para que me leas desde cualquier parte – lucía nobbile
con un calor anacrónico irrumpiste la galería
donde guardaba todos mis cuadros tristes
cargaste de un silencio monocromático todas mis lluvias
como si fueran agua de luna llena
me guardaste la ternura bajo el pecho
y la tapaste con tus manos
y nos caímos a un insomnio usando los buenos besos para caer
(los malos quedan para cuando el hambre no nos deja pensar).
este lápiz y este papel no me sirven, no alcanzan
se van a deshacer en cuanto manche con tinta tu nombre
y la asfixia de tu río me haga no querer respetarme
a esta suciedad yo la acaricio, la venero, me la esparzo con los ojos
y te la sirvo en el desayuno
mientras tu aliento me santifica los pulmones
y si cierro la mirada puedo palpar tu esencia pegada a la mía
se agarran la mano, no se quieren dejar ir
se retienen, se aprietan en una matemática de la carne
que nos llevará años comprender.
pero entonces
un polvo de cúrcuma gélido se me posa en la frente
pintando todo de color atardecer
yo me reposo en tu lunar
y me saco todos los muertos del estómago
vos no entendés ninguna de mis metáforas
pero igual me regalas un laberinto transparente para no salir más
y aun así poder seguir mirando el cielo
los astros persisten
imprudentemente me obligan a ver que antes de vos
contemplarlos sola era escandalosamente triste.
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