Filosofía del auto cuidado.
Por una nueva vida, después de la crisis.
Cuando han muerto los grandes relatos, cuando la búsqueda de la verdad no es suficiente y se nos escurre entre las manos. Vivimos en una era donde la oscuridad predomina: la ciencia, la tecnología y la vida se conducen a ser falsa. Vivimos hoy más que nunca en una era donde no tenemos guías. Por ello, la Filosofía se ha vuelta auto reflexiva. Tenemos la oportunidad, la gran oportunidad de buscar la luz nuevamente.
Esa luz la encontramos en la idea de auto cuidado y en el acto acrobático de nuestra existencia, es decir que hoy las políticas de la identidad han fallado, porque no construyen al sujeto como una categoría de responsabilidad; sino que hacen del otro la centralidad del discurso, yo considero que no existe el Otro sin la fundación mismo de un Yo.
Ese descuido mismo que nos adentra a una mirada propia y una forma de percibirnos en el mundo, se funda en la necesidad misma de romper con el orden impuesto de nuestra realidad y regresar a ella misma. La realidad como constructo determina nuestras cadenas, sin que se haga consciente que la realidad misma de libertad vive dentro del propio sujeto.
Entiendo a las mismas Políticas de Identidad como los actos públicos que buscan el reconocimiento de derechos y acciones gubernamentales que pretender visibilizar luchas y causas, procuran ser un megáfono colectivo de nuestra existencia, pero no son necesarias estas mismas: ¿cómo escuchar a todas las voces que gritan y denuncian sin buscar una empatía real, de conectar con su historia o promover valores de dialogo y deliberación?
Durante el Siglo XX construimos enormes narraciones que pugnaban por la verdad, tales como la el socialismo, el capitalismo…etc, pero nada funcionó, nada nos permitía darnos cuenta que el Siglo XX, tenía que acabar en sí mismo. Ahora son las pasiones, el rastreamiento de lo trascendente para el sujeto se le faculte de un futuro distinto, prometedor y, sobre todo, unificador. Con la posibilidad de la mutualidad, de hacernos saber que los mejores años están por venir.
El cuidado de uno mismo, radica en ese potencial de disfrutar lo simple, de curarnos de un tiempo que nos intoxica y alejarnos de la droga colectiva, de una aspiración brutal, de un sueño pasional por la verdad.
Ese sueño anhelado por todos, de trascendencia, de ir más allá de la realidad. Es nuevamente la aspiración de un sujeto que observa que su entorno lo orilla a enfrentarse con sus emociones y deseos, frente a una sociedad dictatorial que impone “un modo de vida”. Para mí, es una relación más como lo establece George Stirner: “el alma como si ascendiera desde las toscas trabas de lo material, a lo largo de ámbitos perceptivos que pueden expresarse en un lenguaje noble y preciso, hacia un silencio cada vez más profundo”
Es como desempolvar esa capacidad de conversación que tenemos los humanos, nuestra única forma de acceder a nuestro ser. Es un retorno a una idea de sujeto libre en su forma de enunciarse y, con ese discurso, hablar de cómo se cuida y se habla a si mismo.
Parecer ser que el acto más revolucionario del siglo XXI, será la renuncia a un modo de vida basado en el consumo y estará más en la auto complacencia de nuestra identidad, en la capacidad de enfrentarnos a nuestros miedos para re fundar nuestra libertad.
Es una forma de de/construcción, pero con una idea de trascendencia detrás, que le permita al humano, nuevamente, ser tocado sin prejuicios o temer a ser lastimado… tocado por las palabras y reconstruir su entorno. Es una ruptura frente a nuestros anhelos y aspiraciones por el poder, para dejar de controlar y sumar para la libertad.
El tocar es la capacidad de rozar al ser, de verdaderamente conectar con la subjetividad de una persona, es en ese tocar que radica nuestra potencial más grande, pero a la vez más destructivo, porque tocar al otro, también debe partir de la premisa del autocuidado: como me trato a mí, te trato.
Construir una vida que aprende a tocar nuevamente: es asumir y enfrentar la expulsión frente a Otro que se niega, rotundamente, esa distinción; es como la cólera que lucha por erradicar cualquier forma de diferenciación más allá de los propios límites establecidos. Esto último es más como advertencia, que sí se pretende iniciar este camino, es una camino que nos aleja de la sociedad, pero nos cerca a uno y reconstruirnos en el camino, para que el Otro se fundada en la compasión, en el amor, en la honestidad, en el dialogo; que nos lleve a replantearnos nuestro propio ideal de libertad.
El siglo XX no logró contestar la pregunta del origen de nuestra soledad y ahora enfrenamos sus demonios. La soledad es una posibilidad inventiva, una capacidad de autoconocimiento y de compartir nuestro ser. No es una forma univoca, donde la soledad necesita de la compañía para ser explicada. Todas las justificaciones de ella, nacen de la añoranza de estar y ser. Así se renueva la oportunidad de nuestro tiempo.
En la posibilidad mínima de ser mejor y comenzar los mejores años de nuestra vida…
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