ODISEO versus NEMO

En el décimo año de la guerra de Troya todo el mundo estaba ya un poco harto. Primero Patroclo, luego Aquiles… Nadie sabía quién después. Procedía obrar con cautela. Urgía planear una trampa. Nada de campo abierto. Un regalo. Un vientre equino. Gente silenciosa. Paciencia.

Las Puertas Esceas han caído. El fuego se esparce por lo que siglos después aparecerá como un horizonte, un estrato chamuscado, el arrasado séptimo nivel de Ilión.

Pero eso le trae sin cuidado a Ulises. Ni hecatombe ni gaitas a los dioses caprichosos. Ordena recoger rápidamente. Se hace a la mar con sus compañeros. Su isla le espera. Su mujer, Penélope, hábil tejedora. Y también «El-que lucha-de-lejos», Telémaco, su hijo, que debe estar ya muy crecido.

Si quieres conducir tu barco no bebas el vino con resina que embota los sentidos. Si quieres oir el canto de las sirenas, haz que te amarren al palo mayor para evitar perderte tras ellas, ahogarte en sus cantos, estrellarte en las rocas…

«Me llamo NADIE».

Y el cíclope crédulo comete el error de fiarse del taimado con prisa. Cuando es cegado, grita como un poseso que NADIE le privó de la vista, que NEMO se escapa…

ODISEO es NEMO por un momento pero vuelve a tomar su forma original que sólo disimulará en una última ocasión para dar cuenta de los gorrones pretendientes, acompañado de un porquerizo. Su perro le identificará como el rey de ÍTACA. Y su fuerza será suficiente para tensar el arco y acabar con todos los que invadían su hacienda y pretendían su lecho. Luego, el silencio…

El capitán es misterioso. NEMO Se desplaza por los rincones del navío como alma en pena. Inexpresivo, hosco, hostil.

Si lo observáis a través del ojo de buey os percataréis de que no presta atención a vuestras aletas caudales ni se fija en vuestros coloridos lomos. Su vista se pierde más allá del fondo arenoso. Va hasta los abismos llenos de cálidas exurgencias químicas y rebulle entre extraños seres complejos. La presión que aguantan todos es máxima, casi imposible.

Por lo que se desprende de las historias que de él me contaron parece ser gozaba de una suficiente autonomía producto de una noble cuna y de una inteligencia poco común que aprovechaba para mantenerse al margen de la Sociedad. Autogestión es la clave.

Hay una tragedia familiar. Un afán de venganza. Era irracional cuando ejecutaba con fría eficacia sus acciones de Ley del Talión.

Valiente. No quería reconocimiento ajeno. Prefería pasar desapercibido: era, realmente, NADIE.

Pero todo se sabe o se imagina. Su proyección en el futuro va a ser determinante. Como producto necesario o por pura casualidad, se está dando una Revolución Industrial que precisa de buenos aceros: torres, puentes colgantes, vehículos y otros mil derivados van invadiendo su mundo y el nuestro…

Hemos llegado a ARCELOR-MITTAL. La Globalización a ras de tierra. Para el cielo hay que inventar. Se abre el éter, «más allá de la Puerta de Tanhäuser», del «Non Plus Ultra», del «Arriba/Abajo», del viaje a Marte, peldaño, umbral del Vacío Eterno…

Se requieren ODISEOS y NEMOS de ida. La vuelta no está asegurada. Eso parece no importar a nadie: ya hay cola para ese viaje…

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