Bendita sean

Un murmullo insoportable dibujaba círculos, olvidos, venenos,

el tiempo se seguía derritiendo en los relojes de Dalí.

El miedo con su corona de espinas alfombraba su desdicha,

las flores tosían la primavera en algún balcón.

La noche envuelve con su catarsis desvelos insoportables,

y mata de celos las nostalgias perdidas.

Las lenguas se secan en un collage de besos,

y su voz por un momento toma de rehén un sueño.

Suspiros que se vuelven a chocar en un mismo perfume,

en un mismo nombre,

en una misma vida.

Bendita sean las muecas de tu ombligo,

las cosquillas de tu risa,

los secretos de tu espalda.

Pedro Fassi

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