Como ha pasado el tiempo,
pero que dicha es el verlo pasar,
no cambiaría ni un minuto,
ningún hierro, ningún hueso roto,
por verlo marchar.
Ahora miro los días,
las venas desnudas del tiempo,
el árbol que sembramos en el patio,
que ahora nos da sombra en el alma,
y más aun en el corazón,
no deje nada en el camino
de lo cual hoy no me arrepiento,
pues creo yo, ya estaba hecho,
quizás lo digo con los hechos en la mano,
que el aroma de esa estrella jamas volvió.
Sobre el camino nos forjamos,
con los pasos que engendramos
nacieron las raíces de nuestra alma,
y sobre la vida que vamos dejando
se quedan para siempre nuestros cuerpos derramados,
pero todo lo que en el camino sembramos,
son huellas que seguirán aquellos que amamos.
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