REIR O LLORAR

REIR O LLORAR

ana ana

23/07/2017

Para REIR o LLORAR ante la vida, es cuestión de actitud y fe ante las circunstancias que se nos presenten en el camino.

Tenemos derecho a REÍR nuestras alegrías y a LLORAR nuestras desgracias.

La vida es un regalo que nos hace ver por naturaleza que nuestro mayor tesoro está adentro de nuestro ser, que más allá del ser alguien en la vida y de tener comodidades para vivir lo que realmente necesitamos es estar llenos en nuestro espíritu y nuestra alma, llenos de esa fuerza, sabiduría y amor sublime que nos hace sentir que vale la pena vivir y sentir que la felicidad si existe: el poder alzar la cabeza y ver el cielo; el poder abrir los brazos y sentir el aire circular en nuestro cuerpo; el dar un abrazo fuerte y cerrar los ojos expresando nuestros sentimientos; el poder apreciar el surgimiento de una vida y su desarrollo; el reírse de un buen chiste o simplemente de un gesto gracioso; disfrutar un atardecer viendo la caída del sol o ver las gaviotas sobrevolando el mar, indudablemente son de las sensaciones más lindas que tenemos en la vida y que no necesitan dinero para conseguirlo.

Pero que pasa cuando un nubarrón opaca esas pequeñas cosas de la vida, llamese impedimento físico, accidente, enfermedad, el fallecimiento de un ser amado, quedarse sin empleo o ser huérfano, entre otras cosas que susceden en la vida y que cambian su rumbo drásticamente.

Cuando eso suscede, y de cara a la realidad ante la sociedad, todo se derrumba. Paulatinamente, se pierde hasta el ánimo porque vienen los «no puedo»: no puedo porque estoy enfermo, no puedo porque sufrí un accidente, no puedo porque falleció mi familiar, no puedo porque no tengo dinero. Y al principio nos rodean los familiares y amigos que son incondicionales, pero también es verdad que nadie soporta ese peso por mucho tiempo porque la misma situación hace que uno se retire de actividades que antes realizaba con facilidad y para no hacer más larga la lista de cosas que susceden en esta etapa, una vez a pasado el tiempo, nos quedan los que están en casa y en los peores casos hasta perdelo todo y quedarse en la calle.

Y este es el tiempo en que la prueba se torna difícil. No sabes que es mejor, si REÍR o LLORAR, es el punto en la vida en el que uno decide si tirarse de un puente o buscar una fuente de agua en las calles para lavarse el rostro y tocar puertas para buscar esa oportunidad del siglo XXI y volver a soñar.

Y también es en este punto en la vida cuando surgen todas esas ideas, de frustraciones, de lagrimas y hasta de apariencias que nos hacen perder el orgullo y nos hace más conscientes de la realidad.

Es cuando uno recuerda lo bueno y lo malo que hizo en su pasado y vienen los reproches de lo que hizo y lo que dejo de hacer y nos permitimos darnos cuenta y reconocer que vivimos en una sociedad agresiva y que el mundo hostil si existe porque ya no vistes de acuerdo a la moda, porque ya perdiste tu capacidad de compra y porque tus deseos de ser ser un apoyo para tus padres, hijos o pareja no se pueden llevar acabo.

Preguntarse mil veces los «por qué» también se vive en esta etapa y sobre todo lamentarse por el «hubiera».

El haber valorado poco, el haber dado poco, el haber dejado pasar oportunidades y el no haber dicho o hecho son inevitables. Sin embargo aún debajo de este nubarrón siempre aparece un viento fuerte que nos hace recordar que detrás de las nubes brilla el sol y aunque no lo vemos está allí, ese sol que nos alumbra y nos dice que si se puede, que esta etapa no es para toda la vida y que si lo vuelves a intentar está ves irá ir bien.

Uno empieza nuevamente a proponerse sueños, metas y propósitos nuevos para vivir.

Uno recobra la fe, fe de que habrá un mañana mejor, que si tienes una segunda oportunidad podrás dar lo mejor; que dejaras de ser mediocre, que en lugar de dar lo que no necesitas, darás lo que tiene valor para ti, que expresar tus sentimientos debe ser hoy y no buscar el momento oportuno y que el consumismo no te haga sentir que eres menos porque no estás a la moda o porque no puedes darte los lujos que otros tienen. Aquí ya se murió el orgullo, la envidia, el prejuicio. Ya la vida nos llevó a tocar fondo y solo queda resurgir de la nada.

Esta es mi historia: «Aquí estoy sola, desempleada, peleando en contra del consumismo y aceptando la realidad, lejos de mi hogar natal, he perdido a mi madre y tengo un hijo por quién luchar y a quién apoyar. Imagino mi vida después de un sunami con todo roto tirado por el suelo, levanto la mirada y están a mi lado mi esposo y mi hijo, no es momento de rendirme es momento de ser fuerte, aún la tierra está temblando y se oye el ruido de los árboles, de los vidrios y la gente grita y murmulla, hay miedo, incertidumbre y el futuro es incierto pero tengo vida y mientras tenga vida tengo oportunidad».

En todo este trayecto he mantenido la discreción, he honrado mi matrimonio por difícil que este sea algunos días a causa de nuestra economía, nunca nos ha faltado alimento, nuestro hijo es feliz aunque no tiene muchas cosas materiales. Perdi a mi madre y la extraño todos los días y estoy aprendiendo mucho a valorar la vida como tal, y a admitir que este mundo moderno si afecta, que la sociedad si influye y que da vergüenza el «no tener». Yo nunca he tenido grandezas y no me importa, pero lo que si me importa es que lo material que no tengo afecte a mi familia y mi vida para subsistir.

Hay realidades que cambian la vida, como la muerte de un ser querido, que si es verdad que para subsistir se necesitan cosas materiales y que si existe el mundo hostil que te obliga a «tener» y que si es verdad que todo el mundo se aleja sino no tienes una vida social activa.

La conclusión es que nada es para siempre, que todo está en la mente y que 1 año difícil no borra 40 años de buenos momentos y que por ahora disfrutar el desarrollo humano es lo mejor que pudo pasarle a mi vida, y que vivir está realidad es exclusivamente para aprender, para seguir soñando, para disfrutar la escénica de la vida y para tener el tiempo de escribir desde la realidad y desde el corazón.

Que es el momento de REÍR cuando mi corazón quiere LLORAR porque aunque no tengo nada, tengo un sentimiento bien grande que se llama amor y que está dispuesto a dar lo mejor de mi.

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