EL DÍA QUE EL FÚTBOL SE DETUVO

EL DÍA QUE EL FÚTBOL SE DETUVO

Muchas veces estamos tan sumergidos en la cotidianidad que se nos olvida el verdadero significado de todo. Estamos montados en un tren que va a mil por hora, y a tan alta velocidad se pierde un poco la noción de las cosas, ya no se ven tan claras y de pronto uno siente que no sabe por dónde va, que el día a día lo supera, que el tiempo lo consume y que no alcanza la vida para hacer muchas cosas que pueden parecer triviales. Pero un día cualquiera la naturaleza, la vida o el universo simplemente le ponen freno al tren, lo paran así, de repente, abruptamente, y en esa parada estrepitosa nos estrellamos contra el mundo con fuerza, y esas cosas que no veíamos tan claras empiezan a aclararse, empieza todo a tomar sentido y nos aterriza acerca del verdadero sentido de las cosas, la verdadera razón de estar vivos.

Hasta hace algunos días, parecía que lo único importante era el empleo, la carrera, el dinero, las posesiones, una economía sólida, la infraestructura, la opulencia, el poder…pero es muy posible, que todo este tiempo estuviéramos equivocados. Tengo que reconocer que a estas alturas extraño muchas cosas que antes de que esto sucediera, podían pasar desapercibidas y no era tan grave si no se hacían. Hoy, quisiera poder compartir una cerveza con mis amigos, un café con mis viejos o un helado con mis hijas, las pequeñas cosas de la vida.

Y claro, en medio de todo este movimiento telúrico que generó la pandemia, el fútbol no fue ajeno a esta situación, cuando parecía que todo estaba andando y que las ligas y los torneos a lo largo y ancho de la tierra se jugaban sin parar, aparentemente impermeables a todo, la pandemia detuvo todo, detuvo los entrenos, detuvo los partidos, las ligas, detuvo a los aficionados, a los dirigentes, a los futbolistas…detuvo todo…y un día la pelota no rodó más…

La pelota no rueda y lo extraño demasiado. Extraño ver fútbol, oír fútbol, leer fútbol, todo, extraño todo, extraño seguir y alentar a mi equipo en la Liga Colombiana, extraño los vibrantes encuentros de la Liga de Campeones que entraba en su recta final, extraño todo el preámbulo que se estaba generando con las eliminatorias suramericanas y lo que se nos venía con la Copa América.

Extraño todo lo que el planeta fútbol nos ofrece día a día, semana a semana, temporada a temporada, pero hay algo que se extraña mucho más…en mi caso particular, el ritual que rodea y ha rodeado mi vida desde hace varios años ya, el ritual del futbol aficionado.

Extraño todo el previo al partido del domingo, la preparación de todos los implementos, el uniforme, los botines, extraño el llegar a la cancha domingo muy temprano mientras muchos aun duermen, el saludo con mis compañeros y amigos, la camaradería, la joda, prepararnos juntos en nuestro camerino de turno improvisado, charlar acerca de la posible formación, de las variantes que podemos hacer, de como se ve el rival, de cómo pararnos y afrontar el partido, extraño esa sensación en el estómago de nervios, la ansiedad previa, como va recorriendo todo el cuerpo y quita el cansancio, el dolor, las preocupaciones, los problemas, y con mi familia de domingo nos dedicamos a jugar, a rompernos el alma en una cancha, a dejar la vida en cada pelota, a animarnos unos a otros (a veces con demasiada vehemencia…), nos dedicamos a jugar y a ser felices, incluso cuando el resultado no es favorable, incluso cuando se pierde y el cuerpo termina lleno de golpes, en cualquier caso, nos dedicamos a ser felices.

Espero que al finalizar esta cuarentena todos podamos contarla desde la tranquilidad de no haber salido tan golpeados por esto, que las consecuencias sean solo económicas, que la vida salga adelante y que las víctimas sean pocas, que empecemos a valorar las cosas que siempre son y han sido más importantes, la familia, la salud, la tierra, el amor y la conciencia. Que podamos juntarnos con nuestra familia, abrazarlos, besarlos y pasar el tiempo con ellos, que podamos salir a la calle sin temor y podamos disfrutar de la naturaleza respetándola y conviviendo con ella, y que en mi caso, que estoy seguro que es igual al de muchos, podamos juntarnos con nuestra familia del domingo a jugar a la pelota, a abrazar a nuestros amigos, a celebrar un gol, a compartir juntos ese ritual del fútbol, como cuando en la cancha nos dedicábamos a ser felices.

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