Encuentros
Lúgubres habían sido mis encuentros,
Tumultuosa sepultura en lo alto de mis intentos,
Quebrado por los violentos rituales del duelo,
Abatido por los actos de solemnidad
de los traslucidos seres
que intentaron amar, decido perderme en la noche,
perder y no buscar.
Me hallaba hundido en una soledad sin consuelo,
Y después de un eterno suspirar te encuentro.
Escucho tu voz clara y profunda llamándome,
llamándome hacia adentro,
como un rayo que ilumina mi templo,
un rugido que estremece las ruinas del desamor,
y revela lo más oculto de mis rincones.
Los escombros de una prolongada desilusión
que me tenía enmudecido,
vibran ahora con tu mirada
que no conoce de obstáculos ni amontonamientos.
Me tomas, me desnudas y me acercas,
avanzas con tu firme incandescencia,
somos uno como el fuego y la vela,
me encuentro dentro de ti,
agitado, inquieto y palpitante,
ya no hay más heridas
que el tiempo desangre.
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