Aluciné fuego

Cayó la noche.

El cielo llueve.

Afuera se ve acogedor.

Aquí adentro, siento vértigo.

Llevo dos vinos encima, más el exceso de

medicación y la falta de poemas.

Esto me pone a pensar.

Me imagino a mi psiquiatra:

– ¿Por qué bebes tantas?

– ¿De qué?

-De pastillas

-Es por el abismo, me aleja de el, aunque, luego todo se nubla.

– ¿Qué te impide hacer ese abismo?

-Nada, pero todo se ve tan ambiguo, y parece haber una

incoherente distancia hasta la ley.

– ¿Crees que hay demasiada desgracia?

-No lo sé, dígamelo usted.

-A veces, debe dejarse entender. Bueno, la campana ha sonado,

aquí tiene su nueva receta.

– ¿Debo preocuparme?

– ¿Por qué lo dice?

-Es que, es el doble de pastillas desde la vez anterior. Y se le dije,

que cuando abuso de ellas mi felicidad es solo ligera, difícilmente me

aleja del abismo… y necesito estar bien para escribir.

-El cambio es progresivo, ya verá que pronto va a conseguir escribir, no

olvidé tomar sus pastillas a la hora indicada.

Me ahorré tiempo.

Mi psiquiatra conoce mi ritmo de vida.

Nunca dijo que no podían mezclarse.

Así que, llevo cuatro sustancias encima.

¿Deseo morir? ¿Así de absurdo es?

¿Entonces, al final, el cielo es este, y,

nos espera el infierno allí arriba?

La cabeza me da vueltas.

Ni siquiera tengo respuestas a mis dilemas.

Tres pastillas más.

¿Hacia dónde voy?

Me pierdo en la oscuridad

Creyendo buscar algo.

Ahí la conocí.

Entre mesas de bares.

Me acerqué, noté su luz

O quizá aluciné su fuego

No lo recuerdo con exactitud, pero

Acabamos en un hostal.

Me salvó un poco de la prisa del cuerpo y de la vida.

Finalmente, el cielo es este.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS