Por debajo de mi piel me han calado los huesos,

me aplastaron los dedos, y llegaron a mi alma.

Mi palma calada se forma en medio de una mala patada

en el ritual de mis últimas palabras.


Ya no hay reglas que detengan lo que me viene a la mente,

intento ser estable, internamente.

El peso de mis actos no es comparado

con el término del impacto.


Sigo cansado pero el ritual aun no acaba,

de lo último de mi ser

tomó de la furia el enriquecer.


Ya no habrá discursos tontos,

enredos, me los paso por los huevos.

Tu piel me queda como un trofeo,

de tus huesos pido un esfuerzo.


De pie, y entra en mis entrañas,

así como yo, que he destrozado tus idiotas palabras.


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