Tu presencia es poesía para mí, es la musa que inspira a mis palabras a sonar un poco más artísticas y a tratar de seguir pintando el cielo que tan gris se posa en mi cordillera.
Te quiero y espero ansioso ese encuentro debido a que mis ojos siempre llevaran grabados los tuyos, miradas que se encuentran perpetuadas por lo ancestral de nuestros viajes.
No hay que apenarse jamás por las formas de comunicarse mundanas, las palabras no son las únicas que existen, y si sentís la vibración de mis sentimientos donde sea que estés (Así como yo siento los tuyos), es una prueba indudable de que nuestras charlas se hayan en un plano metafísico.
La vida es cíclica en lo poco que me ha tocado vivirla (o intentar recordarla) y es por eso que también añoro todo lo que no vivimos (aun, o quizás ya vivimos).
Así que no queda más que agradecerte y contarte la alegría que genera en mí el leerte. Te quiero con una parte del alma que cuando se vislumbra me invita a amar más la vida, gracias por todo, querida alma viajera.
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