Duermevela de proa,
Recóndita fámula
De atabacados aspavientos.
Rabia la púa en el hueco cincelado,
Entre dentelladas de besos ultrajados
por los secuaces del afecto.
Pero quién no ruboriza el tucán
Que patina sobre tibias aguas
De un océano
Desalado por haces de perlas.
Pero quién no detesta la pétrea
Máscara del mariscal
Empecinado en sublimar
Los artificios de la melancolía.
Se multiplican los vacíos,
Se manipulan los silencios,
Se rastrillas las nadas.
Pero quién no mastica la melodía
De una azucena domesticada.
Pero quién no escudriña el ballet
De remotas primaveras.
El tic-tac atemporal
Cercena infinitos escenarios
Mientras otorga naturaleza
De cómicos romboides.
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