Su rostro lleno de manchas por el café y pensó que quizás es bueno
estar sola, y quizás a su gato le guste así, y a sus oídos le guste así,
escuchando Mozart en la cocina, con tan solo su remera de algunos
superheroes que quisiera matar por orgullo.

Y quizás a las
cucarachas les guste así, llorando en un rincón del baño, con el vomito
entre los dientes, que parece dulce porque todo lo que salga de ella lo
es.

Rompiendose pero jamás muriendo, nunca muere, nunca muere.

Y
cuando sus ojos se ponen rojos siempre está sola y nunca supo su propio
valor, y así va coqueteando con el suicidio dulce y bizarro.
Y cuando
los gusanos comiencen a saborear su blanca piel, crecerán tulipanes
que fertilizarán la tierra, por siempre, por siempre.

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