Recurrió a la oración que aborrecía, a la religión de su madre de la que renegó de joven y cuando no hubo respuesta, a cualquier religión que ofreciera esperanza mientras su hijo se moría, no hubo milagros ni señales, ni los médicos, ni los dioses, ni los ángeles, ni los sabios ni el cosmos; una semana, eso le dijo el médico cuando el niño ya no podía ni respirar por sí solo.
Desesperada pensó que daría lo que fuera por otra semana ya si no una vida.
-Dejalo- dijo un hombre que de repente estaba en la sala de espera del hospital, dejalo morir -insistió- que no hay nada para el en este mundo que valga la pena quedarse. La mujer rompió en llanto otra vez, otra de tantas, otra de cientos de veces en que contemplaba la inexistencia, el hombre le explico con calma y claridad que el niño estaba bendito con la oportunidad de pocos, la de ganarse el cielo por defecto, sin esfuerzo, sin llanto ni renunciación, acuérdate de tu vida -le dijo- entregárselo a Dios y tal vez, si te esfuerzas, lo vuelvas a ver; Mas cansada que paciente lo escucho, asqueada con las explicaciones religiosas le dijo que si por ella quedara le vendía su alma al diablo.
Triste pero atento la escucho, mira la fogata -le dijo- y su atención se fue a una fogata en la pared que ella juraría que no estaba antes allí -mira en la ceniza- le dijo, y sin dar importancia a la imposibilidad de lo que estaba viendo, quedo inmersa en las imágenes que se proyectaban, vio a su hijo figurado en la ceniza: corriendo tras un balón en la escuela, luego lo vio haciendo tarea en su casa, después con celos lo vio adolecente abrazando a una niña, lo vio hecho un jovencito con un diploma en la mano, lo vio hecho un hombre con un niño en brazos, no pudo mirar mas y volteando su cara se dio cuenta que estaba en una enorme sala, como la de una mansión moderna, ya no en el hospital con las paredes blancas y los muebles deprimentes ni el llanto y las caras de preocupación, no le importo, lo aceptó y ya, nada cambiaba en realidad, al menos nada importante, podía estar del otro lado del mundo o a lado del niño y las cosas no iban a cambiar, esto no es nada, -le dijo con calma el hombre- yo puedo asegurarte algo que nadie mas puede -¿la vida de mi hijo?- exclamó la mujer reconociendo la obvia situación reconociendo lo que hasta entonces solo era ruido periférico y aceptando que por fin estaba cara a cara con algo que tal ves podía cambiar la realidad de la enfermedad así como cambio la del espacio, nada tan simple -respondió- y le explico que podía asegurarle que una ves que su hijo dejara de respirar no habría mas muerte para el, que tendría ya y desde ese momento algo tan fuerte, tan grande y tan inmensamente distinto y superior a la felicidad que no había palabras en este mundo para definirlo; suspiro la mujer con desaliento, mi hijo se va morir -dijo- bajó la mirada, y en ese momento abandonó por fin la esperanza.
Después de una pausa, el hombre volvió a dirigirse a ella, esta ves en un tono mas frio. Depende de ti, yo vine para darte la oportunidad permitir que tu hijo viva.
Si tu quieres mañana despiertas es tu cuarto y sigues tu vida normal, en tres días tu hijo ya no despierta en este mundo y despierta a la gloria mas grande que puede alcanzar un hombre. -dijo con voz tranquila el extraño- y yo me hago a un lado
O, mañana despiertas en tu cuarto y sigues tu vida normal, en tres días tu hijo cobra fuerzas, se recupera, vive, de eso yo me encargo. Queda a tu cuidado obviamente, va a sufrir todo lo que se sufre en esta vida y según dicta la historia, se va a condenar como tú y por tu ejemplo, será triste y feliz como tú y vivirá inmerso e inundado por las dualidades de este lugar, con el tiempo, va a darle el mismo ejemplo a sus hijos.
Sea lo que sea que escojas, mañana no te vas a acordar de nada y nunca lo vas a recordar, pero no hace falta que tengas un recuerdo para que tengas una responsabilidad… Si se queda es por ti, no por él, si se va, es por él y para que con el termine un ciclo de vicio y condena… ¿Qué decides?
Quedo en silencio la sala por horas, la mujer no dejo en ningún momento de llorar suavemente, esta parecía ser la oportunidad que había estado pidiendo con todo su corazón y con todas sus fuerzas y a todos los dioses, ahora frente a ella estaba algo que aunque no ofrecía mas pruebas que las que ya había visto, ofrecía mas esperanza que la que le daba la medicina con toda su experiencia y su modernidad, el hombre no le pedía nada pero era claro que no hacía falta pedir lo que por el solo paso del tiempo sucedería, según el extraño. Poco apoco, acumulo el valor para tomar la decisión.
A la mañana siguiente, despertó en su cuarto y siguió su vida normal.
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