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MUTUAMENTE

Jugamos desde la infancia debido a innumerables motivos, entre los que está también practicar llegar a la adultez en donde también seguimos jugando para entre otros motivos, cosechar cuotas de alegría, compartir, y reservar recuerdos de festejo para contrarrestar tristezas; además de ser una estrategia para la alianza social.

En el fútbol hay un equipo ganador y un perdedor circunstancial, aunque esto se define por las acciones de cada uno de los participantes del encuentro, y nunca habrá un único responsable de los errores y todos los implicados ganamos experiencia.

Hay que decirse que no participamos en estos encuentros deportivos por el hecho en sí de saber quién ganará o perderá cada vez, y no nos satisface únicamente ver suceder los goles, y saber que el equipo del que somos hinchas adquirió copas y medallas, sino que es gratificante saber que tiene con quién lucirse, medirse, y dirigirse; y también nos complacemos con el hecho de que participamos juntos en la complicidad del asombro que causa el contacto con los demás, y presenciarnos entre situaciones pretexto y así transcurrir entre diversos escenarios, dirigiéndonos entre oleadas de sensaciones sin definir, presenciando y delimitando el curso de la historia.

Al igual que los sistemas, las figuras redondas son también la unión de múltiples puntos con potencialidad de conectarse, y desplazarse cual si se tratara de un único elemento, y así mismo es el balón, y el fútbol en sí, aunque este juego tenga ilimitadas perspectivas, y por eso no es posible definirle, pues va más allá de los que han contribuido a su existencia, y más allá de todos los presentes y de lo que pudiéramos decir y percibir al respecto, pues ni las cámaras, ni las narraciones que se compartan alcanzarán para retratar en lo absoluto el encuentro; y es que todo lo sucedido se tendrá en cuenta en otros tiempos venideros y eso reinventará sus significados y lindará con otras opciones que extenderán de forma inagotable su influencia con todo el demás contenido existente y por existir. Aunque no es que sea necesario definir el futbol.

Once jugadores con intención de volverse casi un solo organismo que vale por unos objetivos comunes, que son vencer en destreza y habilidad a otro equipo en condiciones equivalentes, con intención también de proponer y generar orden y lógica; también para practicar la retribución y correspondencia entre los individuos y descubrir nuestras compatibilidades.

Cada uno de los que disfruta del encuentro futbolero parece estar conectado mediante hilos invisibles al balón, por ser el centro de atención, y así mismo lo está cada uno con el centro de la tierra, lo que nos impide salir expulsados hacia los confines lejanos del universo, y eso nos permite percibir detalles y minucias de las que se compone el juego.

Nuestra cabeza también esférica permanece encima del torso, aunque el cerebro siga tramitándonos devenires y aventuras en el plano de nuestra mente que se ofrece de escenario limpio y sin contenido para lograr experimentar esta condición humana de pensar, y sentirnos conscientes y partícipes de la experiencia de vida humana en este planeta.

Los jugadores parecen tener el mundo a sus pies, y es que con cada movimiento parecen direccionar una nave común. Y aunque la tierra no es completamente redonda y uniforme, va perpetuándose también en la historia del universo al igual que los que hacen parecer con vida al ese pedazo circular de cuero cerrado e inflado con aire al que llaman balón, que aunque parezca un objeto simple es con el que se sostienen todos estos encuentros; y el hecho de que sea maleable, y con lo que un grupo tan enorme de personas se relacionan, le da sustancia, un valor inagotable, parecido a un joker, al igual que nuestra mente, pasaportes existenciales.

Cada equipo elige los colores característicos, aunque terminarán todos fusionándose entre un caleidoscópico balón.

Sería bueno que la especie humana jugara a reconocerse, y a conformar un solo equipo de seres dispuestos a vivir en comunidad, comprendiendo que al igual que cada parte del balón tiene contacto con el juego, así también cada parte de este planeta y sus integrantes, sin descartes o excepciones; y dependerá nuestra existencia humana del aire que sepamos administrar y poner al ruedo.

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