Los árboles lloraban muerte esa tarde, las sombras empezaban a empapar los contrastes.
Y la vi pasar, brisa que mueve su pelo, enredándome para perderme en él.
Esa risa y ese caminar seguro, tanto creo verte, y me convenzo, que es más triste.
Mi imaginación y mi ego jugando al «gallito ciego» conmigo en un risco, al «me quiere no me quiere» con un arma, a que esto es muy serio; como si algo lo fuera.
Forzar las cosas, perder a la gente, hablar de más, sentir poco, soberbia, pagar el karma, aprender de esto.
Sentir que molestó, que hago el mal, olvido el disfrutar de tanto escuchar. Cuidado los truenos dan mala suerte.
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