– En la última semana de clase, antes de dar mi calificación definitiva, pongo a mis alumnos, como ejercicio que puntúa, hacer una redacción sobre su oficio ideal, sea o no real: querer ser astronauta no es muy posible si te lo planteas a según qué edad, pero pudo haber sido tu sueño. Como a estas alturas de curso ya los conozco un poco, te aseguro que cada año me sorprendo más con los trabajos que me entregan.
– Es un poco rollo tener que leerse todas esas páginas. No me gustaría nada ser profesor. A mí me va más lo de escribir, sinceramente. Los derechos de autor y todo eso de cobrar sin esforzarse mucho.
– No te creas. Casi siempre son interesantes. Mira, aquí tengo uno que habla sobre los escritores. Tal vez deberías leerlo.
El chico agarró el papel de mala gana y comenzó a leer.
«De todos los oficios que se me ocurren, y yo creo que me podrían gustar y reportarme el nivel de vida que deseo (sin horario, ni jefe, a mi bola…), ése es el de escritor. Es el más adecuado a mis circunstancias. Qué bonito.
Pero hoy mismo me he dado cuenta de que hay muchísimos imbéciles que quieren ser escritores, incluso algunos han llegado a escribir algo, y otros -los menos- incluso a publicarlo. Por ello deduzco: o soy un recurso sin explotar para las editoriales o soy un imbécil más que forma parte de todo ese conjunto de redomados imbéciles. Como dije antes, hoy mismo (en un solo día) cuatro personas me han contado que están escribiendo un libro. Y ninguna de las cuatro me cae bien, es más, me encuentro tan tolerante que me puedes caer mal pero gustarme tu trabajo. Pero creo que no me gustaría el libro que pudieran escribir ninguno de estos cuatro, pero ¿podría sorprenderme? … En fin, lo dudo mucho. Y respecto a vivir del oficio…No los veo superventas.
Aunque nunca se sabe. Para ser sinceros yo he visto cuadros que se consideran una obra de arte, que se venden por millones de euros en una subasta, y si yo los hubiera pintado los hubiera escondido o destruido. Y volviendo al tema, también he leido muchos libros, premiados incluso, que me han aburrido tanto que nunca he sido capaz de acabarlos. Y las críticas son buenísimas, y de los pocos amigos que leen, todos se los han leido completitos. Porque además, los hombres, en el fondo, creemos que lo de escribir es un poco femenino, como la costura; sí, hay grandes diseñadores, pero macho macho men no suelen ser.
Y yo me pregunto ¿ no tengo gusto ni sensibilidad para el arte? ¿Tendré talento para escribir entonces?. El caso es que esto último no lo sabré si no me lanzo. Encontramos super mega ventas (típico Harry Potter) que son minusvalorados y hasta ridiculizados por los críticos y «entendidos» cuando en el ejemplo de Harry la magia ha traspasado las páginas y ha hecho leer a tantas personas.
Mi «vocecita buena» me dice «sigue adelante, escríbelo, acábalo» …pero quiero que el libro sea como yo: diferente. Bueno, ya todos somos diferentes, pero me refiero a otra cosa, a algo que como escritor me hiciera reconocible y se convirtiera en, por así decirlo, mi «marca». Debo crearlo como si fuera para mí, como lector, que me atraiga el escritor , que me produzca curiosidad lo que ya ha escrito o me interese lo que vaya a escribir. Pero tal y como dibujando existe una diferencia entre lo que me sale y lo que yo deseo que me salga plasmado en el papel, en la actividad escrita probablemente pase lo mismo. Y como dibujo, pues eso, quiero también dibujar mi libro, doble riesgo. Quiero una historia que enganche, que no puedas quitarte de la cabeza qué va a pasar después. Y no solo entretener, sino que el lector se identifique con algún personaje o situación y pueda utilizar las vivencias literarias como una experiencia propia para la vida diaria. Suena bastante vanidoso, pero que un libro pueda cambiarte la vida, es lo más satisfactorio que pueda pasarle a un escritor.
Pero qué cosas digo…¿ves por qué a veces creo formar parte de aquellos imbéciles que creen que sus historias lo petan?. Esa idea es repetida hasta la saciedad por mi «vocecita» mala, a lo que replica la buena «tú escribe de todos modos, que hay gente » pa tó», como decía el maestro.»
Y va a ser que sí.
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