Todos nos topamos alguna vez con esa gente que nos hace sentir que está mal que estemos bien. Son ese tipo de personas que cada vez que demostramos sentir felicidad, nos empiezan a bombardear con cosas negativas o tristes. Incluso nos recalcan indirectamente que deberíamos preocuparnos por otras cosas “más importantes”.
Inevitablemente nos cambian el humor, nos hacen sentir culpables de que en algunas cosas nos vaya bien o les molesta que tengamos una actitud positiva ante la adversidad.
Muchas veces nos entristece porque logran su cometido. No digo que lo hagan de mala leche, puede que también lo hagan sin darse cuenta, pero parece como si nadie les hubiese enseñado a disfrutar o si, incluso, pensaran que nuestra misión en el mundo es sufrir o vivir complaciendo a los demás.
Tampoco vamos a decir que nunca fuimos, al menos por un momento, ese tipo de gente, pero es tan tóxica esa forma de ser que hasta sentís que te carcome el alma.
Imaginemos por un momento contarle a alguien que nos ascendieron en el trabajo y obtener como respuesta “uh, pero vas a trabajar más horas y no vas a tener tiempo para tus cosas”, o le contas que lograste ahorrar para comprarte esa ropa que tanto te gustaba y te dicen “pero ese gasto innecesario no te va a dejar llegar a fin de mes”. Acá volvimos al punto de partida, nos hicieron sentir culpables por ser felices, cumplir metas y sentirnos plenos.
Parece que no nos merecemos lo que otros no pudieron lograr, es como si asumieran que las cosas nos vinieron de arriba sin tener en cuenta cuánto sudor y lágrimas pudo habernos costado llegar a donde estamos hoy.
Vieron que de la envidia dicen que siempre vemos el resultado final pero nunca el camino que tuvo que hacerse para llegar ahí. Creemos algunas veces que a los demás también les vienen las cosas de arriba o le caen del cielo.
Una vez me dijeron que una vibra negativa puede arruinar diez vibras positivas, así que siempre hay que aprender a detectar a este tipo de personas y alejarlas cuánto antes de nuestras vidas. Nos merecemos siempre el amor y el apoyo de los nuestros, nunca menos. No caigamos en confundir una opinión o un consejo con palabras que intentan truncarnos los caminos.
Mi consejo sería que hagamos siempre lo que nos haga felices, aunque los otros no estén de acuerdo, más allá de que intenten pisotearnos los sueños, hay que seguir.
Al fin y al cabo, todos cosechamos lo que sembramos. Si estas sembrando en tierra fértil, estate seguro que te mereces cada uno de sus frutos.
Recuerden siempre que el problema no es el otro, sino como lidiamos con ese otro.
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