El ángel ebrio

El ángel ebrio

Ingrudska

05/05/2020

El olor a antiguo inundaba toda la espaciosa habitación, podía sentir el aroma de cada época rozando mi nariz.

-Buenos días- susurro la tendera, con una sonrisa cálida. Le dirigí una mirada tímida y un “buenos días” casi inaudible como respuesta, luego, con pasos calculados, comencé a caminar por los pasillos abarrotados de cosas increíblemente delicadas. En el fondo de mi cerebro sentía ese impulso que te hace creer que necesitas todos y cada uno de los objetos que tienes frente, lamentablemente una cosa y solo una cosa es lo que me alcanza.

Pero elegir es prácticamente imposible, todo me pide a gritos ser comprado, además, la tienda es enorme, son pasillos y pasillos de antigüedades, lo más moderno que hay tiene aproximadamente 40 años.

Entro en la zona de estatuas y obras de arte, todas tan finamente elaboradas ¿cuánto esfuerzo ambiguo yace en todas y cada una de esas pinceladas metódicas?

Pero por sobre todas una llama mi atención, es una pequeña estatua de madera, con aproximadamente treinta centímetros de altura, mi mirada se pierde con la suya, es un hermoso joven con traje de griego, me acerco para apreciar con más detalle, intento desesperadamente buscar el nombre de la obra ¡¿quién es?! ¡¿Quién elaboro tal majestuosidad divina?!

Tengo miedo de tocarla y romperla, pero es necesario, esta duda quema mi cerebro, el alma me pide a gritos saber quién es aquel ser que ha quedado inmortalizado en el cedro pintado, la tomo precipitadamente para buscar el nombre y, al momento de tocarla, lo sé todo, se lo que ha vivido y se lo que ha pasado.

Cada imagen se crea en mi mente cual fresco renacentista, puedo ver como todo a mi alrededor se convierte en una pintura burda y grotesca, las manchas que representan seres humanos profesan gritos desgarradores, también puedo ver como se crean manchas rojas y amarillentas que emanan calor y arrastran todo a su paso, la tienda de antigüedades ha desaparecido, ahora estoy dentro de una pintura infernal, no quiero ver más de esta masacre, es horrible. Conforme pasa el tiempo todo toma mas realismo, ahora veo rostros y piel incinerada. No puedo hacer mas que tumbarme a llorar mientras tapo mis orejas.

No soy capaz de comprender nada de lo que esta pasando, todo fue tan rápido y extraño. Solo toque la estatua y… mi corazón comienza a latir cada vez mas rápido, puedo ver frente a mi a la estatua, ahora a tomado masa y volumen humanos, es del color de la piel y se mueve con delicadeza por entre las llamaradas mientras con gran pasión toma su espada y la atraviesa a diestra y siniestra por entre las personas, sus pies parecen acariciar el suelo, sus ojos penetran a aquel que ose mirarlos, sus brazos se menean cual seda por entre sus adversarios, cortando cabezas y miembros sin flaquear. Todo con tal coordinación que pareciese un baile previamente ensayado.

No puedo dejar de mirarlo, de pronto gira bruscamente su cabeza y postra sus ojos en los míos, puedo ver la desesperación en ellos, la tristeza y agonía que lo aflige es tal que provocan en mí un llanto descontrolado. Él, al darse cuenta de mi lastima, esboza una sonrisa y se aproxima hacia mí. Se acerca y me toma la mano, en ese momento siento un dolores terribles, un calor que envuelve y quema mi mano. Grito y lloriqueo, pero el dolor se hace más fuerte. Él mira mi mano desconcertado y la suelta bruscamente. En ese instante todo se vuelve borroso, mis piernas no responden, empiezo a tamborilear, todo se desvanece a mi alrededor, convirtiéndose en bocetos nada más, todos menos él, antes de que pierda la conciencia por completo veo su cara y leo en sus labios un ¨sálvame¨

Toco el frio y rustico suelo, mismo que emana un olor a vejez y humedad y…estoy de vuelta en la tienda, tengo que moverme y salir lo antes posible de este lugar, mis piernas funcionan ya a la perfeccion, puedo levantarme sin ningún esfuerzo, pero siento un punzon en la mano izquierda; es un ardor inexplicable. La llevo delante a mis ojos y veo cicatrizada la imagen de una especie de arpa, detallada a la perfeccion. Estupefacta recuerdo todo lo que presencie hace unos momentos, la estatua esta tumbada en el suelo, no dejo de mirarla mientras palpo con sumo cuidado mi mano.

-una hermosa figurilla enserio- escucho una voz detrás mio, es la anciana encargada de la tienda.

-si- digo con un hilo de voz apenas audible.- preciosa imagen.

-sin duda, sin duda, pero…no está a la venta- dijo con voz dulce la anciana.- nada de esta habitación lo esta.

-no quiero nada-

-bien- dijo la anciana mientras colocaba la estatuilla en un trípode.- si no va a comprar nada, puede retirarse, se empolvan las cosas.

-claro, disculpe-

Pero al dar media vuelta para marcharme, siento como me toman del brazo, al voltear veo a un hombre mayor de gran estatura y voluptuosa complexión mirándome fijamente.

-no podemos dejarla irse señorita- dice con voz ronca y dura, mientras le muestra a la anciana la marca que llevo en la mano. La anciana emite un sonido gutural, casi como un grito, mientras se acerca a mí a trompicones. Me toma de los hombros y me analiza de arriba abajo.

-¿estás seguro que es ella?- le dice al hombre, casi como si yo no estuviera ahí.

-claro que es ella, ¿Cuándo me he equivocado?-

-no lo es, es muy escuálida y blancuzca para su gusto, además sus cabellos son rojizos y los lleva cortos ¡como hombre!, tu sabes lo tradicionalista que es, no va a querer algo tan…moderno-

-mira su mano, es la señal que ocupa siempre, ya lo se es muy diferente de las otras pero…es lo que ha escogido…tal vez ya quiere cambiar de sabor-

-bueno, debemos prepararla, no puede verlo así…sus ropas y su perfume es muy…de los dos mil-

-claro, claro, claro…llévatela y ponle el manto, perfúmala con lavanda y esencia de almendras, luego limpia su rostro con leche de cabra…todo debe ser perfecto…llevamos siglos sin recibir señales de los dioses-

“¿Los dioses? ¿De qué carajos hablan estas personas?” pienso “¿Qué esta pasando” ¡no entiendo nada!” lo único seguro en momentos así es que debes escapar, así lo intente y forceje con mis debiluchos brazos, lo único que logre fue un golpe furtivo en la parte trasera de la espalda y otro en la cabeza; mismo que causo un desplome total de mi parte y la pérdida del conocimiento.

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