Mientras estuve en Buenaventura, una tierra amada por pocos y olvidada por muchos, pude sentir el mismo amor que hubo hace ochos años que la deje, el saber que ese puerto esta esbelto en saladas aguas y flexibles arboles, en soles abrasadores y noches calurosas, tardes maravillosas formadas en el cielo con una perfección inexistente, el salitre adherido en tu cuerpo, era casi un honor haber estado frente al mar, contemplando el ritmo de la marea y los barcos en ella.
Buenaventura, siempre trato bien a aquellos que la vieron con el corazón, aquellos que se enorgullecen de haber nacido en un puerto, aquellos que crecieron contemplado la marea y esperando a que estuviera baja, para capturar pequeños cangrejos en un vaso para al final liberarlos.
Aquellos que vieron como los niños del puerto, que vivían en ranchos de madera por encima del mar, aprendían a nadar en el sin temor alguno, aquellos que veían la pobreza, riqueza y corrupción en un solo lugar pero que siempre había un motivo para aprender y sonreír; La llegada de los turistas, el abrir con emoción un quiosco con la esperanza de que al menos un cliente los visitaría, el tener a sus familias cerca así la pobreza fuera mucha pero la riqueza interna incontable, el ver padres, madres y niños siendo felices en el parque y aunque, el puerto no cuenta con un servicio de agua las veinte cuatro horas e incluso días, sobrevive, el puerto no tiene cientos de centros comerciales pero aun así la gente viste a su alcance, y alcance del bolsillo para vestir a los suyos y aunque hay miles de proyectos y promesas para un puerto visto solo con ojos de ambición y comercio, su gente pasa necesidades y aun así son felices.
Y aunque el puerto esta diseñado con muchos hoteles para que todos menos los originarios de este se instalen allí, somos los verdaderos porteños quienes disfrutamos cada milésima de segundo nuestra instancia allí, somos quienes conocemos el calor, la humedad, el salitre, los colectivos, las palmeras, las calles, las lomas, los rostros oscuros y blancos de cientos de porteños, el amor al trabajo y atender lo mejor posible a quienes llegan a nuestras puertas, somos nosotros quienes estamos realmente orgullosos de Buenaventura en cada parte de ella, por pequeña que sea.
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