– Juan, llego el momento de que hablemos cara a cara sobre lo que está pasando, que pongamos todas las cartas sobre la mesa. El martes a media noche vi como entraste sigilosamente a la cocina, abriste la heladera, y desarmaste la decoración de la torta de Ramiro. Primero te comiste las cerezas que estaban sobre el dulce de leche repostero, y luego las ramas de chocolate que formaban su nombre. Ana y yo estuvimos toda la tarde preparándola, y vos no tuviste mejor idea que echarle la culpa al pobre perro de tu hazaña. Vos viste como miraba con esos ojos tristes y desorientados. Sentado frente a su torta de cumpleaños no movió ni una sóla vez su cola en señal de alegría como suele hacer. Solo lanzó unos alaridos y se fue a su cucha del patio.
– Ya veo que es lo importante en ésta casa para vos Gabriela. Y obviamente eso no me incluye a mí. A ver, dejáme que hago memoria… cuándo fue la última vez que me hiciste una torta de cumpleaños? Si mal no recuerdo el año pasado compraste una pasta frola seca de la panadería de la otra cuadra y el año anterior ésa torta con duraznos en almibar que daba lástima. Lo confieso, fui yo el que le desarmo la torta al perro. Y estoy feliz de haberlo hecho, no me arrepiento.
– Sabés qué? Me acuerdo cuando éramos jóvenes y nos peléabamos, pero nos decíamos vamos para adelante, vamos a cazar conejos, te acordás ? Bueno ahora me doy cuenta que en éste bosque ya no hay más conejos, ya no queda nada por lo que luchar. Estoy cansada de esa actitud tuya tan infantil. En lugar de hablar civilizadamente, como una persona normal, me venís con éstos desplantes.
– Desplantes?? Me hacés reír. Ya que hablamos de desplantes. Y cuándo me insististe para anotarme en ésa clase de tango ? Dijiste que querías que hagamos alguna actividad juntos, que nos iba a hacer bien como pareja, le contaste a toda la familia, a nuestros hijos de lo emocionada que estabas. Y me cambiaste por otro compañero de baile en la tercera clase porque con él tenías más “ feeling “ , fueron tus palabras textuales.
– Bueno Juan, quería divertirme, pasarla bien. Entre las cosas de los chicos, mi trabajo, las discusiones, en dónde entra en todo eso el tiempo para divertirse, para ser feliz? Ya ni me acuerdo cómo era.
Diálogos Conyugales. 
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