La caldera silva y mi gata observa detrás de mí, con su mirada psicodélica, no sé si mira detrás de mi, o al alma que llevo dentro, a la que escribe, a la que llora.
Y creo que mi gata es la que sabe lo que sale de mis entrañas y lo que sale de mi garganta cuando exaspero. Y ella es cómplice de mi desapego de mente y cuerpo, y es cómplice del odio a mi propia carne, aunque por fuera demuestre lo contrario, pero sabe de mi amor cálido por mi mirada.
Y mi gata siente cada parte de mi dolor, y cada parte de mi euforia, cuando rio llorando, cuando lloro riendo.
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