Escribo de la nada, de nada, para nada.
Escribo de muerte, de fiestas, arrojo palabras a la habitación obscena del papel, a la perversión de mi tinta; y de aquella orgía sublime surge mi aliento. El grito berborreico de la angustia frustrante desaparece, se evapora.
Surge la semilla alegre germinante de deseo, de pasión, se inyecta el casi siempre imprudente tóxico alucinador y eléctrico, me envuelven las gotas, los haces de luz.
Las ramas erguidas sobre recuerdos invertebrados y futuros probables me hipnotizan hasta el punto de embrujarme. Las espinas sangran mis dedos y su piel cicatriza.
Y su follaje, su follaje confuso me traslada, transmuta. Ensalza el aliento, el heroísmo, las falsas esperanzas. Me invento crudo, desnudo. De nada, de incertidumbres y embrujos, escribo sólo; solo escribo.
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Soy pasajero andante, de un Universo errante y sin rumbo. Universo pasajero que anda. Polizón perdido en el Universo andante. Soy pasajero, efímero, perdido, errante, metamórfico, universal.
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Bendíceme oculta, bendíceme, tú, prohibida.
Arrodíllame entre ofrendas,
Bautízame de lógica clandestina y enmarañada,
Oraré, flagelaré y persignaré mi cráneo,
Calcificación equilibrada, muerta.
Tiéntame hacia una nueva resurrección animal.
El yo es yo en ti, lo contemplo en ti, en ti existo
Despiértame, aterroriza las frecuencias latentes, las pertinentes.
Bendíceme oscura, crucifícame, tú, cínica.
Házme mortal, embárrame de tiempo y envuélveme de-espacio.
Culpa, convencimiento cruel, democrático.
Total.
A. L.
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