1. Puñales victorianos en el corazón
Golpes de puñales victorianos en el corazón.
Aleteos de mariposas aguerridas en la boca del estómago, mariposas que transforman el cardias en el escenario de un baile celta a la luz de la luna.
Martilleos continuos en la tapa de la cabeza, uno tras otro me recuerdan que esto es parte real y parte espejismo.
¿Es posible una vida así? Amándonos a gritos y gritándonos en silencio.
Hartazgo total del alma, hartazgo total del ser. No me gustas por tu apariencia, no. Esto va más allá de todo lo que puedo entender ¿sabes?
Me gustas porque eres, porque entiendes, porque sabes… porque lees.
2. Fulgor de no correspondencia
Diario corro de manera absurda e infatigable en las malezas de la tragedia amorosa que yace en el fulgor de la no correspondencia.
No importa que tanto hiera cada segundo de miradas extrañas y fáciles de mal interpretar cuando, al final de la jornada, no es más que un conjunto de boberías infantiles que un cerebro con una especie de pseudología fantástica ha creado.
Semana tras semana se crean miles de escenarios en dimensiones diferentes donde podría existir la mejor historia jamás contada de dos almas atormentadas que llegaron a coincidir en el mismo plano temporal. Donde ninguno de los dos estaba listo o destinado a estar junto al otro.
Dolor intenso en la boca del estómago refleja solamente la palabra que muchas veces ha cruzado su mente. ¿Amor? ¿Será?
Encaprichamiento, considero es palabra más apropiada el sentimiento unilateral enfermizo que, cual teoría de la generación espontánea, surgió de la nada mientras una personita con severos problemas mentales captó la mirada radiante de otro espíritu atormentado.
Justo eso, capricho e infantilismo. Exactamente eso y nada más que eso. No existe tal cosa como el amor y todos lo sabemos bien. Se aprende a la mala y queda marcado cual fierro ganadero en el alma quebradiza del adolescente deprimido.
3. Fue hermoso mientras existió
Fue hermoso mientras existió, una complicidad efímera que, en el fondo, sabía acabaría igual de fugaz que como nació. Todos nos decían que estábamos destinados a ser, incluso lo creímos como si se tratará de algún verso escrito en piedra por el ser cósmico que nos puso en el mismo tren ancestral. Pero ambos nos dimos cuenta que no estábamos destinados a estar juntos. Y eso es lo mejor de todo, es lo que más me gustó… tu despedida sin decir adiós y mi hartazgo sin decir nada. Acepté la entrada de un nuevo amor, alguien que, según yo, es una versión menos narcisista tuya.
No creo que volvamos a coincidir, me da miedo volver a abrir mi corazón a un alma tan egoísta y soberbia. Pero, si el universo decide volver a unir nuestros caminos entonces no sé qué va a ser de mí. En definitiva te llevas el título de primer amor.
4.¿Qué es esto?
¿Qué es esto?, me siento infectada, enferma, con fiebre, con dolor estomacal, insomnio. ¿Qué es esto?
Creo que si saco el problema de raíz, eliminarte de mi vida, no ver tu cara diario, no hablar contigo diario, no adorarte diario, no enamorarme diario. Solo así puedo sanar ¿no?
Ya lo intenté, lo intenté. Juro que traté de no verte, no pensarte, no extrañarte. Es imposible, un día sin ti es un lapso atemporal. Es entrar en otra dimensión donde no puedo enredar mis pensamientos en esos dibujos que cubren tu cuerpo, en esos ojos avellana, en esa piel bronceada. En ese torso adiposo.
Solo puedo odiarte, odiarte por no esperar. Por no sentir lo mismo. Por tener atadura. Por amarla a ella.
Solo puedo odiarme por estar atada irremediablemente a ti.
5. Me dueles
Me dueles, me dueles como no tienes una idea, me dueles al punto de lograr abrir la puerta que mantenía a mis viejos demonios antófagos encerrados, están sedientos de néctar de amapola y suculentos pétalos de orquídeas. Cada vez que cierro los ojos y tu cabello arremolinado aparece en los recovecos de la imaginación puedo sentir los rasguños de los demonios trepando por mi oído, gritando y blasfemando en mi contra.
¡No otra vez!- les grito- ¡no, aléjense, por favor, aléjense!
Dicen que te alejaste porque los olvide, porque quemé el libro de reglas, porque comencé cenar después de la hora exacta. Están furicos, iracundos, espumean chorros de lava por el hocico. Todo porque me deje pensar en ti, en el intercambio fortuito de cartas, en la ninfula que se pavonea con tu amor al resuene del aleteo del ave índigo.
Pienso en ella, la veo, la analizo. Claro, es perfecta. Claro, ahora todo tiene sentido. Yo misma tomo la llave, yo misma bajo al sótano maldito, yo misma lo abro y les canto: – salgan, mis pequeños, salgan-
Solo ellos me entienden, solo ellos podrán curarme de ti y, si no lo logran, al menos sé que lograran la muerte perpetua.
6. Daga transdimensional
Caminan juntos en otra dimensión. Esa dimensión donde se lograron escapar del estigma social y las ataduras civiles. Esa dimensión donde se largaron juntos a esa ciudad bohemia donde ella tiene una librería y el un espacio de recreación deportivo. Esa ciudad donde en las mañanas dedican su vida a sus pasiones absurdas y en las tardes comparten café y cigarros en el roof garden de su diminuto pero increíblemente artístico loft.
Si tan solo una especie de daga transdimensional llegara una tarde y abriera ese portal que tanto se espera, ese portal que les de la opción de intentarlo.
Pero, siendo realistas, nunca pasara. Esa relación está condenada al fracaso eterno. A unilateralidad infinita. A nunca ser correspondida.
Condenada a la imaginación de una adulta infantil que no puede hacer nada más que soñar despierta con ello mientras dibuja cada uno de sus rasgos faciales, esos que conoce a la perfección.
7. Golpes de mariposas sinodales
Como es posible que no haya parado el aleteo de mariposas sinodales cada vez que encuentro tu mirada avellana deslumbrante dirigiéndose a mí. Ya he captado el zigzagueo de cabeza que haces cuando piensas que nadie te puede ver y analizas mi estructura como exhibición en galería de arte. El resonar de mi corazón, realmente espero que sea reciproco. Aunque nunca nada va a pasar
8. Correr al lado del ser barbudo
Correr al lado del ser barbudo, correr a los brazo del ser garabateado. Ojos avellana brillan con tonos felinos. Ojos avellana que bailan bajo las llamaradas de la fogata demoniaca que encendieron los faunos eslovacos.
Los faunos corren por flores, persiguiendo ninfas idiotas que piensan estar jugando un juego infantil. El primer fauno atrapa a una ninfa violetasea, la toma entre sus brazos y le corta de una tajada la cabeza. Toma la cabeza y la ofrece a la niña como quien da una manzana jugosa a un hambriento.
La niña toma la cabeza, la sangre verde esmeralda brilla y se escurre entre sus dedos mientras el ser barbudo observa perplejo en la lejanía.
9. CARTA AL DEMONIO AMADO, CARTA AL ANGEL CAIDO INTELECTUAL.
El problema no era la distancia, no. El problema era el estigma social, el ardor novelesco que fungía como freno al estima, dejando solamente una inmensa cantidad de ganas en el abismo circunstancial de la relación. Destinados a conocernos, destinados a querernos, destinados a complementarnos pero siempre con un precio que, aparentemente, están obligadas a pagar todas las almas gemelas. El precio de no poder estar juntas, de no poder se sinceras. Esas almas, pobres almas marcadas por la tragedia. ¡Oh bendición maldita! La bendición de sabernos mutuos, la maldición de sabernos prohibidos. La bendición de sabernos en el mismo plano existencial, la maldición de sabernos lejanos.
¿Acaso algún día el gran creador se convertirá en nuestro más grande cómplice? ¿Acaso algún día se repetirán nuestros encuentros furtivos en las calles aledañas?
Demonios se ríen de nuestra tragedia, ángeles sollozan por nuestro desenfreno.
El dolor en la boca del estómago se ha vuelto un pesar constante en mi fatídica vida sin tu compañía, el dolor de saber que esto podría ser unilateral, el dolor de saber que no alcanzaste la maldita imagen de la que me enajené cual pegamento cósmico. El dolor de descubrir tu verdadero ser, narcisista, ególatra, egocéntrico y ortodoxo. El dolor de saber que mi verdadero amor es el espejismo que invente en los recovecos de mi exagerada imaginación fantasiosa. El dolor de saberte idiota, estúpido, inculto y papanatas. El dolor de saberte desagradable. El dolor de, a pesar de todos esos descubrimientos, seguir estando aferrada a la idea de tu ser.
¿Cuándo será el día en que no me golpee un recuerdo desenfrenado de tus muecas, tus ojeras, tu cabello alborotado a manera de quien acaba de despertar, tus espasmos repentinos? ¿Cuándo será el día en que no piense que fue mi culpa, que debí atesorar lo que tenía, no debí presionar, no debí aburrirme, no debí odiarte?
Pero todo se borra, todo se borra y solo veo esa sonrisa. Esa cosa extraña, amorfa a la que llamas sonrisa. Esa sonrisa única que he llegado a extrañar y ni siquiera pude acostumbrarme a ella. Esa cosa semilunar, con mayor inclinación a un lado que al otro, casi como si tu cara sufriera de una leve parálisis facial. Esa sonrisa acompañada de una risilla demoniaca, satánica de sociópata, esa parodia a la que llamas carcajada. Esa zarzuela de sonido que me vuelve psicótica. Y aun así, aun a pesar de su rareza, la mejor sonrisa que he visto, la sonrisa más única, la sonrisa más transparente, la sonrisa más neurótica que jamás presenciaré.
He llegado a pensar que fuiste y no serás. Llegué a imaginarte ajeno y me dolió. Llegué a imaginarte muerto y sufrí como viuda senil. Llegué a imaginarte mío y, fue el vacío existencial más grande que he sentido.
Si cedo a ti, estaría abandonándome a mí. Ceder a ti es el equivalente de convertirme en presa de tu jaula ególatra. Convertirme en esa ninfa que existe meramente para complacerte, escucharte y alabarte. No pienso ser eso. No pienso dejarme para tenerte. No pienso ceder a ti.
Pero, solo bastaría con un roce, una mirada, una palabra, un poema de tu parte para que mis sentidos se descontrolen. Para que mi cerebro caiga en el borde del vértigo y olvide mi esencia independiente, crezca la cruda imagen dependiente que no sabía poseía y me abalance a tus brazos pidiéndote que no te vayas, que no me dejes.
¿Ves ahora el lío existencial en el que me metiste? ¿Ves el desastre que dejaste en mi alma? Y lo peor es que para ti, no fue nada, una amistad intelectual cualquiera quizá.
Ya no quiero saber de ti, ¡lárgate de mi alma! ¡Necesito un exorcismo de tu marca! Ahora te he nombrado demonio amado, demonio intelectual, eres el ángel caído que logro entrar cual virus peregrino en esa pequeña herida que emanaba de mi espíritu. Intento sacar tu veneno con palabras, intento sacar toda marca de tu ser con lenguaje, con prosa y gramática. Pero no puedo. Te he coronado el príncipe de los ángeles caídos. Me introduje al laberinto de tu juego onírico y, aun no puedo salir.
¡Oh, ni los placeres de Dionisio logran borrar tu existencia! ¿Acaso estoy condenada a vivir sola añorando tu presencia? ¿Añorando el demonio amado que me acostumbre a amar?
Demonio amado, ángel caído intelectual. Te maldigo, te bendigo. Te odio.
Te odio por el placer que me causa tu presencia, te odio por el dulce sonido que produce tu nombre. Te odio el aura de intelectualidad que emanas y que me atrapa como mosca de la fruta. A eso me remito cuando estoy contigo. Me siento mosca de la fruta, me siento mosca comparada con tu exceso de masa cerebral. Me siento mosca de la fruta intentando enamorar a un gato montés.
Maldito ser felino, demonio gato, gato demoniaco. Eso eres, un maldito gato que se cree rey y señor.
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