La oscura y larga sombra se acercó a ella, y la miró con los ojos el alma.
La sombra alzó la mano en alto y la introdujo en su hermoso cuerpo, atravesándolo.
Se la juzgo y pesó por sus acciones.
A su alrededor, cientos de miles de ojos la miraron desde la oscuridad. Unos la culpaban, otros la comprendían, pero todos lo hacían desde el silencio, un silencio ensordecedor que crispaba los nervios.
Y al fin, tras siglos de juicios, se dictaminó un veredicto.
Su recuerdo tras la muerte sería conservado al final de la estantería, donde el polvo acumulado por los años lo deterioraría hasta desaparecer.
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