la educación, los determinantes macro y microeconómicos de la demanda y oferta de la educación y propone métodos de estimación de la contribución de la educación a la producción.

Al hacer una recapitulación sobre los teóricos del capital humano, Teresa Bracho puntualiza las aportaciones de los teóricos del capital humano:

“… parten de la constatación empírica de la relación entre escolaridad, productividad y desempeño, tanto en el mercado de trabajo como en actividades fuera de éste (por ejemplo, los hogares)…” (Bracho; 1994: 5).

“El centro de la teoría del capital humano se encuentra en concebir la educación y la capacitación como formas de inversión que producen beneficios a futuro en términos de mayores ingresos, tanto para los individuos educados como para la sociedad en su conjunto (Schultz, 1961; Becker, 1975). Así, el gasto en educación no se percibe como “consumo”, sino más bien como una inversión orientada a elevar la calidad y productividad de la fuerza de trabajo y que, por tanto, contribuye al aumento de los niveles de ingresos futuros” (Bracho; 1994: 5).

“… La pregunta central del texto de Schultz y del origen de la teoría del capital humano se encuentra en tratar de discernir hasta dónde se podría explicar la “calidad” del trabajo a partir de la inversión en capital humano y en qué medida ésta podría dar cuenta de parte del crecimiento económico, esto es, hasta dónde podría ser parte residual de los modelos de crecimiento basados convencionalmente en medidas de capital y trabajo (Bracho; 1994: 10).

No esta por demás señalar que la teoría neoclásica tuvo como fundamentos la teoría de la productividad marginal que explica la demanda del trabajo; la teoría de la maximización de la utilidad que explica la oferta individual del trabajo y la teoría competitiva del equilibrio de los mercados (Llamas; 1989: 20). De éstos fundamentos se desprenden los siguientes supuestos:

  • El trabajo está sujeto a las mismas leyes económicas que cualquier otro insumo del proceso de producción.
  • Las fuerzas del mercado prevalecen. La libre movilidad del trabajo asegura equilibrio entre la oferta y la demanda de todo tipo de empleo.
  • Los patrones tratan por igual a todos los trabajadores.
  • En cualquier categoría de especialidades los trabajadores son homogéneos, con la misma productividad, el mismo sueldo y la misma información sobre las oportunidades de trabajo.
  • Los individuos ganan según su productividad. Y la productividad de los individuos depende de su capital humano.
  • En esta perspectiva la educación adquiere gran relevancia ya que se convierte en el mecanismo a través del cual: los trabajadores adquieren las habilidades productivas o especialidades; se definen los aspectos centrales de la ocupación y se definen las remuneraciones de los individuos.

Además de que se dan como evidentes varias relaciones causales: educación-productividad, gasto educativo-capital físico, nivel educativo-ingreso. Incluso se aceptan las ideas de que la educación y adiestramiento resuelven la pobreza y el desempleo y de que la educación, sin menoscabo de otros fines como la integración cultural o la reducción de las desigualdades, tiene como meta resolver la supuesta subcalificación de la mano de obra en todos los niveles del sistema productivo y sentar las bases para el despegue económico del país.

Aunque la teoría del capital humano gozó de gran influencia entre los economistas que se dedicaron a estudiar los mercados de trabajo y las repercusiones de la calidad de los recursos humanos en el proceso de trabajo, en la década de los setentas diferentes autores plantearon críticas entre las que sobresalen las siguientes:

  • Michael Piore cuestionó a los teóricos del capital humano el “desmesurado empirismo y su falta de sistematización teórica”, así pues, las críticas de Piore se centran en los supuestos teóricos y en la metodología con los que trabaja la teoría del capital humano. Frente a las deficiencias de la teoría del capital humano Piore propone utilizar el método inductivo[12]y revisar algunos de los supuestos teóricos como el de la conducta de los individuos y el de la perfección de los mercados.
  • Carnoy en 1974 y Blaug en 1976 realizaron investigaciones en las que mostraron que la acreditación universitaria ni garantizaba una productividad mayor ni aseguraba un ingreso más elevado automáticamente. Indicaron que el empleador no reconocía ni pagaba tanto la educación en sí (conocimientos adquiridos) sino lo que señala (una capacidad potencial de rendimiento).
  • Ernesto Schiefelben cuestionó la validez misma de la relación lineal establecida entre la educación y la esfera productiva.
  • Thurow diferenció la productividad del puesto de la productividad marginal del trabajador, asignando esa última a la formación educativa y la primera a la división del trabajo existente.
  • Desde la perspectiva marxista, autores como Harry Braverman, Richard Edwards y Herbert Gintis cuestionaron los supuestos teóricos del capital humano.
  • Otros investigadores demostraron que el grado de incidencia de la educación cambiaba según se consideraba la variable escolar en el mercado externo (a nivel del reclutamiento) o en el mercado interno (donde se establecen relaciones más complejas entre capacitación y formación). Asentaron las bases para la teoría de los mercados segmentados.
  • Como estrategia de desarrollo, para México la política socialmente más rentable es invertir en la educación de su población en el nivel de primaria.
  • Las tasas de rendimiento de las inversiones en elevar la escolaridad de la población en general son bastante superiores al rendimiento de otros tipos de inversiones, y este rendimiento es todavía mayor para niveles básicos de escolaridad.
  • El rendimiento marginal de la educación aumenta con los años de estudio, en nuestro medio el sistema educativo podría fomentar una mayor desigualdad de ingresos si no se tiene cuidado en la manera en que se promueve esta inversión. (Meléndez, 1994: 18)

Resulta interesante que Mark Blaug -teórico del capital humano- en una actitud autocrítica reflexionara sobre el status de esta teoría.

Como respuesta a las críticas que le hicieron -particularmente, frente al desempleo, racismo y discriminación sexual- los teóricos del capital humano plantearon restricciones en el modelo de decisión de la oferta de trabajo de los individuos, la incertidumbre y costos de selección, así como hicieron referencia al adiestramiento y costo de selección. Sin embargo, frente a las inconsistencias y limitaciones de la teoría del capital humano, a finales de la década de los 60 surgieron otras corrientes

2. C. CORRIENTES CRÍTICAS A LA TEORÍA DEL CAPITAL HUMANO.

ENFOQUES INSTITUCIONALISTAS.

La corriente institucionalista ejerció una influencia predominante en la elaboración de la crítica de la teoría del capital humano y propició el desarrollo de teorías y estudios sobre la segmentación del mercado de trabajo y sobre los mercados de trabajo internos, nacidos también de la gran atención prestada a los perfiles reales de la economía que ponen de relieve las barreras a la libre movilidad del trabajo o la mera determinación de los salarios en función de la productividad.

LA TEORÍA DEL MERCADO DUAL DEL TRABAJO

Esta teoría se desarrolló a finales de la década de los 60 como un intento de explicar algunos problemas empíricos que la economía neoclásica no podía resolver. Este enfoque representa una posición intermedia entre la economía neoclásica y la radical. Entre los principales supuestos de la teoría del mercado dual del trabajo están los siguientes:

  • El mercado laboral se divide en mercado primario y mercado secundario:
  • La dicotomización del mercado laboral se explica por factores institucionales e históricos: tecnología, estructura ocupacional, costumbres, composición de la fuerza laboral.
  • La movilidad de lo trabajadores es limitada. Los trabajadores del mercado secundario no pueden pasar al mercado primario.
  • Las características del capital humano asociadas con productividad (escolaridad y adiestramiento) tienen escasa influencia sobre los sueldos y puestos de trabajo de la mayoría de los trabajadores del sector secundario.

Mientras que el mercado primario tiene altos salarios, buenas condiciones de trabajo, estabilidad y seguridad en el empleo, equidad en la aplicación de las normas de trabajo y oportunidades de promoción, el mercado secundario cuenta con trabajos menos atractivos, salarios bajos, deficientes condiciones de trabajo, variabilidad en el empleo, disciplina dura y arbitraria, pocas oportunidades de promoción.

Respecto al papel de la educación en los mercados de trabajo, los teóricos del mercado dual del trabajo señalan que:

  • Las características del capital humano asociadas con productividad (escolaridad y Adiestramiento) tienen escasa influencia sobre los sueldos y puestos de trabajo de la mayoría de los trabajadores del sector secundario.
  • La educación no resuelve la pobreza y el desempleo.
  • En Alemania se elaboró el concepto de la segmentación triple del mercado de trabajo con un segmento de mano de obra profesional-vocacional, un segmento fabril-interno y un segmento de mano de obra no especificada «cualquiera».

ENFOQUES Y MODELOS DE LA SEGMENTACIÓN DEL MERCADO DE TRABAJO:

Además de las corrientes antes señaladas, hay otros enfoques que ponen la atención en la segmentación del mercado de trabajo, dichos enfoques estan generalmente asociados con los nombres de sus autores: Carnoy y Carter; Carnoy y Levin; Deoringer y Piore; Piore; Gordon, Reich y Edwards, sin embargo estos pueden dividirse en dos grupos: los tecnológicos y los de contorno social.

Los enfoques tecnológicos:

Uno de los más representativos de este enfoque es M. Piore. Este autor se apoya en los postulados de Adam Smith: la productividad depende de la división del trabajo, y la división del trabajo depende de la extensión del mercado. Y agrega dos proposiciones nuevas: la división del trabajo también es función de la estabilidad e incertidumbre de la demanda, y cualquier demanda por mercancía puede separarse en un componente estable y otro inestable.

Los supuestos de este enfoque son los siguientes:

  • Considera a la tecnología como variable independiente que determina la estructura del trabajo en la economía. Así pues, la tecnología determina la organización del trabajo en la producción y la existencia y la distribución de las cadenas de movilidad.
  • La organización dicotómica en la industria es el resultado de la distribución de la demanda en un componente estable y otro inestable, lo que crea un centro de empresas monopólicas y un sector periférico de empresas competitivas y pequeñas.
  • La productividad es una función monotónica de la división del trabajo.

Entre las hipótesis más importantes destacan las siguientes:

  • La determinante fundamental de la división en diferentes tipos de cadenas de movilidad es la estructura de la tecnología.
  • La tecnología determina la naturaleza de los trabajos y los requisitos de los trabajos determinan las características del trabajador.
  • La productividad es una función monotónica de la división del trabajo.
  • La división del trabajo acelera el progreso técnico.
  • La división del trabajo está limitada por la dimensión, estabilidad, y certidumbre del mercado.

En 1975-1980 Piore abandona la «noción minimalista» que distingue los sectores primario y secundario, y define un rango ocupacional superior e inferior dentro de cada uno de los anteriores. Además incorpora el segmento artesanal, que tiene una posición intermedia entre los rangos ocupacionales superior e inferior del sector primario.

Los enfoques radicales de la segmentación del mercado de trabajo:

Los enfoques radicales se desarrollaron en Estados Unidos y abordaron los mercados de trabajo en países desarrollados y en desarrollo al comienzo de la década de los sesentas y, al igual que la corriente institucionalista, y la teoría dual de mercados de trabajo, surgieron ante las limitaciones de la teoría neoclásica para explicar fenómenos como la pobreza, el desempleo urbano, la discriminación contra los grupos minoritarios en el mercado laboral y los diferentes resultados económicos y sociales que la educación y el adiestramiento producen para los diferentes grupos de la sociedad.

La economía política radical puso de relieve las maneras en que las instituciones educativas reproducen las relaciones de producción existentes y, por ende, en qué grado la estructura de las instituciones educativas refleja o reproduce la estructura económica fundamental de la sociedad.

Cabe señalar que mientras que los institucionalistas consideran que la educación es una respuesta históricamente determinada a una demanda institucionalizada y creada por la sociedad, los radicales consideran la educación como un instrumento para reproducir las relaciones sociales de producción y los esquemas culturales de hegemonía, así como una fuente de las contradicciones que puede provocar un progreso social. Los radicales examinan la manera en que tales funciones se manifiestan y desarrollan, qué es lo que determina el rumbo futuro del sistema educativo y cómo los esquemas de comportamiento y la condición social adquiridos en la escuela corresponden a las relaciones de poder que prevalecen en la sociedad o a veces las contradicen.

Entre los supuestos más importantes de los que parten los teóricos de los enfoques radicales destacan los siguientes:

  • El trabajo ha sido dividido en segmentos de grupos no competitivos de trabajadores que comparten algunas características comunes.
  • Estas teorías están históricamente fundamentadas y estudian las fuerzas sistemáticas que restringen las opciones disponibles a grupos completos de la clase trabajadora.
  • La unidad de análisis no es el individuo como tal, sino los grupos sociales.
  • Cada segmento de trabajadores tiene su propio modo de operación, diferentes criterios de promoción, procedimientos de supervisión y escalas de salarios.
  • Las fuerzas institucionales representan y juegan un papel más importante que las fuerzas del mercado en la asignación y distribución del trabajo.
  • Los mecanismos del mercado están relacionados al sistema de poder y dominación de la sociedad en su totalidad. Esto implica buenos y malos trabajos, diferentes tipos de ocupaciones, empresas de la periferia y del centro.

Los modelos radicales enfatizan que: las instituciones educativas se encuentran íntimamente ligadas con la fuente de trabajo; los trabajadores tienen diferentes rendimientos económicos según las credenciales educativas que hayan adquirido y según el sector en el que trabajen; la educación actúa como elemento generador de las divisiones de la clase trabajadora y como una institución que conforma a la población para trabajar bajo condiciones capitalistas de producción; la educación proporciona especialidades y las escuelas han sido medios utilizados por los capitalistas para remediar la escasez de trabajo especializado; y, a través de la educación, los capitalistas crean el tipo de trabajo que necesitan, en términos de especialidades y orientación ideológica.

Entre los principales modelos del enfoque radical destacan los de Gordon, Reich y Edwards; Carnoy y Carter y Carnoy y Levin que parten de los siguientes supuestos:

  • La selección de técnicas específicas de producción depende no sólo de las ganancias que generan, sino también de la estrategia de los capitalistas para controlar a los trabajadores.
  • La misma tecnología se puede operar con diferentes formas de organización del trabajo; los capitalistas escogen una organización social que les asegure la colaboración de los trabajadores en la producción.
  • La organización industrial es un resultado de la concentración y centralización del capital.
  • La productividad es un resultado de la lucha de clases, porque los capitalistas y los trabajadores tienen intereses contrarios en la producción y la productividad es el resultado de los intentos por resolver esta contradicción.
  • Los trabajadores están divididos en la producción y los segmentos surgen de la dinámica capitalista.
  • La explicación de la segmentación debe estar basada históricamente y fundada en el marco analítico del conflicto de clases.

En el modelo de Gordon, Reich y Edwards la segmentación del mercado de trabajo es el resultado de 4 procesos de segmentación: 1) La segmentación entre un mercado primario y un mercado secundario. 2) La segmentación del mercado primario entre mercado subordinado y mercado independiente. 3) La segmentación por raza; y 4) La segmentación por sexo.

Para estos autores la segmentación del mercado de trabajo aparece y es perpetuada porque es funcional, o sea, facilita la operación de las instituciones capitalistas. La segmentación es funcional porque ayuda a reproducir la hegemonía capitalista.

En el modelo de Carnoy y Carter los segmentos en este modelo se definen con el propósito de identificar su productividad y relacionarla con la tasa de explotación asociada a los mismos. Así pues, se centran en las brechas de productividad y salarios entre los segmentos, enfatizando el concepto de explotación. La educación aunque juega un papel importante, es vista como un requisito de entrada en cada segmento.

Los autores distinguen 4 segmentos del mercado de trabajo: 1) el altamente educado. 2) el sindicalizado. 3) el competitivo, y 4) el artesanal:

En este modelo existen dos problemas de identificación de los grupos sociales: los autores identifican a los gerentes (managers) con los capitalistas, y para ellos el sector artesanal no pertenece estrictamente a la clase obrera y se asemeja a lo que tradicionalmente se ha llamado pequeña burguesía.

El modelo de Carnoy y Levin enfatiza la socialización prelaboral de las personas. Los autores integran en este modelo una visión general de los mecanismos por los cuales el aparato productivo, el educativo y otras instituciones sociales, tales como la familia y la iglesia, preparan a las personas para reproducir y trabajar en una sociedad segmentada o dividida. Los segmentos los definen como: el altamente educado, el sindicalizado, el competitivo y el artesanal.

La asignación de personas a las distintas jerarquías de la estructura ocupacional en la producción capitalista, no es aleatoria. Cada segmento se encuentra ocupado, predominantemente por trabajadores de antecedentes sociales similares.

La escuela como el principal aparato de socialización, juega un papel fundamental en la preparación de los jóvenes para trabajar en ambientes altamente estratificados. Los autores destacan en sus análisis la relación entre educación y trabajo. En el proceso educativo se da la producción simultánea de opuestos. La escuela es fuente de movilidad social, de mayor participación política y social para el grueso de las personas y de desarrollo de valores democráticos. Pero al mismo tiempo, reproduce las relaciones capitalistas de producción.

Al igual que Piore, estos autores relacionan la escuela con el trabajo. Para Piore, la educación y el trabajo están relacionados a través de las decisiones individuales de inversión en aprendizaje, ya sea específico o abstracto.

Para Carnoy y Levin, el desarrollo capitalista ha definido la naturaleza del trabajo y éste ha estructurado la escuela. Esta relación, sin embargo, no es mecánica o lineal, sino dialéctica. La relación no es directa, porque se trasmite a través del prisma del Estado.

Sobre las interrelaciones entre la escuela y el trabajo plantean las siguientes modalidades:

  • La naturaleza del trabajo estructura los procesos educativos y condiciona las relaciones fundamentales en la escuela;
  • Los años que cursa una persona en la escuela se relacionan con la posición que dicha persona ocupará en el trabajo;
  • Lo que se aprende en los diferentes niveles escolares está influido por las especialidades y actitudes que se requieren para ocupar los distintos puestos de trabajo.

Carnoy y Levin retoman los planteamientos de que la escuela es un buen predictor del ingreso y del status ocupacional de los individuos y de que la decisión de estudiar está fuertemente influida por los antecedentes de clase social y por la familia para analizar el proceso de organización del sistema educativo de los Estados Unidos, que ha permitido producir trabajadores educados bien diferenciados para mercados de trabajo segmentados. La expansión de la educación media y superior trajo una división del conocimiento, asociada con papeles ocupacionales en un mercado de trabajo segmentado.

Para Carnoy y Levin la socialización diferencial por genero no explica ni la segmentación del trabajo por género ni los salarios femeninos más bajos. Sin embargo, en el contexto de la sociedad capitalista, la hegemonía masculina incluye la ideología de la primacía del trabajo para el hombre y de la primacía del matrimonio y la crianza de los hijos para la mujer. Debido a que las mujeres se definen como subordinadas a los hombres, automaticamente juegan un papel secundario en la fuerza de trabajo.

Además de las corrientes institucionalista, mercado dual del trabajo y de la segmentación de los mercados de trabajo, existen otras que en esta década han revalorado el papel de la educación en la economía dandole una nueva dimensión. Tal es el caso de la CEPAL.

EL PLANTEAMIENTO DE LA CEPAL.

En la perspectiva cepalina el nuevo contexto económico internacional ha llevado a la mayoría de los países a la necesidad de desarrollar la ciencia y la tecnología, así como a formar los recursos humanos para poder estar en condiciones no solo de crecer, sino de poderse integrar de manera competitiva en el nuevo orden internacional.

“Las nuevas condiciones de globalización y competencia internacional han venido a reforzar la preocupación económica sobre la educación, al otorgarse a la disponibilidad de recursos humanos y a los mecanismos para su formación un lugar crucial como factores de la competitividad nacional”. (CEPAL; 1992)

Esto ha llevado a que el papel de la educación en la economía -en particular, la vinculación del sector educativo con el sector productivo-, sea uno de los aspectos prioritarios en las estrategias de crecimiento y de competitividad internacional de los países. La educación adquiere mayor relevancia en la medida en que, aparte de cubrir estas necesidades, tiene como tarea contribuir a que el crecimiento económico se dé con equidad social, se formen los modernos ciudadanos, además de que coadyuve a mantener la identidad nacional de los países dentro de un nuevo orden internacional.

En el documento «Educación y Conocimiento: eje de la transformación productiva con equidad» (1992), se señala que la formación de los recursos humanos es uno de los problemas en el que se centran los debates sobre la reorganización industrial y la competitividad en los países industrializados. Y agrega más adelante que

“… al comparar los niveles educativos y la productividad de los trabajadores alemanes y británicos se concluyó que las diferencias entre los niveles educativos y los sistemas de aprendizaje en ambos países influyen decisivamente en las diferencias observadas entre los niveles de productividad y pueden dar origen a variaciones importantes en la organización del trabajo dentro de las empresas. Se observa que a mayor capacitación aumenta la flexibilidad en el trabajo, la satisfacción y el grado de dedicación de los trabajadores, desaparecen los problemas de coordinación y aumenta la productividad” (CEPAL; 1992: 82).

La CEPAL parte del reconocimiento de que existen tendencias opuestas respecto a la organización del trabajo, sin embargo las nuevas formas organizacionales en las empresas requieren que los trabajadores tengan mayores habilidades generales y capacidad para seguir aprendiendo, y para responder a los cambios. En todo el documento se subraya que la calidad de los recursos humanos se ha convertido en una nueva variable de la competitividad.

En este contexto la capacitación en el trabajo y el sistema educativo adquieren particular relevancia ya que es en estos espacios en donde se trasmiten los conocimientos básicos amplios y sólidos a la población.

EL ANÁLISIS DE LA RELACIÓN ECONOMÍA-EDUCACIÓN EN MÉXICO

En México, la relación entre economía y educación ha sido analizada por diferentes autores entre los que destacan Jorge Padua, Teresa Bracho, Andrés Zamudio, Carlos Muñoz, Prudenciano Moreno, Axel Dridickson, Maura Rubio, Sylvie Didou, Victor Gómez, María de Ibarrola, Sylvia Schmelkes, Victor Arredondo, Ignacio Llamas, Jorge Meléndez y Rolando Maggi[13] quienes han puesto el acento en diferentes aspectos, contribuyendo al desarrollo de diferentes subáreas entre las que destacan:

“… a) educación y cálculo de recursos humanos para la planeación; b) educación y mercado de trabajo; c) seguimiento de egresados; d) vinculación educación-producción; y e) formación tecnológica…” (Padua y Muñoz; 1993: 7)

Uno de los economistas pioneros en el campo de la economía de la educación en México si duda es Carlos Muñoz Izquierdo, quien ha analizado el papel de la educación en los mercados de trabajo, particularmente en el sector manufacturero. Las aportaciones de este destacado economista no sólo se plasman en sus trabajos sino que, además, se ha reflejado en la formación de otros investigadores que se han encargado de analizar temas como el perfil de los recursos humanos, educación y mercado de trabajo y seguimiento de egresados.

Tratando de sintetizar los trabajos realizados por C. Muñoz Izquierdo, se puede observar que en su obra:

“… sobresalen los siguientes temas: I) Determinantes y comportamiento de la calidad de la educación básica; II) Efectos económicos y valorales de la educación; III) Costos y financiamiento de la educación; IV) Estudios y propuestas para la planeación educativa; y V) Contribución de la educación al cambio social, orientado hacia la promoción de una sociedad más justa y democrática”.(Muñoz I.; 1994: 13)

**** Principales planteamientos de Carlos Muñoz Izquierdo

En los últimos años, Jorge Padua ha señalado en diferentes trabajos la importancia que la educación, particularmente la escuela, tiene en el contexto económico actual:

“… la educación y las cuestiones asociadas con la escuela se hacen más y no menos importantes; como no hay un proceso de descalificación de la mano de obra sino, por el contrario mayores exigencias de calificación.

… es posible que las habilidades para desempeñar tareas se asocien aún más fuerte con el sistema escolar formal y que esto afecte la cantidad de tiempo que los jóvenes deben permanecer en la escuela.

Los incrementos en los niveles de sofisticación tecnológica no resultan en una descalificación de la fuerza de trabajo. Por el contrario a las habilidades basadas en destrezas manuales y en coordinación motora, se agregan otras relativas a habilidades de abstracción y manejo de operaciones simbólicas involucradas en el manejo de situaciones, ideas y aparatos más complejos y más precisos donde las ideas y habilidades con la escuela se hacen más importantes, no solamente las cognoscitivas, sino otras relacionadas con responsabilidad, motivación y compromiso” (Padua; 1993: ).

En otro trabajo, Jorge Padua señala:

“La educación es uno de los elementos importantes en la formación y calificación de la fuerza de trabajo y de los factores de la productividad. Importante, sin embargo, no significa determinante. Los factores que determinan crecimiento y desarrollo se establecen en otros niveles de la realidad.

En general la evidencia empírica demuestra importantes correlaciones entre los niveles educacionales de la población económicamente activa y sus tasas de productividad. Los impactos más pronunciados se observan a niveles de educación primaria, pero las correlaciones con los niveles medio y superior también son elevadas. Los incrementos en los niveles de productividad para ocupaciones específicas, sin embargo, no corresponden necesariamente a incrementos en los niveles educacionales de la PEA; en las relaciones entre educación y productividad interviene un importante conjunto de factores, de los cuales la organización de las actividades productivas al interior de las empresas y las complejidades técnicas de las posiciones ocupacionales, son las más importantes (Padua; 1984).

Los señalamientos de Jorge Padua son importantes ya que a partir de un conocimiento profundo del sistema educativo en México y del contexto económico internacional y nacional actual, analiza la relación entre educación y crecimiento económico. Otro aspecto relevante de su obra es que sin dejar de reconocer que hay una relación importante entre educación y crecimiento económico, nos previne de adoptar visiones simples y deterministas.

Por su parte, Teresa Bracho ha analizado las tasas de retorno de la escolaridad en México, siendo éste uno de los temas centrales de la economía de la educación. En diferentes trabajos ha desarrollado aspectos teóricos y metodológicos sobre los rendimientos económicos de la educación, particularmente ha estimado los rendimientos económicos de la educación para el caso mexicano. Respecto a la educación escolarizada, Teresa Bracho señala lo siguiente:

“ … puede haber un sinnúmero de adultos que no identifican la necesidad de alfabetización u otros tantos jóvenes que no parecen demandar directamente una educación «escolarizada» o una credencial educativa. Sin embargo, desde el plano normativo, tienen el derecho a alcanzar un nivel de educación básica. Por otra parte, y desde una perspectiva más general, sabemos que sus posibilidades de inserción en segmentos más o menos dinámicos de la economía se ven muy reducidas en ausencia de certificados escolares… Así, los certificados sirven a la organización socio-política mayor y al empleo no sólo por un efecto credencialista sino porque la educación aporta elementos para mejor desempeñarse en el medio.

… la legitimación del conocimiento educativo es una función que se da vía la certificación. Es la credencial -producto de la evaluación- la que otorga la legitimidad (y/o prestigio) al conocimiento-habilidades-competencias-capacidades-valores que el sujeto «porta», independientemente de que hayan sido adquiridas como producto de su trabajo en un programa educativo o fuera de éste; la certificación es tanto más importante (para la sociedad y para el individuo) en el primer caso.

… Cada vez más la escolaridad, las credenciales educativos, son una puerta de entrada al mundo del trabajo, salvo en lo que quedan de nichos de sistemas «tradicionales», sectores agrícolas de autoconsumo, etc…” (Bracho, 1994)

Ignacio Llamas es un economista que ha trabajado el tema de educación y mercados de trabajo en México, en particular el mercado de trabajo industrial a partir de un modelo elaborado para el sector industrial mexicano, utilizando principalmente información de los Censos de Población de 1960 y 1970. Para Llamas:

“entre las variables que permiten diferenciar a los trabajadores en el mercado, la educación merece un énfasis especial. Esta es un indicador de las habilidades, inteligencia, capacidad técnica, actitudes y disciplina de los trabajadores”.

Además señala que:

“El nivel educativo de las personas está fuertemente asociado con su posición ocupacional, por lo que resulta esencial incorporarlo en el análisis de la segmentación del mercado de trabajo. Por otro lado, debido a que la remuneración de los trabajadores está relacionada con su posición ocupacional, la educación se ha considerado como una variable relevante en la determinación de sus niveles de ingreso.

Existe una relación entre educación y productividad, así como entre productividad e ingreso de las personas.” (Llamas, 1989)

Jorge Meléndez, por su parte, utilizando un modelo de regresión, investigó el rendimiento de la inversión en escolaridad en el área Metropolitana de Monterrey. Las conclusiones a las que llegó son las siguientes:

El trabajo de J. Meléndez resulta muy sugerente por diferentes motivos entre los que destacan: el planteamiento teórico, la propuesta metodológica y la forma de presentar los resultados de la investigación

Existen otros autores que han hecho referencia a la importancia de la educación en la explicación de fenómenos como la desigualdad (Miguel Zsékely) y el comportamiento de la productividad laboral (Enrique Hernández Laos, Ívico M. Ahumada).

Particularmente Miguel Zsékely en su artículo “Aspectos de la desigualdad en México” al analizar los cambios en la desigualdad ocurridos en México durante el periodo de estabilización y liberalización económica de 1984-1992 encontró que

“… la economía mexicana experimentó cambios considerables durante el periodo 1984-1992, ya que inicialmente las diferencias en los grados de educación fueron el principal determinante de la desigualdad, pero en el transcurso del proceso de liberalización las diferencias entre las ocupaciones se hicieron más importantes”, más adelante agrega “… las dos variables explicativas de mayor importancia (educación y ocupación) están fuertemente interrelacionadas, porque la educación suele ser un requisito para ciertas ocupaciones. Por lo tanto, puede pensarse que reducir las diferencias en la educación no sólo tendría un efecto positivo en la distribución del ingreso, sino que también influiría en la repartición ocupacional, conforme los individuos con un mayor grado de escolaridad tuvieran acceso a actividades mejor remuneradas.

… la principal causa identificable de la expansión de la brecha entre los ingresos de los ricos y los pobres en el primer subperiodo fue la alteración de la distancia entre los grados educativos, que representó casi la mitad del cambio en la desigualdad… ” (Székely, 1995: 218-219).

El trabajo de Székely es importante ya que, si bien es cierto, el tema central de su trabajo es la desigualdad en México, las conclusiones a las que llega sobre el papel de la educación y su relación con las ocupaciones confirman el papel relevante de la educación en la economía, además su propuesta metodológica es muy sugerente.

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[1]. o el sector del conocimiento.

[2]. “El conocimiento se ha convertido en el recurso clave para la fuerza militar de una nación, lo mismo que para su fuerza económica, y es conocimiento que sólo se puede adquirir en un proceso formal, esto es, mediante escolaridad” (Drucker (1996) La administración. la organización basada en la información. La economía. La sociedad. Grupo editorial Norma.

[3]. “… las actividades científico-tecnológicas son esenciales para lograr nuevas condiciones productivas, a partir de las cuales pueda sustentarse la rentabilidad del capital y su reproducción… “ (Sánchez D., Germán (1993) “Investigación y desarrollo: nuevas características y tendencias” en Revista Economía informa. Facultad de Economía, UNAM; núm. 219. Pág. 33)

[4]. El área de economía de la educación tiene una larga tradición en Estados Unidos, en países europeos y en los ex-socialistas. Entre las líneas de investigación que más destacan en este campo están las relacionadas al capital humano, seguimiento de egresados, tasas de retorno, análisis de gasto en educación, financiamiento, vinculación de la educación con el sector productivo y la investigación científico tecnológica.

[5]La economía es una de las ciencias sociales que más ha buscado formalizar los supuestos con los que trabaja y ha desarrollado formas de medición y verificación. Estas características se aprecian en las definiciones que los economistas han dado de la educación.

[6]. William Petty señaló que para lograr el crecimiento económico eran necesario primero educar adecuadamente a los trabajadores para distribuirlos, posteriormente, en cantidades predeterminadas, en aquellos trabajos socialmente necesarios. Pedro Rodríguez Campomanes decía que <<es menos costoso enseñar a un pobre un oficio, haciendo de él una persona útil, que mantenerlo como tal>>. Gaspar Melchor de Jovellanos, por su parte escribió que <<Sin duda. Las fuentes de la prosperidad social son muchas; pero todas nacen de un mismo origen, y este es la instrucción pública.>>

[7]. Marshall planteó que para que un pueblo tenga éxito en cualquier empresa es necesario que la población tenga vigor de carácter. Además, el poder llevar en la mente muchas cosas al mismo tiempo, el tener todo listo cuando se necesita, el obrar con rapidez y tener recursos cuando algo va mal, el acomodarse pronto a los cambios de detalle en el trabajo efectuado, el ser constantes y seguro, el tener siempre una reserva de fuerzas para un caso de emergencia, son cualidades que repercuten positivamente para que un pueblo sea industrial (Marshall, A. (1920) Obras escogidas. FCE, México).

[8]. El desarrollo de las facultades artísticas del pueblo se está convirtiendo en un factor principal de la eficiencia industrial, ya que dichas facultades implican el desarrollo de métodos de producción innovadores o la creación de nuevos productos debido a la dinámica impuesta por la moda.

[9]. Los pueblo -señala Marshall- evolucionan de la no especialización a la especialización del trabajo a medida que desarrollan estratos de organización laboral más elevados en gran parte debido al factor educativo.

Marshall aconseja el mayor manejo posible de un amplio espectro de ramas industriales, para que a partir de dicho conocimiento se pueda concebir una pertinente especialización en alguna de dichas ramas, que pueda redundar en la consecución de altos niveles de eficiencia productiva. Una educación esmerada aumenta la eficiencia en los trabajos menos especializados de la industria.

[10]. Para Marshall el concepto habilidad general designa aquellas facultades y conocimientos generales que son en grados diversos propiedad común en todos los órdenes más elevados de la industria, mientras la habilidad especializada es aquella destreza manual y aquel conocimiento de los materiales y procesos especiales que se requieren para los fines especiales de las profesiones individuales.

[11]. Becker señala que la renuncia de los trabajadores o el despido de éstos impiden a la empresa obtener la totalidad de los costes en que incurrieron.

[12]. es decir, “…partir de la observación de la realidad y formular teorías que sirvan para explicar dicha realidad e incidir en ella” Thoaria Luis (1983) El mercado de trabajo: Teorías y aplicaciones. Alianza Universidad. Pág. 16.

[13]. En los fascículos 1 y 2 del cuaderno 25 Estados del conocimiento “La investigación educativa en los ochenta, perspectivas para los noventa” publicados en 1993 por el 2° Congreso Nacional de Investigación Educativa se incluye una larga lista de autores y bibliografía que abordan diferentes aspectos del tema educación-trabajo.

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