Pedazos de efímeros pasos.

Dibujaba corazones y hasta a veces, pintaba sus labios de colores,

Pero solo yo sé la oscuridad, de sus más profundos rincones.

Nunca remó por no naufragar,

Ni beso, por no amar.

Nunca vivió.

Hasta que el desastre se desató en mi puerta, me pillo con el toldo fuera, y la herida abierta.

Llovían sucios versos que se canalizaban por los más encerrados e inhabitables corazones,

Truenos sonaban del rock and roll de sus caderas,

Y en el océano de su cama,

No cesaba la tempestad,

Ni de reír sus noches,

Ni de gritar sus vasos,

Y en cajones a pedazos una canción,

Desordenada y preciosa,

Como la diosa que era, cuando dormía desnuda, entre las sábanas,

Sin miedos ni dramas

Dolorosa y eterna la canción de sus labios,

Que solo escuché yo.