Una historia de amor pasional y destructivo en dos actos.
Tu me posees, yo creo que puedo ignorarte.
Tu sigilosa, me haces subir a las alturas y yo me creo que soy la mejor.
Me mantienes en la cresta de la ola. Me haces poderosa e implacable con los demás.
Pero para mantener la adicción, a veces, una sutil variación. Todo se desmorona. Ansiedad, descontrol. Vergüenza. Ira. Ira destructiva y venenosa.
Dominas mi placer, mi imagen. Mi estado emocional y mi humor.
Eres la reina.
Que sabia me haces creer, segura de que venceré enfermedades, que evitaré mi destino de diabética, hipertensa, cardiópata,.. mi muerte.
También me haces creer que nada vale sin tí. Eres necesaria para escribir, bailar, tomar el sol, ser divertida, atrevida o sexi. Para ser responsable e inteligente. Para vivir.
Hoy te he asesinado.
No me lo he creído, seguro que aparecerás. O alguna parecida. Es imposible que ya no existas en mi baño. En tu hueco al lado de la ducha.
Y me he enfadado con quién te fabricó, con quién te metió en mi vida, quien te sacó en los periódicos o me enseñó a usarte.
Pero quizás me alivie usar la cinta métrica, como la metadona, para ir poco a poco. Varía menos. Domina menos.
Ya no valgo. Ya no vivo. No soy nada. Me faltas. me faltas mucho. Tus endorfinas y chutes de adrenalina.
Pero me rindo. Te recordaré al verte en las fotos. Tan guapa y flaca. Tan de pantalón ajustado y falda corta. Tan segura y a la moda. Tan halagada y valorada. Tan envidiada.
Tan tensa y controlada. Tan obsesionada. Tan insensible y despectiva.
Tan tú.
Gracias por lo que me hiciste sentir.
Gracias por formar parte de mi pasado.
¿Buena suerte, mala suerte.? Quién sabe
OPINIONES Y COMENTARIOS