Y entonces vinieron mis amigos del espacio para que vayamos por una cerveza, el día estaba un poco cálido pues en la atmósfera de gas metano y alcohol parece no haber mucho lugar para el frío. Puse mi cabeza en una bolsa ya que me pesaba un poco levantar las pestañas para ver, sentí mis mejillas un poco sonrojadas, así que en efecto ya me había enamorado; ocurrió al ver una de las amigas del cielo verde, como le llamábamos a ese mundo de damas irresistibles, me dispuse a explicarle que había dejado la cabeza en una bolsa, así que no había nada de qué preocuparse. Había sangre hecha mármol y estatuas por todas partes, había miles de fuegos y gritos a lado y lado, y entre la eterna cantidad de humo se sentía la paz interior, esa paz de nosotros los perdidos. Los perdidos llegaban, los perdidos pedían una mesa, los perdidos pedían un poco de veneno de ese que mata la verdad, los perdidos piden un poco de heavy metal al mejor estilo de la basura olvidada que brilla, los perdidos pelean entre ellos, los perdidos se besan entre ellos, los perdidos piden una bolsa de basura para dejar ahí las bocas pues ya estorbaban, los perdidos se ríen, los perdidos se ponen los ojos fosforescentes para entrar al híper espacio de las formas no presentes. Había prostitutas de realidades, había realidades extravagantes y estaban las del híper espacio de las formas no presentes, aquí la moneda tiene el precio de mil ilusiones, por eso yo estaba de smoking y bien presentado, porque el amor acá es una especie demasiado frecuente. Me presentaron a 3 revendedores de discos de vinilo y cigarrillos verdes (un poco falsos) que querían hablar conmigo de negocios importantes y de música clásica, yo me aparte, hoy no quería traficar con los excesos violetas; esos tipos siempre salen ganando el triple de lo que les ofreces. En el fondo, entre la luz media falsa y demasiado real, había contorneándose una criatura de esas que solo se consiguen en el híper espacio de las formas no presentes, no sabía de qué realidad había emprendido el viaje pero estaba sola, estaba votando el humo mientras ojeaba unas revistas pornográficas, también se inyectaba un poco de cocaína, también se lamia los senos, también jugaba con ella misma, también se castigaba como nadie, en fin ella también estaba cansada. Hola soy un perdido, el perdido pelea, el perdido besa, el perdido pide una bolsa de basura… -hola, si se quién eres- me senté al lado, ella transpiraba por las pupilas una especie de atmósfera de litio y dopamina, perfección, era única en su especie tal vez. Ella seguía ojeando sus revistas pornográficas mientras lloraba, mientras me abrazaba, mientras me tocaba y yo a ella, poco a poco nos fuimos saliendo del híper espacio de las formas no presentes, pues este nivel no acepta demasiada lujuria, llegamos al bar inicial, el tiempo se detuvo, los tragos explotaban en los cerebros y poco a poco caímos en un viaje sin límites, en el que sudábamos, en el que expelíamos olores, en el que nos pegábamos puños directo al centro del cerebro, al fin acabe y ella también. ¿Entonces eres del cielo verde no? Yo soy un perdido, los perdidos llegan, los perdidos piden una mesa, los perdidos pelean… -hola, si mucho gusto- ¿quieres otro trago? – Esperemos que vuelva el tiempo y llamas al mesero- . Miré alrededor y estábamos todos tristes, y eso estaba bien, pues eso queríamos sin lugar a dudas.

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