Era de madrugada.A través de la ventana , casi pegada a ella , miraba  la calle . Ya entonces arrastraba una soledad  tan pesada como las mantas que traía mi padre del cuartel . Pero mientras  mis hermanos dormían , yo me desnudaba de ese peso , y debajo , aparecía  una piel virgen de serpiente , que identificaba la noche con cada poro en una eclosión de sensualidad inconsciente.A través de ese cristal veo ahora el mundo astral de mis doce años. Siento la fria oscuridad  del cuarto de mis padres , sin padres, veo la tierra amarilla de la calle sin asfalto y una especie de abeto negro que se pierde en el cielo , que nunca estuvo en el mundo “ real”, pero que yo en una de mis  pesadillas,sobrevolé hasta perderme muerta de miedo detrás de las estrellas. A través del cristal , esa noche, contemplo la frontera de mi cuerpo adolescente. Un espacio que no sé controlar , que se expande como una nebulosa sin que nadie parezca darse cuenta de sus colores , del nacimiento de cometas en  sus márgenes azules.Y por un instante, el cristal se opaca y aparece mi rostro, mi nariz , mis rasgos reflejados. Y por un instante. quizás atraído por el grito profundo de mi espíritu, apareces tú, detrás de mí , desdibujado…
A veces pienso que vivo en un mundo fronterizo, como lo es aquella ventana . Desde esa línea puedo ver la calle , si creo que el cristal es transparente . Pero  es cuestión de “enfoque” , y  para ver una habitación infinita , llena del mundo interno y sus fantasmas, sólo tengo que dejar que se mueva ligeramente el perfecto portal de mi cristalino.
De cristal a cristal  yo aprendía esa noche, en que tal vez tú me miraste, que  puedo ver  y existir  más allá y a través , del espejo. 
        
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