Yo tengo un viejo amigo

Al que quisiera llamarle conocido,

Pero lo conozco demasiado bien, para decir que es pasajero.

Viene a menudo, al principio lo rechazaba y no dejaba que entrara, pero es muy terco y se

quedaba hasta que lo aceptara.

A veces su visita es pasajera y otras veces llego a pensar que es para siempre,

Pero al final se va.

No lo extraño, pero aprendo de él siempre.

Hoy en día dejo que llegue sin objeción.

Jugamos, a veces fuerte, tan fuerte que me oprime el pecho, él quiere ganar pero yo no lo dejo.

Lloramos, reímos, platicamos por horas, le pregunto muchas cosas, soy una mujer inquieta,

Siempre me reta y me hace pensar a veces más de lo que yo quisiera.

«¿Qué quieres tú?», me cuestiona.

«Es necesario que me aceptes para avanzar», me dice.

«¿De qué hablas?», le pregunto,

«Yo tampoco quiero verte -me contesta-

Pero una vez entiendas que este duelo es necesario y tu acción es la correcta,

Seré reemplazado por una vieja amiga tuya,

Esa de la que todos hablan, esperan y quieren,

Pero esa vieja amiga tuya, está ansiosa por llegar,

Así que con amor te digo que, aunque tu dolor yo soy, somos uno mismo,

Y que está en ti no verme más.

Decide amiga mía que la tranquilidad por ti espera,

Quiere que le abras la puerta para no soltarte nunca más,

Concluyamos esta visita, la cual a ti te hace derramar lágrimas de sangre

Y oprimir tu pecho un poco.

Recibe el amor más lindo qué hay,

Ya que el amor propio es lo primero,

Y si algo tienes tú, es amor para brindar.

Dátelo todo niña hermosa y ayúdame a cambiar esta visita que hoy has de cuestionar, para que

juntos crezcamos y así cuando regrese ya no seré tan fuerte, pues a entenderme y aceptarme

habrás llegado ya»

«Gracias viejo amigo, pero es hora ya de a la tranquilidad dejar entrar.

Adelante vieja amiga, qué hay que platicar, hace mucho que no te veía y me hacías falta ya»

Este amigo que del que hoy les hablo, seguro volverá, porque es terco y a mi corazón siempre

quiere entrar,

Ya lo acepto y lo comprendo, digo con toda sinceridad.

«Gracias», le digo a la tranquilidad, «pues hoy también aprenderé lo que has venido a enseñar».

Será un proceso largo, pero que al final me dará la tranquilidad que había perdido ya.

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