En el espeso silencio de esta noche
busco un alma junto a la mía.
Sólo, acierto el reflejo inmaterial de una ventana
sobre esta almohada
que es a su vez, reflejo de otra almohada,
de otra ventana, y de otra alma
que en idéntica sincronía busca satisfacer
un instinto atávico
y un ansia incontrolable
por el rito de la cedencia y la danza.
En el espeso silencio de esta noche
la presencia incierta del reflejo me abruma,
inmaterial pero real.
Entre las cuatro paredes de este cuarto,
porque el reflejo del otro existe, ya no estoy sola.
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