Relatos desde la Pandemia #13

Relatos desde la Pandemia #13

Regresó del trabajo muy cansado y muy enojado. El pobre perro fue la víctima de un exabrupto de furia; el repositorio del estrés de un trabajador sobreexplotado, que tiene que salir a pesar de la pandemia, con el doble de horas y el salario recortado. El animalito era demasiado pequeño para soportar esa clase de patadas y quedó tirado durante días, apenas comiendo, gimiendo y moviendo la cola. «Ya verán que mañana va a estar bien» les decía la madre a los dos niños que lo atendían y acariciaban con el llanto cuajado colgando de sus ojos. «Es un pinche perro, ya, perdónenme» sollozaba él, con un nudo en la garganta donde la ira y el remordimiento se le atoraban secamente. Sólo silencio. Después iba a trabajar, pensando en la angustia de sus hijos, sin poner atención a lo que hacía. «Eres un pendejo, ponte abusado… Estás despedido cabrón». De regreso a casa encontró los gritos porque el perro estaba muerto. Él se sentó a la mesa y recordó al pequeño animal, que lo recibía con tanta alegría sin saber lo que le esperaba, porque nadie sabe lo que le espera en esta vida. Entonces comenzó a llover.

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