Una tarde

tus suelas y las mías se llenaron de camino,

tus oídos y los mios se plagaron de historias y,

ese deslumbrante sol nos plago de luz.

Aquella tarde vimos no sé cuantos arboles,

un centenar de nubes.

En la ciudad de los castillos

poco nos interesó la arquitectura,

ignoramos las señales y nos abrimos senderos,

nos acompañamos,

nos plagamos de átomos y

sin quererlo o queriéndolo

le pedí a los dioses verte una vez más…

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