Aroma a ti

Por Melissa Maldonado

Recuerdo millones de detalles de nuestra historia, pero no hay nada más hermoso que recordar “el aroma a ti” …

Nuestra historia:

Parte.1

Era otro día normal en la preparatoria. La maestra de matemáticas se esforzaba por hacernos entender un tema de su clase.

Pero parecía que mal gastaba sus energías porqué había muchas más cosas interesantes que aprender tras la ventana del salón de clases.

En el edificio de enfrente detrás de una puerta se encontraba el taller de máquinas. Ahí en algún banco estaba un joven que llevaba en su bolsillo la ilusión de una chica de la clase de matemáticas.

Mientras ella estaba intentando escuchar a la maestra, el joven del taller despistadamente salió a buscar a la chica, quien había cambiado su lugar hace unos días cerca de la ventana. Parecía saber que él se acercaría.

El joven le dio una paleta roja y ella con una sonrisa le pago el detalle con otro gramo de ilusión, que pronto el metió en su bolsillo.

Las mañanas continuaron y las clases con ellas.

Ella estudiaba laboratorio clínico con el sueño de llegar a ser médico. Él estudiaba mecatrónica con el sueño de estudiar en una universidad reconocida lejos de ahí, en un lugar un poco más interesante.

Había todo un futuro a pocos pasos de ambos.

Pero el aire que entraba por la ventana del salón de clases de la chica tenia aroma a que ese futuro llegaría destrozando algunos puños de ilusión guardados en el bolsillo del joven

Otra tarde mientras esperaban que el tiempo pasara más lento. Parecía que por primera vez en la historia; una pareja de enamorados detuvo el tiempo del resto del mundo; para desaparecer de entre los columpios de una plaza con un abrazo de ternura y tomados de la mano caminando sin rumbo. Caminaron por mucho tiempo sin cansarse ni aburrirse. Conversaron de miles de cosas, pero en todas jamás se soltaron. Conversaron de sus ideas desde que tenían memoria hasta ese instante.

Llegaron al lugar dónde terminaría su día. La tarde obscureció y se dieron cuenta que el tiempo no se había detenido. Él se preocupó por ella y ella no podía insistirle más a que se quedaran fuera de casa.

Pasaría el último autobús hacia su hogar y él tendría que caminar pronto para llegar antes de que la luna se descubriera frente a las nubes. Antes de soltarse de las manos ella beso su mejilla tan cerca de sus labios con un adorable deseo de llegar a probar uno de los besos del joven encantador.

Con ese momento, él una vez más cogió un puñado de ilusión y lo metió a su bolsillo.

La mañana siguiente parecía amanecer solo para ellos y su historia.

Ella se despertó con unas ganas tremendas de verse en el espejo para intentar ponerse linda, sonriéndole a su imagen. Bajó las escaleras de casa de prisa y anunciando rápidamente su despedida, dejó la puerta de su hogar entre abierta y nuevamente desde su habitación, se coló con ella un viento con aroma a emoción. Recorrió un camino largo hasta llegar a encontrarse con aquellos ojos casi negros, que todos los días desde entonces guardaba ilusiones en sus bolsillos.

El tiempo ese día paso más rápido que de costumbre. Había mucho viento por lo que los aromas del ambiente pasaban desapercibidos.

La chica se encontraba al fin tras las puertas de la preparatoria. Caminó en dirección contraria a su edificio, con la intención de ver al joven. Pero ese día no apareció por ningún lado.

Los pasos de ella empezaron a acelerarse por los pasillos, y el aroma a tierra mojada se levantaba del suelo. Se escuchó como un trueno asusto a todos en la preparatoria. Los maestros empezaron a orientar a los alumnos para que entraran a los salones y evitar mojarse. La chica se escondió tras un salón y se escapó a los pocos minutos.

Caminó sin rumbo, pero con la intensión de encontrar al joven. Pero como era de esperarse no sería fácil. Su imprudencia e ingenuidad la llevaron a pasar horas recorriendo lugares en los que no tendría posibilidad alguna de encontrar al joven. Pero algo la detenía a regresar a la preparatoria y simplemente esperar a que el joven apareciera por algún lado, dónde probablemente estaba bien. Tal vez lo que no la detenía a seguir caminando; era el puñado de ilusiones que el joven llevaba de ella es sus bolsillos o talvez lo que en realidad no la detenía; era lo que en ese instante descubrió, y sus labios nombrarían como “la necesidad del aroma a ti”.

Sin embargo, como podía ella necesitar algo que jamás antes había tenido y hasta ahora había sobrevivido; ¿cómo un aroma era necesario? y ¿para qué?, ¿para caminar?; ella ya había caminado y mucho. ¿Para sonreír?, ella sonreía. ¿Para ser feliz?, ella podía ser feliz. De eso estaba segura, pero lo que lamentaba era que apareciera nuevamente el aroma a futuro; porque era seguro que el futuro de ambos no era seguir de la mano. Y no por decisión propia, sino porque las cosas se estaban dibujando solas poco a poco.

Su futuro estaría marcado por más de trecientos kilómetros de distancia y algunos otros problemas más…

Cansada de caminar de pronto se dio cuenta que todo era un desastre. Su ropa estaba empapada de agua de cielo y sus lágrimas de perdían entre la lluvia. Decidió correr de regreso a casa y olvido sus cosas en la preparatoria. Al llegar a casa corrió a su habitación con un montón de ramas enredadas entre sus ideas, sentimientos y aromas. Cerró los ojos esperando que el tiempo del mundo, que antes quería detener, ahora avanzaba más rápido que nunca.

El sol salió la mañana siguiente como otro día normal en la preparatoria, pero para ella no era un día normal, se asomó por la ventana y respiro el aroma a tranquilidad de un nuevo amanecer. Recordó un par de palabras que había leído ya hace algún tiempo y en ese momento decidió creerlas, murmurando “cada amanecer es un nuevo comienzo”.

Regreso a la preparatoria y cuando estaba cerca a las puertas de entrada escucho la voz encantadora del joven. Se mezclaron tantos aromas como las lágrimas en sus ojos en ese momento; aroma a tranquilidad por verlo bien, aroma a felicidad de verlo cerca de ella y el aroma a él.

El joven la abrazo apenas si la alcanzo, le pregunto dónde se había metido y le entrego su mochila olvidada en el salón de clases. Con el abrazo que la chica recibió en ese instante, la sonrisa que él mostró al verla y el maravilloso aroma a él. Tres grandes puñados de ilusiones se escaparon desde el corazón de la chica hasta el bolsillo del joven.

Él no volvió a preguntarle, solo le tomo de la mano y entraron juntos a otro día en la preparatoria.

Al salir de la escuela caminaron como era costumbre hacia la calle del autobús y después de platicar un poco ella tenía que irse temprano.

Caminaron para encontrar el autobús que la llevaría a ella a un extremo de la ciudad y como intencional; tenían que buscar otro autobús que lo llevara a él al extremo contrario.

El tiempo se aceleró odiosamente para ella y llegaron a la estación del autobús.

Para él, el tiempo corría exactamente con normalidad y le era suficiente para meditar su siguiente mirada, sus siguientes pasos y las reacciones que todo esto traería.

Él paró el autobús y la tomó de la mano, ella respiro el aroma encantador que tanto amaba, lo sintió cerca, y parecía más cerca que todos los momentos anteriores.

Fue ahí que pareció detenerse el tiempo para ellos y al estar segundos frente a frente; él le regalo su primer beso. ¡El primer beso!

De pronto otro enorme puñado de ilusiones callo de ella y bajaron por las escaleras del autobús para correr por el pavimento hacia los bolsillos del joven, y una vez más se quedaron con él.

El primer beso. El beso que tanto había esperado ella, el beso que convencida sé, que tanto deseaba él.

Muchas veces antes se había podido dar, pero el tiempo quien jugaba con ellos en todo momento, el tiempo quien se aceleraba y se detenía a capricho; era él; el tiempo quien había decidido desde el principio cuando debía llegar ese beso.

Y así llegó el primer beso de amor y ternura entre; el joven de la voz encantadora, el maravilloso aroma y los ojos casi negros; y la chica que le regalaba ilusiones para sus bolsillos.

Ese beso para ella era el aroma de él, dado en un aliento.

Para él, ese beso significaba; descargar al fin el deseo hermoso de decir te amo; decir te amo sin pronunciar palabras, decir te amo sin titubear, decir te amo sin que alguien más lo escuchara, porque ¿para qué gritarlo al mundo?, si bastaba y sobraba con que ella y él superan lo que cada uno sentía por el otro. Bastaba y sobraba con sentir que los labios de ella disfrutaban tanto su beso, como los labios de él.

En esos momentos se dieron cuenta que el tiempo para ambos había corrido diferente, pero no era desagradable pues cada quien había reaccionado hermosamente a su manera.

Ella sintió sus labios por segundos, respiró su aroma por horas y observó sus ojos llenos de amor, conoció la sonrisa más sincera del mundo y rápidamente perdió el aliento al sentir que esos labios se alejaron tan rápido como para responder. Pareció que eso era lo que planeo el joven, porque era imposible no darse cuenta que, entre todas las sensaciones que desde varios metros se notaban ahí; en ese momento él estaba nervioso y aunque parecía haberla besado por impulso, todo el episodio había sido deseado por él y esperado por ella. Solo que el tiempo había decidido cuando debía ocurrir.

El primer beso fue tan rápido para ella, que en esos minutos que el tiempo regaló aún no terminaba de asimilarlo, cuando trastabillaron sus pies y tomó su lugar en el autobús, los labios del joven se sentían en los de ella casi tan presentes como si él fuera aun besándola. Ella decidió robarle al tiempo esos momentos y congelarlos para todo el camino.

Recordó poco a poco el aroma que ya había memorizado, volvió a vivir el instante en que vio la mirada del joven y la sonrisa en su rostro reflejando amor. Toco sus labios con sus dedos esperando asemejar la sensación de sus labios rozando los de él. En ese instante el tiempo enojado de nuevo se aceleró y ella llego a casa.

El montón de ilusiones que se guardaban en su habitación durmieron esa noche con ella.

La mañana siguiente ninguno de los dos sabía cómo intercambiar las miradas. Pero estaban convencidos que querían estar juntos siempre y comenzar a buscar aún más oportunidades de verse y escaparse del tiempo.

Cada que estaban cerca sonreían e intentaban esconder eso que sentían y que a metros se notaba por todos.

Una tarde intentando aparentar, por razones que hasta la fecha no comprendo. Una joven les pregunto que, si eran novios, ellos recordaron que ese pequeño detalle sin importancia ahora se les había pasado. Pero en realidad no era que no lo quisieran solo que parecía no ser necesario, porque ¿para qué gritarlo al mundo?, si bastaba y sobraba con que ella y él superan lo que cada uno sentía por el otro. Si de formalizar se trataba, estaba más que evidente que su amor era verdadero.

Pero lo que parecía olvidarse era; el aire que entraba por la ventana del salón de clases de la chica y que tenía aroma a un futuro que llegaría destrozando algunos puños de ilusión guardados en el bolsillo del joven.

Recordando el momento antes citado y olvidando la última estrofa.

Esa tarde estaban platicando de millones de cosas sin sentido o tal vez con sentido, pero millones.

Esa ocasión solo recuerdo que hablaban de pingüinos. En ese momento la chica interrumpió su conversación. Fue la primera vez que les cuestionaron sobre si eran novios, ellos nerviosos y cambiando miradas contestaron “los pingüinos vuelan”, y apresurados se escaparon del lugar.

El timbre de regreso a clase se escuchó como eco por todos los pasillos. Ellos se despidieron con miradas de amor y algunas ilusiones que corrían por los pasillos de la preparatoria en dirección al salón del joven para recibirlo junto a sus libros y colarse en sus bolsillos.

Los otros días a partir de que los pasillos de la preparatoria escucharon que los pingüinos volaban, el joven y la chica pasearon juntos tomados de la mano. Desde entonces jamás se soltaron.

Cada momento que pasaban era maravilloso.

El fresco aroma de las mañanas parecía alimentar cada vez más su amor, porque sabían que cada día lo pasarían juntos.

Los momentos los vivieron en su tiempo, empezaron a respetar más el reloj, pero jamás perdiendo las ganas de verse más y más cada día.

El tiempo se mostraba como su amigo, les permitía estar juntos y disfrutar cada instante.

La preparatoria estaba cerca de un templo que organizaba eventos en vacaciones escolares y los sábados por las mañanas. Ella no tenía religión ni doctrina bien clara, pero sabía que esa podía ser una excusa más para ver a su encantador enamorado.

El joven y la chica asistieron en varias ocasiones al tempo. Ahí el leía un poco la biblia y ella admiraba cada detalle de él. Desde su encantadora voz, sus ojos casi obscuros y su piel café; hasta sus pasos al caminar, pero sobre todas las cosas adoraban el aroma a él.

Al salir de la iglesia esperaban por horas fuera de las puertas de entrada fingiendo estar ansiosos por que pasara el autobús para partir cada quien a su hogar. Pero en realidad era en esos momentos donde deseaban con todo el corazón simplemente que se detuviera el tiempo para estar juntos durante un periodo más largo.

El tiempo solo se burlaba de ellos y en ocasiones les hacía correr para no llegar tarde o esperar ansiosamente algún momento. Pero eso no importaba para ellos, porque el mundo podía rodar y rodar, las horas podían pasar y pasar, la gente caminar y volver a hacerlo frente a ellos; pero su postura magníficamente siempre era la misma; tener como deseo único ser feliz juntos, solos y sin que importara nada más en el planeta.

En esos instantes largos y otros breves, cuando estaban juntos o cuando ella pensaba en él. Admirando sus aciertos y defectos, adorando su aroma y amándolo con todo su ser. Era cuando más y más porciones de ilusiones se escapaban de ella para llegar a él…

La tarde en que el sol salió más lindo, se citaron en un centro comercial de la cuidad para que el tiempo preparara un hermoso momento. Al encontrarse en el lugar se tomaron de la mano después de sentir el fuerte abrazo de cada día, recorrieron todos los lugares que ahí habían. Dejaron pasar el tiempo con la intensión de que el sol se ocultara. Cuando esto ocurrió ambos salieron a buscar un par de estrellas, él se acercó a ella y en un momento el tiempo se paró nuevamente, la tomó de ambas manos y ella empezó a respirar más cerca su aroma, el joven se acercó lentamente a su cuello y le dijo en el oído palabras lindas.

Ella sonrió, lo abrazó de nuevo, ella se tomó un par de minutos más para disfrutar el aroma a él, la sensación de sus brazos en su espalda y el latir de su corazón pegando sobre su pulso en el pecho.

Ella adoraba que él la tomara de la cintura al cruzar la calle, admiraba la manera tan especial de ver la vida, parecía que él conocía perfectamente el futuro de ambos y por su sonrisa imaginaba que sería maravilloso.

Después de repente un aire de tristeza entre los dos se atravesó, él se alejó un poco y la soltó, ella sorprendida y como sentir que le arrancaban el aroma que disfrutaba tanto, parpadeo y volteo a ver sus ojos.

El joven la tomó nuevamente de la mano y le dijo “¿quieres ser mi novia?”, ella respiró el aroma a tranquilidad que él le reflejo y ella sonrió y sin decir alguna palabra respondió tocando sus labios con los de ella lentamente.

Beso su boca frotando suavemente cada línea de sus labios; como si dibujara la luna sobre una hoja, empezando por un tenue color azul alrededor de la luna; ella beso su labio sobre su barbilla demostrando cuanto lo desea; como la luz que desprendía la luna sobre el papel.

Después como dibujar un color azul más obscuro en el resto del cielo, beso su labio bajo su nariz expresando cuanto lo admiraba.

El tiempo paso y el beso no terminaba, era lo más bello de todas las noches juntas para ambos.

Pero el tiempo los interrumpió y les recordó que habían pasado solo un par de minutos.

Ella respiro un aroma a miedo regresando a la realidad de su historia.

Exactamente no sé porque se interrumpió ese maravilloso instante con ese aroma. Solo pasó y ella beso el cuello del joven derramando una lagrima sobre el hombro de él. Cuando se dio cuenta lo abrazo y medito un poco.

La razón de la lagrima debía ser por ese miedo terrible que tenía a perderle, perder esos momentos tan mágicos, perder esa sensación inolvidable, perder el aroma a él, opacado entonces por el aroma a ese futuro que llegaría destrozando algunos puños de ilusión guardados en el bolsillo del joven.

El joven no se dio cuenta de la lagrima de ella y el tiempo paso, él sin notarlo logro que ella olvidara ese aroma; permitiéndole siempre estar cerca de él.

En el instante en que el joven había arrojado la pregunta el tiempo se había detenido para ellos, pero la pregunta requería una respuesta, así que ella dijo “si”, “-si quiero ser tu novia”.

Entonces el aroma a él se penetro más en el ambiente y ella sintió que el aire frio de esa tarde lo había controlado el joven, para hacerla sentir sus abrazos nuevamente.

Oficialmente “los pingüinos si volaban”. Una frase que en sus corazones se escribió iniciando con su historia y terminando con ella, tiempo después…

Se acercaba un evento escolar dónde ambos participarían apoyando a sus amigos. Se organizó una fiesta para recaudar fondos. Por las tardes se reunían con este propósito.

La tarde en que el sol se durmió pronto; la pareja de enamorados se encontraba en un juego de niños con suelo negro.

Sin detalles esperaron las estrellas fuera de la reunión de sus amigos. Cansados y muy divertidos de pasar ese tiempo juntos se dieron cuenta que el resto del mundo no les importaba, que lo interesante para ellos no era el motivo por el que estaban en ese lugar, ni la cantidad de personas que les rodeaban, lo que para ellos era lo más importante y lindo era estar juntos.

Brincaron un rato sobre el juego y como niños sonrieron mucho.

Poco después se sentaron y empezaron a platicar. Algo gracioso que el joven mencionó hizo que ella dejara caer su espalda hacia la cama del juego negro, el joven también miró hacia el cielo y notaron las hermosas estrellas que aparecían rápidamente esa noche.

Se respiraba aroma a madera por la casa donde se reunieron. El viento soplo y el aroma a él hizo que la chica olvidara la madera y los mosquitos que rodeaban el lugar.

Él se posó frente a ella y lentamente acerco sus labios a los de ella. Se besaron; la frente de él toco la barbilla de ella; y los labios de él, los de ella. La frente de ella toco la barbilla de él y los labios de él, tocaron los de ella. Fue momento más maravilloso de la noche y desde entonces inolvidable. El aroma a él era cada vez más cercano. Ella no podía concentrarse en nada, no sabía que era más bello en ese momento; si el aroma de él; que adoraba tanto, el sonido del latido de su corazón que salía por su garganta, la sensación de que su piel se erizaba, o el sabor de los labios del joven que adormecían su cuerpo en segundos y en otros más provocaban el deseo de jamás terminar ese momento.

Mientras tanto una gran cantidad de ilusiones de la chica se metieron en el bolsillo del joven quien una vez más no se dio cuenta.

Después de parecer que el tiempo del resto del mundo se había detenido de nuevo, el aire frío del ambiente y los mosquitos aparecieron repentinamente, para recordarle a los brazos de ella que el cuerpo no estaba más adormecido; porque los labios del joven se habían alejado un poco. Se escuchó un silencio precioso que termino con un te amo…

Y como si no le fueran suficientes las ilusiones de ella, en sus bolsillos, él tomo más porciones.

Las palabras de él para ella retumbaban en el cielo estrellado de esa noche, pero solo era escuchado por ellos.

Despertaron de aquel inolvidable momento y decidieron entrar a la reunión de sus amigos, se acercaron a la cocina para tomar un poco de agua, cuando vieron los brazos de la chica cubiertos de rojo por culpa de los mosquitos, él joven se preocupó y reclamo por no haberlo dicho ella antes. Pero ella no se dio cuenta, no sentía nada, solo el hermoso beso de él.

Pero como decirlo sin temer a que le recordarán que la vida no era un cuento de hadas, que era solo ella quien creía en la magia.

Ella solo se disculpó, mientras él froto sus brazos con agua, fue ahí una vez más que los bolsillos crecieron.

Ella sintió las manos de él sobre sus brazos acariciando con delicadeza y un poco de agua para intentar sanar lo piquetes de los mosquitos entrometidos.

El tiempo se aceleró de la nada y de pronto el día de la graduación llegó. Todo parecía ser perfecto, se preparaban para dar un paso más en sus vidas.

El inicio a la realización de sus sueños de un futuro prometedor.

Para él la universidad que tanto deseaba, para ella la carrera que anhelaba, y conscientes de que en ese momento y por esas razones, se trazaría entre su relación una línea enorme de 300 km de distancia entre cuidad y ciudad, pero seguros de que entre sus corazones su amor seguía tan unido como hasta ese momento.

Los birretes de graduación de todos en la preparatoria fueron aventados hacia arriba de sus cabezas cuando escucharon el último pase de lista.

Él inicio un video de amor en donde atesoro esos momentos dedicados a ella.

Las imágenes que tiempo después alimentarían su amor a distancia, visto por ella cada mañana y cada anochecer en su nuevo hogar lejos de él.

Imágenes que derramarían puños y puños de ilusiones que por más que avanzarán no lograrían llegar a los bolsillos que los debían acoger con amor. A los bolsillos del joven encantador.

Ese puñado de ilusiones no fueron capaces de atravesar 300 km de distancia…

En una ocasión más el joven entregó a la chica una caja de madera que era de una botella, la caja tenía el video de amor hecho por él, y un frasco de perfume que él usaba.

Ese aroma se asemejaba mucho al aroma a él, pero no podía ser igual si no estaba penetrado en su piel, es su ropa, en sus brazos, en sus labios y en todo lo que era el joven de la voz encantadora y los ojos casi negros.

Aún consciente de ello, la chica de la clase de matemáticas, tomaba el frasco tan seguido como le era posible, rociaba un poco sobre la muñeca de su brazo derecho para recordar el aroma a él.

El tiempo paso y paso y el perfume se fue terminando, así como el aroma a él parecía casi desaparecer de su mente.

El tiempo paso y paso, y aunque su intento por estar juntos se complicó por la espantosa distancia que los dividía. Ella y él hacían de todo para poder verse, pero las cosas no se escuchaban igual, el aroma a tristeza era detectado por ella más seguido, él desesperado por no poder disfrutar su sueño junto a ella corría y corría al teléfono cada anochecer para conversar juntos.

Ella escribía y escribía cartas de amor y recuerdos de ambos, que cada tres días llegaban al código postal de él, en el lugar donde era su nuevo hogar lejos de ella.

Las palabras de cada carta, que ella mandaba y él respondía; cada vez sonaban más lejos. Llego un momento en el que esas palabras fueron hirientes. El extrañarse tanto parecía provocar una enorme necesidad de alejarse para sufrir menos por su amor.

Él intentaba viajar a visitarla muy seguido, pero era muy difícil, la universidad de ingeniería le exigía dedicación y muchos gastos.

Para ella parecía ser más complicado por el tiempo que cada vez se reducida más gracias al montón de ocupaciones y letras de libros que tenía que estudiar, esto solo ocasionado por los achaques de haber elegido una carrera así.

Pero a pesar de todo cada semana al terminar las clases de él en la ciudad universitaria o ella en la facultad de medicina tomaban el autobús para ir a visitarse, cada que era posible.

Eso duraría poco y ambos lo sabían, porque implicaba mucho esfuerzo y paciencia.

Pero era la paciencia la que se acaba casi tan rápido como el tiempo que trascurría, junto a todo ello.

Una ocasión hubo un viaje donde el joven visito a la chica, ella estaba tan feliz de verlo que deseaba que no terminara. Al llegar la hora de regresar a sus hogares decidió irse con él, viajar 300 km de distancia para rogarle al tiempo que le regalara algunos momentos más con él.

Tomaron el autobús juntos y la noche del primer día sin avisar a nadie, viajaron.

El tiempo en el autobús juntos fue otro puñado de ilusiones que se desprendían de entre su piel, ilusiones que caían poco a poco entre los asientos durante más de tres horas; ocasionados por el aroma a tranquilidad y emoción que su amor les regalaba

La chica paso todo el camino recostada sobre el pecho del joven encantador, en esos momentos volvían a dibujar la luna sobre el papel, volvían a vivir el momento en que los mosquitos eran testigos, volvían a sentir el segundo del primer beso y parecía escucharse el sonido de los pasillos de la preparatoria cuando murmuraban sobre los pingüinos. Todo era hermoso y parecía no terminar. Ella beso su cuello y cerca del oído y él dijo: “-quieres volverme loco, verdad”; ella sonrió y dijo: ”-tal vez”, con una sonrisa en su rostro.

La mañana siguiente llegaron al hogar del joven. Después de caminar mucho tomados de la mano buscaron algo de comida, cansados del viaje y de los pasos recorridos.

Estaban de pronto en la habitación de él sobre la cama algo desordenada. Empezaron a besarse de nuevo, el tiempo se aceleró, los abrazos fueron muy fluidos. Los labios de ella gritaban con caricias sobre los labios del joven; que lo había extrañado mucho y que deseaba tanto volver a oler el aroma a él, todos los días, porque parecía ser eso lo único que la mantendría viva.

Entendió entonces lo que hace tiempo sus labios nombraron, recordando ese aroma a desesperación y tristeza que una tarde vivió, cundo sus lágrimas se perdieron entre gotas de lluvia sobre su cara; “la necesidad del aroma a ti” estaba de nuevo presente.

Él se notaba muy nervioso y demostraba con cada abrazo y con cada caricia un amor inmenso por ella.

De pronto las manos de ella se levantaron con ayuda de los brazos de él. La blusa termino bajo la cama y se escuchó el zapato de la joven caer, él dijo: – “me gustan tus zapatos” y ella sonrió y dijo: – “te los regalo”. Él con una pequeña carcajada dijo: – “se te ven mejor a ti”, ella dijo: – “a mí me gustas tú y todo absolutamente todo de ti”. Con intensión de provocar el momento.

Como si no fuera suficiente, ella empezó a decirle el nombre de cada hueso del cuerpo, usando su cuerpo como el ejemplo más perfecto y hermoso del mundo.

Así con este momento el cuarto se llenó de ilusiones que salieron del corazón, la mente y el cuerpo de ella. Pero que no cabían en los bolsillos de él. Él tenía otras muchas cosas más importantes en que pensar y que guardar.

Pero en realidad eso ya no importaba porque las ilusiones ya eran mucho menos que antes. Sin embargo, no lo notaron en ese momento.

Los besos siguieron por un largo tiempo.

Pero no pasó nada de lo que imaginan. Lo aseguro.

Aunque sinceramente era lo que querían ambos, pero algo dentro de cada uno los detenía a solamente acariciarse los labios y tocar su piel lentamente. Eso era amor.

Por eso, si preguntan si hicieron amor; sí lo hicieron.

No hubo sexo, pero pareció que no hizo falta. Se amaban tanto, cada momento lo vivieron como el ultimo.

Ella no solo respiro el aroma a él, sino que se penetro en su propia piel.

Él no solo la abrazaba y la besaba, sino que ahora tenía los besos tatuados en su cuello y en sus labios y los abrazos de ella se marcaron en su espalda junto a los dedos que suavemente tocaban su cuerpo.

De repente el sonido de la puerta de la casa se escuchó y ellos rápidamente regresaron al tiempo real, se rieron de nerviosismo y felicidad.

Ella se asustó y rápidamente se asomó al suelo a buscar sus zapatos y su blusa bajo la cama.

Él de un salto se paró y tomo sus cosas, acomodo un poco su pelo y salió a saludar a su hermana; que había entrado a casa.

La chica salió del cuarto y entro rápidamente al baño, intentando ser despistada, maquillo su cara, organizo sus cosas, arreglo su ropa y cuando estaba lista salió a saludar.

Pero la hermana del joven solo amablemente fingió no sospechar nada. Su hermana salió y el joven descanso.

La chica de la clase de matemáticas, sonrió y de pronto de nuevo él entre platicas, sonrisas, besos y comentarios se sentó sobre ella en una silla, se abrazaron y dejaron pasar el tiempo que, aunque sabían les haría faltaría después, parecía no importarles.

La noche llego y él de nuevo viajo con ella, pasaron otro hermoso momento caminando, platicando, riendo, era la segunda noche que pasaban sobre un autobús. Y aunque ya les quedaba poco dinero y nada de tiempo decidieron volver a burlarse del tiempo y seguir juntos. Pero las cosas que ya imaginaban que se pondrían mal desde el inicio, empezaron a hacerse notar.

Las familias de ambos empezaron a buscarlos y dedujeron que estaban juntos.

Cuando ellos se dieron cuenta de los problemas que eso ocasionaría corrieron a la central y decidieron despedirse, ambos creyeron que era temporal porque volverían a verse.

Pero con el paso del tiempo, después de regresar a casa cada quien, las circunstancias y las personas los persuadieron para regresar a la realidad, abrir los ojos al tiempo y tomarle la importancia que en realidad tenían sus sueños.

La vida no era solo puños de ilusiones ni aromas mezclados en el cielo. “La vida era luchar por un futuro”, palabras que debían de entender y tomar como consejo para cumplir cada cual con sus sueños.

Así tomando esos consejos, escuchando esas palabras y sintiendo lo doloroso de la distancia y el tiempo que transcurría al ritmo que le daba la gana.

Él y ella poco a poco decidieron rendirse. Empezaron las peleas, la desconfianza, las discusiones, los miedos, las mentiras, y todo lo que con eso viene.

El tiempo paso y los aromas cambiaron, las llamadas disminuyeron, así como las cartas y los te amo.

No sé en realidad como fue el día en que él y ella terminaron su frase “los pingüinos vuelan”, no sé cómo olvidaron lo que decían, lo que había pasado, lo que sentían. No sé quién fue, ni dónde. Ni siquiera recuerdo la justificación de esta decisión. Solo sé que las alas de los pingüinos fueron cortadas poco apoco y terminaron por ya no volar.

– “Los pingüinos no vuelan”, dijo ella entre murmureos y lágrimas una tarde de verano tiempo después.

Al final pareció ser menos doloroso abrir los ojos y darme cuenta de que los pingüinos no se habían creado para volar. Que en los bolsillos del joven ya no cabían más ilusiones y que el aroma a ti se había perdido para siempre…

Así lo que empezó como otro día normal en la clase de matemáticas con el aroma a nostalgia tras la ventana, termino de la misma manera, pero algunos kilómetros más lejos…

Posdata. Por el amor que sé que hubo prometo que el final tarde o temprano cambiará….

Continuará …

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