«Sedita»
Fue en esa fantástica y apasionante noche de abril cuando te miré, estábamos alegremente recostados llenos de placer y pasión después del incontrolable momento de amor, y te vi como una ola en su espuma que acariciaba mi cuerpo, convertida en una bella y hermosa mujer bajo mi cuerpo.
Cerraste los ojos como soñando vaya a saber que cosa y te hundiste en el más íntimo de los sueños. Tu rostro reflejaba placer y un sueño muy bello.
Después del amor y el placer tu cabeza apoyada en mi hombro y una mano sobre mi mano. Tus cabellos algo revueltos. Tu piel tibia. Así se veía tu exterior, una figura deseable, amada, amorosa, semejante a un ángel.
Está tan presente hoy ese momento inolvidable de mi vida, imborrable en mi corazón. Esa noche comprendí que no quería distanciarme ni de tu cuerpo ni de tu alma, que deseaba con todo lo que comprendía a mi persona estar contigo el resto de mi vida.
Quería que jamás acabara esa sensación, esas caricias de piel, esos aromas, esa imagen, ese sonido de silencio cómplice que decía tanto, que nos decíamos tanto.
Todos mis sentidos estaban trabajando menos uno. Faltaba el gusto, el sabor de algo, algo íntimo y tan tuyo, sin eso la noche apasionada no tendría su broche amatorio.
Quería tener aún más para satisfacer todos mis sentidos, ya sabía de tus labios, de tus manos, de tus pechos, de tus pies. Pero quería más, faltaba y tenía mucha sed de ti, es el amor el que calma mi sed, tu amor la calma.
Fue entonces cuando fui acercándome casi sin pensarlo, solo imaginando, un beso y después tus pechos, llegue a tus piernas, y allí entre ellas no me contuve. Sentía tu respiración profunda y deseosa e incontrolable, cada vez más cerca de nuestro secreto.
Cerré mis ojos y me llene de imaginación y fantasías, repose mis labios en tu intimidad, entonces fue el comienzo para mi de algo bello y sedoso. Era la eternidad, la lujuria, el momento perfecto, mis labios se humedecían por el íntimo placer de tu goce.
Todos mis sentidos en funcionamiento, inmortalizando el mejor momento de mi vida. Ahí conocí tu parte íntima, estaba ella, nuestro secreto “la sedita”. La bautizamos, le dimos nombre. Solo tú y yo sabemos de ella y de ese inolvidable primer momento, solo nuestra en aquella noche de abril.
(Asurmendi Pedro, 10-04- 2012)
OPINIONES Y COMENTARIOS