Las grises nubes se aglomeran en lo alto, cúmulos de ellas se arremolinan eclipsando la tarde en matices sombríos, aunque entre ellas, vanos rayos de luz logran atravesar con tenue indiferencia, como si su densidad fuera insignificante. El ligero viento avanza enfriando el ambiente y una extraña calma se asienta en las calles como si el tiempo se hubiese detenido. Las personas se adentran en sus casas, los negocios cierran sus puertas y los automóviles escasean en las avenidas. En el cielo, destellos luminosos seguidos de fragorosos truenos rompen con la tranquilidad, las ventanas vibran ante tal poderío, los animales se ocultan en los árboles, los más asustadizos se angustian, los demás, se enamoran… lloverá.
Ha iniciado, el apacible régimen es corrompido por el caos de las primeras gotas que caen colisionando contra el suelo, una a una descienden por el aire, se deslizan por las ventanas y los cristales, ruedan por las hojas de los árboles y resbalan por sus troncos, poco a poco se apoderan de la tierra, empapándola grácilmente… ligera llovizna.
Petricor, es… la forma, correcta y quizás un poco altanera de referirse al olor a tierra mojada, a ese dulce aroma que nos envuelve recién la precipitación suscita su aparición y que supongo yo, a todo mundo agrada. Preámbulo de gotas miles, cada una diferente de la otra, unas más grandes y pesadas, que te golpearán súbitamente, otras delgadas, fugaces, apenas sentirás su impacto, cada una caerá a su debido tiempo, esperando incluso, al siguiente temporal. Anunciante de futuros inciertos, donde si bien de una tranquila llovizna pueda tratarse, en segundos puede evolucionar a tormentas torrenciales y diluvios catastróficos. Bello despertar del olfato que nos llena en segundos y nos desalienta en incluso menos que eso. Cafeína en los labios, frazadas, abrazos, películas y desasosiego, escritos en verso y amores inmortales. Melancolía de golpe. Prefacio para algo incluso más bello que él mismo, prólogo para un nuevo caos que será tal vez más calmado que la tranquilidad en sí. Las gotas se hacen presentes con mayor constancia, la luz es ahora bloqueada en mayor medida por la acumulación de las nubes, se escucha nada más que el firme golpeteo del agua sobre los techos… llueve.
El café se termina, la película muestra su desenlace, se es colocado un punto culminante en aquel mundano poema. Se terminó, las nubes se diluyen por los cielos y el tiempo retoma su eterno avance. En la atmosfera se respira un aire que aparenta su reinvención y de igual manera que en el preludio, una ligera capa de tersa calma invade los alrededores. De los árboles caen las ultimas gotas que se aferran a sus ramas y hojas, de la tierra húmeda los pequeños insectos a explorar de nuevo, de las casas las personas, de mi cabeza los pensamientos, de mi corazón los sentimientos… llovió.
¿Por qué?, ¿por qué toda esta alegoría?, Petricor, si bien un fenómeno grato para la mayoría, nada que una simple definición no pueda esclarecer, ¿por qué enaltecer algo de lo que todos están conscientes? , ¿por qué no romper con la moda y escribir sobre otro tema?, bien, es por ella, porque ella en vida actúa como este portento de la naturaleza, en mí, su presencia significa una serie de variantes sentimentales que pueden ir desde lo más feliz, hasta lo más triste, como gotas de lluvia que golpean inesperadamente, llego a inundarme de pensamientos y sensaciones, y como charco me quedo estancado en una de ellas, como aroma vivo y muero en bucles de rimas hasta que la estrofa se termina. Ella me lleva a recorrer pasajes de melancolía y desasosiego, polizón de historias curiosas y relatos de su vida, compañero y amigo, pero nunca más que eso, donde la llovizna se transforma en la tempestad y la tempestad en indiferencia. Petricor, ella con su dulzura encanta a todo mundo, recién llega a un lugar, la atmósfera se relaja, no sé si es por su amabilidad o su perpetua sonrisa, por su voz apacible o su ternura, te dan ganas de abrazarle y tomarla de la mano, llevarla contigo a todas partes y vivir con su presencia infinita. Como él, ella logra todo este acervo de subidas y bajadas que como predice, no se pueden predecir, simplemente hace su aparición y se aleja dejando a su paso incontables arcoíris grises, y una lágrima en forma de gota de lluvia.
-López Lugo Alexis Gabriel-
-21 be Art-
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