A través del torbellino
de mis sinsentidos, desorientado,
en nuestra cenicienta vorágine…
Devorar ansiaré tus cimbreados labios,
dulcificadas, lujuriosas cerezas,
antojadizos goces que sugieren
indómita y abismal penitencia.
Anegar procuraré tus aceitunados ojos,
afiladas, lacerantes piedras
con que tropiezo, indefenso,
para, en la caída, diligente,
provocar de mi mano el roce
con tu cuerpo, delator del borroso deseo.
Seré cautivo en tu vida,
reo de imaginarias ausencias.
Seré esclavo en tu cortejo,
culpable de ajenas vaciedades.
Seré siervo en el recóndito mar
de tus emociones equívocas.
A través del torbellino
de mis sinsentidos, desorientado,
en nuestra cenicienta vorágine…
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